La colchonería Purroy es mucho más que un comercio de textil hogar en Pamplona. Es una historia de tradición, esfuerzo y familia que comenzó en 1939 de la mano de Emilio Purroy Braco en el mismo local que sigue en pie, en el número 1 de la calle San Miguel, en pleno casco viejo. Lo que en su día fue una tienda de pañería, camisería y géneros de punto, con el tiempo se convirtió en un referente de la colchonería en Navarra.
Es uno de los establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en la capital navarra. Muy cerca de otros como la tienda de ropa Numancia o la centenaria droguería López en pleno casco viejo de la ciudad.
Hoy, al frente del negocio está Mikel Purroy Rodríguez, tercera generación de la familia. A sus 58 años, lleva 40 detrás del mostrador, una vida entera dedicada al comercio. “Empecé con 18 años y, cuanto más tiempo pasa, más me gusta lo que hago”, comenta con una sonrisa.
“Me encanta el trato con la gente, conocer a los clientes, explicarles los productos, ayudarles a elegir lo que realmente necesitan. No es solo vender, es aconsejar con honestidad y conocimiento”.
La pasión con la que habla de su oficio se nota en cada frase. “Como decía mi abuelo, hay que conocer la trama y la urdimbre del producto. A lo largo de los años, uno acaba dominando la materia y eso da una gran satisfacción. Lo que más me gusta es cuando un cliente vuelve y te dice que acertaste con la recomendación. Siempre les digo: ‘Si pasa usted por aquí, ya me dirá’”, asegura.
El negocio no siempre estuvo centrado en colchones. Durante las primeras décadas, el textil fue el eje central, hasta que en 1952 se introdujo la sección de colchonería, que acabaría marcando su identidad. Contaban con una fábrica en la avenida de Zaragoza 24, además del almacén y la tienda en San Miguel.
Vendían colchones de lana, borra, crin y moltopren, además de los innovadores colchones de muelles, con marcas como Sema, cuyo famoso lema publicitario aún resuena en la memoria de muchos pamploneses: “Dijo Sema y se durmió… y como nuevo despertó”.
El vínculo familiar ha sido siempre una parte fundamental de la colchonería. Las hijas de Emilio, Maialen y Uxue, crecieron en la tienda y acabaron formando parte del negocio. Uxue montó su propio establecimiento en la calle Abejeras 3, junto a su marido, Javier Zabalza, hasta su jubilación. Maialen se mantuvo en el local original, donde su hijo Mikel tomó el relevo.
“Mi padre, Alberto Rodríguez García, falleció con 57 años, muy joven. Mi madre, Maialen Purroy Ferrer, se quedó al frente y yo he seguido su camino. Llevo el apellido materno para que el nombre Purroy continúe en la tienda. Es una forma de honrar todo el trabajo que hicieron antes que yo”, explica con orgullo.
Con el paso del tiempo, la colchonería se ha adaptado a las nuevas demandas del mercado sin perder su esencia. Hoy en día, el negocio abarca mucho más que colchones y somieres. “Somos un comercio de textil hogar en general".
Además de sistemas de descanso, "vendemos almohadas, nórdicos, sábanas y cubrecolchones. Nuestro producto estrella son los de la marca navarra Moshy, que tiene prestigio a nivel nacional e internacional”, destaca.
Sobre el futuro de la tienda, Mikel espera que el legado familiar continúe. “Tengo tres hijos y confío en que, cuando llegue el momento, alguno tome el relevo. Mi hijo pequeño, Jon, de 21 años, ya me ayuda con las labores administrativas".
"Si decide quedarse, adelante. Solo haría falta contratar a un dependiente más y seguir con la misma filosofía de siempre: tratar bien a los clientes, ser honestos y ofrecer calidad. Esa es la clave de que sigamos aquí después de más de 80 años”, concluye.
