La Lencería Silvia es uno de esos comercios que parecen incombustibles en el casco viejo de Pamplona. Situada en la calle Zapatería, 27, lleva más de 50 años vistiendo a varias generaciones de mujeres con su lencería y corsetería. Pero el final de esta historia ya está escrito. Un cartel en el escaparate lo deja claro: “Liquidación por jubilación”.
El cierre llega de la mano de Charo Aranguren Echavarren, dependienta del local, que en unos meses cumplirá 62 años y afronta la despedida sin dramatismos. “Se cierra porque ya estamos en punto de jubilación, tanto mi jefa como yo”, explica refiriéndose a la familia Galarregui Iparrea, de Elizondo, propietaria del negocio desde los años 70.
Detrás del mostrador de la tienda ha estado toda la vida Sinfo Iparrea, la matriarca de la familia y el alma de la tienda, que falleció hace un par de años. “Ella sacó adelante el negocio y lo llevó siempre con mucho esfuerzo”, recuerda Charo. Ahora, la siguiente generación también ha llegado a su fin de ciclo. “Sus hijos ya están jubilados y a otras cosas. Ana, una de ellas, está a punto de jubilarse también, y nos iremos las dos”.
Con el reloj en cuenta atrás, la tienda ha entrado en liquidación total. “La fecha tope va a ser el verano. Estamos con descuentos del 30% y 40%, algunos artículos al 20% y otros al 50%, dependiendo del producto”, detalla Charo, que lleva diez años en la tienda, aunque su vínculo con la familia va mucho más atrás. “Desde 1995 he trabajado con ellos”, apunta.
Lo curioso es que no siente nostalgia. Todo lo contrario. “No me da pena. Tengo muchas ganas de jubilarme. Me apetece disfrutar de la vida, viajar, hacer cosas que ahora no puedo por el horario partido”, confiesa. Entre sus planes están estudiar en la UNED, algo que lleva tiempo queriendo hacer.
A quien sí le ha afectado la noticia es a la clientela fiel, en su mayoría mujeres mayores que han encontrado en la tienda un lugar de confianza. “Les da mucha pena porque ya no quedan lencerías en Pamplona”, comenta Charo. Y no es solo cuestión de apego: “Este tipo de género no se puede pedir fácilmente por internet. No es lo mismo”.
Aquí, las clientas han encontrado algo más que un lugar donde comprar. “Les gusta que les atiendan, que nos tomemos nuestro tiempo con ellas, probarse sujetadores con calma... En un gran almacén eso no pasa. Allí se apabullan. Prefieren la tienda pequeña, pero no hay relevo”, lamenta.
Y esa es la gran incógnita: ¿habrá alguien que continúe con el negocio? De momento, nadie ha mostrado interés en el traspaso. “Estaríamos encantados de que alguien lo cogiera, pero no ha salido nadie”, admite.
Las ventas han cambiado y la tienda lo ha notado. “Ya no es lo de hace unos años. Ha bajado mucho la venta en general en el casco antiguo. Cierran locales y solo abren bares y cafeterías. No hay relevo de tienda”, señala. Aun así, la tienda ha aguantado el tipo. “A mí me han pagado el sueldo todos los meses”, dice con una sonrisa, pero no oculta que el comercio tradicional está en horas bajas.
A esto se sumó la pandemia, que afectó especialmente a su clientela. “Hizo mucho daño. La gente mayor ahora sale menos, se ha retraído mucho”, observa. Pero lo que más ha influido, según ella, es la reorganización del transporte público en el centro de Pamplona.
“La peatonalización no ha sido el problema, sino el cambio en las villavesas”, aclara. Antes, las líneas que venían de Villava, Burlada y Huarte paraban junto a la iglesia de San Nicolás, lo que facilitaba la llegada de clientas. “Cuando quitaron esas paradas, se notó muchísimo. Luego pusieron otras al otro lado de Sarasate, pero la gente mayor lo tiene más difícil para venir”, explica.
El cambio en los hábitos de consumo ha sido otro golpe para el sector. “En los barrios tampoco quedan lencerías. Se están cerrando muchas y la forma de comprar ha cambiado”, dice. Antes, la gente buscaba calidad y durabilidad. Ahora, prima la moda rápida. “Ya no se compra una buena prenda que te va a durar. Ahora se busca lo último, lo bonito, pero para que dure dos o tres meses. Y nosotros no vendemos eso. Es difícil competir”.
Fachada de la lencería Silvia en la calle Zapatería 28 de Pamplona. navarra.com
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