A la velocidad del rayo. Así han bajado este sábado las vacas de Manolo Merino, de Marcilla, la cuesta de El Pilón de Falces. En menos de un minuto los astados estaban ya en el corral para cumplir con uno de los encierros más rápidos y vertiginosos que se recuerdan.
La manada ha protagonizado un rápido y limpio séptimo encierro, en el que únicamente ha habido que lamentar seis heridos leves por diferentes golpes y raspaduras.
Los animales han cogido una velocidad de vértigo ya en la parte más alta del trazado posibilitando pocos momentos de lucimiento para los corredores, que apenas han tenido oportunidad de disfrutar de la carrera.
Una vaca colorada que abría la manada, ha tomada distancia con sus hermanas y ha generado un hueco
Ya en el tramo final, la inercia, y la endiablada velocidad que traían en fila de a una las vacas tampoco han facilitado meterse entre las astas. Si bien, tratar de aguantar la carrera por unos segundos ante el animal que abría la manada para dejarse caer al suelo mejor que verse empitonado o arrollado por alguno de los animales.
