La estación de tren de Pamplona, una de las más obsoletas de España, vuelve a ser noticia. Mientras se realizan obras en sus aseos, Renfe y Adif han instalado dos baños portátiles sin luz, sin acceso para personas con movilidad reducida y a la intemperie. Una solución precaria que ha generado indignación entre los usuarios y que proyecta una imagen lamentable de la ciudad a quienes llegan en tren.
Mientras Pamplona sigue esperando la llegada del tren de alta velocidad, ofrece estos días una imagen tercermundista a quienes llegan en tren. Si la de Pamplona ya es una de las más antiguas y desfasadas de la red ferroviaria española, la decisión de colocar dos aseos portátiles sin iluminación, sin ventilación y sin accesibilidad para personas con movilidad reducida le coloca ya rayando el subdesarrollo.
Afortunadamente, la medida es provisional mientras se reforma el interior del edificio. Sin embargo, lejos de ofrecer una solución digna, la respuesta ha sido colocar dos cabinas portátiles a la intemperie -sólo dos para atender toda la demanda-, sin ninguna adaptación ni condiciones mínimas de higiene, algo que muchos consideran una falta de respeto hacia los usuarios.
Además, los servicios estarán en este estado durante al menos dos meses. El objetivo, según fuentes oficiales, es tener lista la reforma para los Sanfermines, cuando miles de personas utilizarán la estación. Pero hasta entonces, quienes lleguen o salgan por tren de la ciudad deberán enfrentarse a esta situación precaria, que supone un agravio para personas mayores, con movilidad reducida o simplemente para cualquier viajero que espere unos mínimos de dignidad y limpieza.
Desde Adif justifican la medida señalando que no hay otras opciones disponibles en el mercado para baños provisionales. Un argumento que ha encendido aún más el malestar entre los usuarios, que consideran que hay falta de planificación y un claro intento de recortar gastos a costa del servicio público.
Esta situación se suma al largo historial de abandono que sufre la estación de tren de Pamplona, a la espera desde hace años de una transformación integral con la llegada del Tren de Alta Velocidad (TAV), un proyecto que sigue sin fecha concreta y del que solo se oyen promesas vagas. Mientras otras capitales modernizan sus infraestructuras ferroviarias, Navarra continúa con una estación envejecida, obsoleta y sin servicios adecuados para una ciudad de su categoría.
La escena de unos baños portátiles sin luz ni acceso universal a las puertas de la ciudad no solo resulta vergonzosa para los vecinos de Pamplona, sino que deja una impresión lamentable en los visitantes. Para muchos, es el símbolo perfecto de una infraestructura ferroviaria caduca, olvidada por el Gobierno central y condenada al atraso mientras otras regiones avanzan.
