El monte Quinto Real, frontera natural entre España y Francia, es el núcleo vertebrador del programa europeo de cooperación Kintoan Barna, un corredor verde de 80 kilómetros que busca crear un nuevo territorio de oportunidades para el turismo cultural, el senderismo y el deporte de naturaleza
Kintoan Barna es una iniciativa de cooperación transfronteriza en la que participan 13 localidades situadas a ambos lados de la frontera. Está cofinanciada al 65% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del programa Interreg España-Francia-Andorra (POCTEFA).
El proyecto pretende crear un nuevo territorio de oportunidades para el turismo cultural y natural, el senderismo o el deporte de naturaleza, entre otros atractivos, con una gran oferta de productos locales, alojamientos de calidad y actividades vinculadas a la identidad y la historia común.
Por parte de Navarra (España), los socios del proyecto son los ayuntamientos de Esteribar y Pamplona y los concejos de Eugui (entidad coordinadora), Zubiri y Larrasoaña.
Del lado francés son la Commune de Saint Etienne de Baigorri, Commune de Banca, Commune des Aldudes, Mairie d'Urepel, Commussion Syndicale de la Valle de Baigorri, Office du Tourisme de la Communaute de Communes de St. Jean Pied de Port et de St Ettiene de Baigorry, Groupemet Pastoral d'Argintzu y Groupement Pastoral d'Egurza.
QUINTO REAL, PATRIMONIO ESPAÑOL Y FRANCÉS
El eje vertebrador de esta iniciativa es el monte Quinto Real, incluido en la Zona de Especial Protección Monte Alduide, una gran masa forestal de gran valor ecológico en la que predominan las hayas y los pastizales.
Es una zona frecuentada por especies como el azor, el gavilán, el halcón, el milano, el águila real y el águila culebrera. Proliferan además mamíferos como el lirón gris, el gato montés, el ciervo, el jabalí y el gamo.
Maite Errea, edil del Concejo de Eugui y coordinadora del proyecto, explica a Efe que las zonas española y francesa en torno al Quinto Real "históricamente han estado muy relacionadas" por prácticas como el contrabando, las formas de vida, el euskera y la existencia incluso de caseríos franceses ubicados a este lado de la frontera.
Pero "con el paso del tiempo prácticamente habían desaparecido esas relaciones", lamenta.
AMBICIÓN DE COOPERACIÓN
El germen de Kintoan Barna es una iniciativa anterior de Eugui (Valle de Esteribar) con la zona francesa colindante del Valle de Alduides. Ese proyecto inicial puso en valor las antiguas instalaciones industriales para trabajar el cobre en Alduides y el hierro en Esteribar.
"Pasó ese proyecto y hubo más ambición de cooperación", señala Errea. Por ello, "hemos pasado a un proyecto más ambicioso en el que el concepto ya no es de dos localidades que cooperan, sino de un territorio", que se ha denominado Kintoan Barna.
Al amparo de este proyecto ya se ha creado una red de albergues municipales en Alduides, en Francia, y en Eugi, Larrasoaña y Zubiri, en Navarra, que se suman a todas las instalaciones hosteleras existentes en la zona. También se trabaja para habilitar un área de autocaravanas.
Además, se crearán alojamientos habilitando algunos de los grandes búnkeres de la Segunda Guerra Mundial existentes en Quinto Real como refugios de montaña.
Están en marcha asimismo iniciativas para crear cuatro centros de interpretación, para potenciar todos los cotos mineros que existen en la zona y que sean visitables por los turistas y para impulsar actividades relacionadas con áreas como el deporte (bicicleta o running de montaña, entre otras), la música o el euskera.
Este corredor se plantea también como una ruta de 80 kilómetros que podrá hacerse a pie en siete etapas, "que ya tenemos más o menos definidas", destaca Errea.
ENTRE LO URBANO Y LO RURAL
Pamplona aporta a este proyecto una dimensión más urbana, que tampoco pierde de vista lo rural, según la jefa del Servicio de Turismo de la capital navarra, María Bezunartea.
"Queremos que Pamplona también le dé un valor un poco más innovador al introducir, en un proyecto que es meramente rural, una asociación entre lo rural y lo urbano. Enriquecemos así la oferta de otras localidades muy pequeñas que tienen pocos servicios. La oferta de Pamplona lo que hace es garantizar unos servicios mínimos a todos los turistas", resalta.
Bezunartea pone de relieve que en la actualidad, y más con la situación de pandemia, el turismo se ha alejado de las grandes aglomeraciones de personas y "ha tendido a ir a la parte rural" de una zona.
"Está claro que ahora está en boga ese tipo de turismo más tranquilo, más ligado a la naturaleza, a los paseos, incluso al conocimiento de lo que es la cultura de un territorio", afirma a Efe.
De esta forma, los 13 socios de este proyecto transfronterizo siguen trabajando e intentan coordinarse pese a las dificultades que impone la pandemia y a sus diferentes puntos de vista, ya que, como subraya Errea, "vivimos muy cerca pero somos muy diferentes".
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