2021 es el segundo año en el que el 6 de julio se vive como un día más, sin los nervios de que lleguen las 12 del mediodía para que suene el cohete del Chupinazo y con pocos pamploneses vestidos de blanco, con el pañuelico atado en la muñeca.
Este martes 6 de julio las calles de Pamplona no vibraban con los almuerzos pre-Chupinazo y la ronda por los bares de después. El sirimiri típico del norte y la mínima sorpresa que causó la cancelación de las fiestas en la población han sido dos de los principales factores que han hecho que hoy Pamplona no viviese su día grande de la forma habitual.
Nuria Lodosa y Paula Gómez, pamplonesas de 20 años, han ido a almorzar a la calle San Nicolás porque "es donde hay un poco más de ambiente", pero tienen claro que "hay que disfrutar lo máximo que se pueda de los Sanfermines, pero teniendo mucho cuidado". Ambas coinciden en que "el año pasado había menos medidas, sobre todo dentro de los bares".
El aforo permitido y la obligación de estar sentados han cambiado su modo de disfrutar de los no Sanfermines, pero estas jóvenes lo tienen claro: "nosotras creíamos que este año iba a haber Sanfermines, pero el año que viene cruzamos los dedos para que nos dejen celebrarlos".
Lourdes y Jordi, un matrimonio de Barcelona, se conocieron hace 30 años en Pamplona el día del Chupinazo. "Hoy estamos aquí celebrando que hace 30 años desde que nos conocimos, porque aunque el Chupinazo de este año sea un poco 'descafeinado', esta es una fecha muy señalada para nosotros", cuenta el matrimonio.
"Solíamos ver el Chupinazo en la Plaza del Castillo, y nos da pena que este año no haya nada, pero queríamos recordar este día tan importante", apuntan resignados. Disfrutando de una cerveza en la calle Zapatería, muy cerca de la Plaza Consistorial, escuchan los cohetes que se lanzan a las 12 del mediodía de forma extraoficial, y según Jordi "en nuestra época el Chupinazo era más heavy, con cristales de botellas de champán rotas en la calle, pero estos últimos años era más tranquilo, y se agradece".
Cristina Santamaría, pamplonesa de 22 años, va a comer con su cuadrilla. "Estamos dando una vuelta por el centro para tomar el vermú, pero comeremos en Iturrama porque preferimos evitar las aglomeraciones", cuenta la joven.
"Después de lo que ha pasado en Salou, preferimos evitar riesgos, porque casi todas estamos trabajando", apunta. Esta joven pamplonesa lleva un tatuaje de San Fermín en el brazo y cuenta que "mi familia es muy sanferminera y nos ha afectado bastante que estos dos años no haya habido San Fermín". "Los planes han cambiado, y las diferentes formas que había de disfrutar de las fiestas se han reducido a comer con la cuadrilla el día 6", admite con pena.
Marisol Solís y Carlos Martínez, un matrimonio pamplonés, también han reducido sus planes a "ponernos el pañuelo, ir a tomar el vermú y a casa". Coinciden en que es "muy triste" esta situación y "esperamos que se pueda volver a las verbenas de antes".
Íñigo Garcés, Íñigo lópez y Fernando Beriain, pamploneses de 18 años, coinciden en que "este Chupinazo está siendo bastante triste porque siempre lo hemos vivido en la Plaza del Castillo" y este año han tenido que cambiar el plan: "nos hemos juntado en una casa para disfrutar un poco del día".
Este grupo de amigos planea unos Sanfermines tranquilos, en los que "vamos a juntarnos con los amigos para comer, porque ahora que cierran los bares a la 1 no se puede salir a la noche tampoco". Además, se han mostrado sorprendidos porque "aunque no haya fiestas oficiales, el año pasado se veía más gente, celebrando lo que se podía, pero ahora no hay nadie por las calles".
María García, voluntaria de la DYA, cuenta que "está siendo como un día normal, no se nota ambiente de Sanfermines" y cuenta entre risas que "estamos hasta aburridos". Destaca la diferencia de afluencia de gente entre este año y el año pasado y cree que "con los últimos brotes, la gente está asustada y prefiere quedarse en sus barrios que venir al centro".
"En unos Sanfermines normales a estas horas ya habríamos atendido a bastantes personas con cortes, esguinces, caídas o golpes de calor; pero hoy no hemos tenido que ayudar a nadie", cuenta esta voluntaria.
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