Las fiestas de San Fermín están cargadas de música y baile. Los gaiteros, los tamboriles y los txistularis se ocupan de atraer a la gente por las calles de Pamplona. Mientras ellos se encargan de la música, hay otros personajes muy conocidos que se ocupan de bailar y entretener a los viandantes.
Desde el día 6 de julio hasta el día 14 del mismo mes, la comparsa de gigantes y cabezudos se abre camino en la capital navarra para darle color y brillo a las fiestas de San Fermín. Estos curiosos personajes son extremadamente populares entre los jóvenes y algunas de estas figuras tienen más de 150 años de antigüedad.
Los ocho gigantes de Pamplona danzan al ritmo de la música que les acompaña, y los seis cabezudos se acercan a los más pequeños para saludarles con gentileza. Sin embargo, los kilikis, al igual que los zaldikos, se acercan a los niños y niñas de Pamplona con otras intenciones más viles.
Los seis kilikis se distinguen del resto de la comparsa por ser más pequeños que los cabezudos y por vestir un tricornio en la cabeza. Además, en comparación con los amigables cabezudos, los kilikis se dedican a recorrer las calles de Pamplona atormentando a los niños y golpeándoles con una verga de gomaespuma. Antiguamente, llevaban a cabo sus travesuras con vejigas animales infladas o cuero.
Anteriormente, se les conocía como gigantillos, hasta que durante el siglo XIX, empezaron a ser llamados cabezudos o bocaparteras. Aunque el origen del término "kiliki" es incierto, algunos creen que viene del euskera "kili-kili", que significa cosquilla o moscorra.
Estas crueles figuras se llaman Coletas, Barbas, Patata, Napoleón, Berrugón y Caravinagre. Curiosamente, los seis no fueron creados ni en el mismo año ni por la misma persona. Coletas y Barbas se idearon en 1860 por Tadeo Amorena, quien también diseñó a los ocho gigantes; Patata y Napoleón se crearon en 1912 por el barcelonés Benito Escaler; y Berrugón y Caravinagre surgieron en 1941 por obra de los talleres Porta-Coeli de Valencia.
Hoy en día, Caravinagre es el más famoso y su rostro ha sido utilizado en el cartel de las fiestas de San Fermín en varias ocasiones. Además, algo que muchos desconocen es la existencia de un séptimo kiliki. Este personaje "secreto" se llamaba Ribero, el cual fue donado por la Orden del Volantín de Tudela en 1977. Este kiliki, vestido de pamplonica, ya no participa en el desfile debido a su estética diferente respecto a sus otros compañeros.
No queda muy claro el porqué los kilikis golpean a la gente con la verga de gomaespuma, pero una posible hipótesis es que dado su carácter provocador y al posible significado de su nombre, se decidiera que llevaran unos objetos con los que perseguir y fastidiar.
Pero el mérito de hacer de San Fermín una festividad tan viva recae en los casi 60 porteadores que llevan, literalmente, el peso de la comparsa al completo a sus hombros. En momentos clave del día, estas personas van haciendo turnos para llevar a estos simpáticos personajes y así hacer que la gente en Pamplona disfrute de las fiestas.
Los kilikis, con su carácter provocador, añaden emoción y dinamismo a las fiestas, convirtiéndose en una atracción esperada por todos. Este comportamiento travieso y juguetón tan característico es una forma de interacción y diversión durante las celebraciones, y que ha triunfado entre los más pequeños por años.
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