De bien nacido es ser agradecido, y Santiago Molinos lo está; y mucho. Este jueves se despidió de toda una vida entre las aulas del colegio La Anunciata de Tudela, aplaudido por centenares de sus alumnos. Se trata de una imagen que no se le olvidará nunca y que pone un broche de oro a 42 años de docencia ininterrumpida.
Asegura que no se lo esperaba, que cuando se marchaba a casa y escuchó jaleo fuera del despacho no sospechaba que todo el alumnado de Primaria irrumpiría en aplausos dispuestos ordenadamente en las escaleras del centro. "Fue un momento muy emocionante, y me puse muy contento", relata. "Luego, cuando salí por la puerta y me encontré con todos los chavales de la ESO, los que hasta ayer eran mis alumnos, haciéndome un pasillo, la verdad es que me emocioné".
No era para menos porque Santiago ha pasado más de tres cuartas partes de su vida entre esas paredes. Entró con tres años, en 1962 en la escuela primaria y salió con 10 para estudiar el bachillerato. Probablemente jamás pensó que volvería, pero la vida, tras pasar por la universidad y graduarse en Magisterio, le puso de nuevo en las mismas aulas que pisó de niño.
Fue en 1981 haciendo una sustitución y con un horizonte laboral todavía por despejar, porque en 1982, el año de Naranjito y el Mundial de España. fue llamado a filas. La "mili" obligatoria le llevó bien lejos de Tudela: a La Palma, en las Islas Canarias. Pero una vez que cumplió con el deber y de vuelta a casa, una nueva sustitución le abrió las puertas del colegio.
Hay que tener en cuenta que el profesorado de aquellos comienzos de la EGB recién implantada era eminentemente femenino; de hecho, fue el primer profesor de la historia del colegio, que por entonces todavía lo llevaban las Hermanas Dominicas de Tudela.
Desde entonces, desde 1983 y de forma ininterrumpida hasta este viernes, Santiago ha formado parte de la vida de La Anunciata como profesor, principalmente impartiendo la asignatura de Ciencias Sociales a los alumnos de Secundaria, aunque le ha tocado de todo, especialmente los años que ha dado clase en Primaria donde, como tutor, impartía varias asignaturas: Conocimiento del Medio, Educación Física, Plásticas, Apoyo, Técnicas de Estudio, Habilidades Sociales...
Además, en todos estos años se ha convertido en todo un referente para cientos de chavales que han pasado por sus manos. "Es imposible acordarse de todos, pero sí que me acuerdo de la mayoría, y es una gozada, cuando las diferentes promociones que han celebrado aniversarios de su paso por el colegio, se juntan para recordarlo y me invitan, ver que de alguna forma les has dejado huella es una sensación muy difícil de describir".
Porque Santiago ha tenido meridianamente claro que su labor no era sólo impartir clases y evaluar conocimientos, sino que, de alguna manera, ha ayudado a muchísimas familias en la educación de sus hijos. Por eso, para él, ver que sus alumnos triunfan en la vida como ingenieros, periodistas, arquitectos, médicos... es todo un premio. Y no sólo profesionales universitarios, también albañiles, fontaneros y operarios, porque todos recibieron una formación en valores de la que él se siente partícipe.
También ha sido un referente para sus compañeros profesores. El director de Secundaria de La Anunciata, Fernando Puértolas, le define como "un gran profesional y buen compañero". "Santiago ha sido de esos profesores vocacionales, comprometidos con la enseñanza. Es de esos maestros que nunca se ha puesto de perfil ante un problema de algún chico, que siempre se ha mojado en buscar soluciones, y por eso es tan querido".
Por eso, preguntarle a Santiago qué significa el colegio para él, después de 50 años de los 64 y medio que tiene en la actualidad, es encontrar una respuesta tan rápida como contundente. "Para mí, La Anunciata es un sentimiento. Es un sitio donde he sido muy feliz".
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