• viernes, 29 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Cuatro jóvenes navarros realizan un voluntariado de promoción de la salud en Guatemala

Laura Cano, Belén Pérez, Marcos del Pozo y Carolina Moncada, todos ellos graduados y estudiantes de la Universidad de Navarra colaboraron con la Fundación para el Desarrollo Integral.

Carolina Moncada, Laura Cano, Belén Pérez y Marcos del Pozo, estudiantes y graduados de la Universidad de Navarra, han estado tres semanas en Tecpán. UNIVERSIDAD DE NAVARRA.
Carolina Moncada, Laura Cano, Belén Pérez y Marcos del Pozo, estudiantes y graduados de la Universidad de Navarra, han estado tres semanas en Tecpán. UNIVERSIDAD DE NAVARRA.

Cuatro jóvenes navarros han estado durante el mes de julio en Vistabella, una aldea cercana a Tecpán, en Guatemala, realizando labores de promoción de la salud. Se trata de Laura Cano, Belén Pérez, Marcos del Pozo y Carolina Moncada, todos ellos graduados y estudiantes de la Universidad de Navarra.

Los voluntarios viajaron el 6 de julio a Vistabella, situada en una zona de montañas rodeada de volcanes, para colaborar con FUDI (Fundación para el Desarrollo Integral). Allí estuvieron hasta el día 31. Esta institución, que cuenta con tres centros, promueve el empoderamiento de las familias -especialmente en el entorno rural- ofreciendo formación y acompañamiento para mejorar su calidad de vida.

Los jóvenes navarros colaboraron en uno de ellos, llamado Aq´on Jay (Casa de Salud), donde trabajan en varios programas de atención primaria, desnutrición infantil, mejora de las condiciones sanitarias de las familias, etc.

Laura Cano, graduada del programa Economics, Leadership & Governance de la Facultad de Económicas; Belén Pérez, graduada en Psicología; y Marcos del Pozo, graduado en Comunicación Audiovisual, colaboraron, desde sus disciplinas, en el proyecto “Acompáñame a crecer”, cuyo objetivo es crear un centro de estimulación temprana para los niños que están en riesgo de desnutrición.

Los tres fueron casa por casa de las aldeas de la zona haciendo encuestas a las familias para ver quiénes se podían beneficiar del programa. Asimismo, ayudaron a la instalación de unas cocinas de leña con salida al exterior (para evitar el humo dentro de las casas) y colaboraron con temas administrativos.

Por otra parte, Marcos, que actualmente trabaja en Comunicación de la Clínica Universidad de Navarra, fotografió y grabó imágenes para ayudar a la Fundación con su promoción. “Un profesor me recomendó la experiencia el verano pasado y así me sembró la curiosidad. No obstante, el desencadenante principal fue mi deseo de hacer algo útil que pudiera tener un impacto positivo y esta experiencia de cooperación ha sido la manera perfecta de lograrlo”, señala. 

Por su parte, Carolina Moncada, estudiante de 6º de Medicina, atendió la consulta de atención primaria de la Fundación; acudió a jornadas médicas a las aldeas de alrededor; y ofreció charlas de planificación familiar. “Iba a estar con un médico, pero se jubiló, y al final trabajé sola con la enfermera. He aprendido muchísimo, sobre todo a ejercer la medicina sin herramientas. Todo lo que tenía a mano era mi fonendo, un tensiómetro y un termómetro. No había ni pruebas de imagen ni analíticas. Pero a veces con ojo clínico y mucho estudio eres capaz de tratar enfermedades, como se hacía aquí hace cien años”, explica la alumna.

Carolina quería aprovechar su último verano largo. “He hecho más voluntariados, pero tenía muchas ganas de viajar a otra cultura, donde existiera verdadera pobreza. Ha resultado muy chocante y todavía no he tenido tiempo de asimilar todo lo que he conocido. Hay unas desigualdades muy grandes, no solo entre ricos y pobres, sino también entre mujeres y hombres, entre niñas y niños. Niñas que sacan del colegio a los diez años para ayudar en casa, que se casan con 15 y con 16 son madres”, cuenta la estudiante de Medicina. En este sentido, la experiencia le ha servido para valorar vivir en una sociedad donde, según afirma, “como mujer tengo la oportunidad de hacer lo que quiera, de trabajar en lo que me gusta y de que se me valore”.

Carolina no descarta volver en el futuro. “Me gustaría ser ginecóloga y allí podría hacer muchísima labor por las mujeres. Las madres de esas familias, muchas de ellas jovencísimas, se dedican a su hijos, que están bastante bien atendidos. Los padres también, porque son los que llevan el dinero a casa. Pero a las madres nadie las cuida. Las patologías más graves que he visto han sido en ellas, especialmente ginecológicas”, asegura.

De esta experiencia, Laura, Belén, Marcos y Carolina también se llevan a la gente que han conocido, no solo al resto de voluntarios, sino sobre todo a las personas que trabajan en la Fundación. “Son ejemplos que me llevo para siempre: trabajan con todo el corazón, con todo su cariño por sus propias comunidades. Entre ellas, la enfermera con la que trabajé o la gerente de la Fundación, que nos llevaba los fines de semana a conocer esa zona de Guatemala”.


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