• jueves, 28 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Finalizan las obras de restauración en la torre telegráfica de Alsasua construida en 1844

La torre de Basaluze, declarada por el Gobierno de Navarra como Bien Inventariado, es la única que queda en pie de las tres ubicadas en Navarra.

Finalizan las obras de restauración en la torre telegráfica de Alsasua. GOBIERNO DE NAVARRA
El antes y el después de las obras de restauración en la torre telegráfica de Alsasua. GOBIERNO DE NAVARRA

La consejera de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola, ha realizado la entrega, de forma simbólica, de las llaves de la torre óptica de Basaluze al alcalde de Alsasua, Javier Ollo.

El edificio ha sido completamente restaurado por el Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarra con una inversión total de 250.527,53 euros. La empresa encargada de la obra ha sido Construcciones Leache.

La devolución de las llaves se ha realizado en un acto de presentación por parte del arquitecto del proyecto, José Luis Franchez Apecechea, que ha explicado los pormenores de la rehabilitación y del contenido de un panel informativo sobre este tipo de torres colocado a la entrada del edificio.

La Directora del Servicio de Patrimonio Histórico, Susana Herreros, ha acompañado a la consejera en la visita. Ahora queda en manos del Ayuntamiento la mejora de los accesos al edificio y su apertura al público.

La torre de Basaluze, declarada por el Gobierno de Navarra como Bien Inventariado, es la única que queda en pie de las tres ubicadas en Navarra. Formaban parte de la línea de telegrafía óptica denominada de Castilla, que enlazaba Madrid con Irún, y que fue construida entre 1844 y 1846. Esta línea, a la que pertenecían también las torres Ziordia y Engara, esta última también en Alsasua, fue inaugurada en 1846, y se dejó de utilizar en el año 1855.

OBRAS REALIZADAS

La torre de Basaluze es de planta cuadrada. Conservaba por completo sus muros, pero había perdido la estructura de madera horizontal interior y de cubierta y las carpinterías de puerta y ventanas.

El cuerpo principal de la torre, de 6,40 m de lado, está compuesto por un zócalo liso apenas resaltado, anchas fajas lisas en las esquinas y una delgada de remate que definen los entrepaños, divididos en dos pisos por otra faja, todo en piedra labrada.

En los cuatro frentes se abre en cada planta una amplia ventana rectangular con faja perimetral resaltada, que se convierte en puerta en la planta inferior. El interior es de mampostería y conserva parte del revoco de mortero de cal; se conservan restos de algunos cabezales de madera de las ventanas y se ven los mechinales de los forjados de madera desparecidos.

Las obras realizadas en la torre han pretendido su restauración arquitectónica conforme a las características originales, a la vista de los datos que han proporcionado el levantamiento de planos que se realizó en 2017, y los documentos históricos conocidos.

No se ha planteado la incorporación de un uso específico nuevo en la torre, ni del sistema de comunicación por señales que dispuso en la cubierta durante los pocos años en que estuvo en uso ya que la relación visual entre esta torre y las contiguas de la línea -desaparecidas-, no se produce en la actualidad.

Se ha repuesto la estructura de roble de los forjados interiores y de la cubierta plana de la torre conforme a las condiciones originales derivadas del estudio de los muros interiores y del contraste con la configuración arquitectónica de otras torres de telegrafía óptica restauradas en España.

Se ha repuesto también una escalera de caracol interior metálica ajustada al trazado de la que tuvo la original de la torre en el ángulo sudeste. Así mismo, al retirar los escombros depositados en la planta baja del interior apareció en buen estado de conservación el pavimento original de la torre, de gruesas losas de piedra caliza, que se ha conservado.

En el exterior, se han preservado alguno de los restos del revestimiento de mortero de cal que tenía la fachada sur, y el resto de paños de mampostería se han revestido con mortero de cal. Los zócalos, enmarques, impostas, cornisa y peto de remate, todos de sillería vista, se han reparado y rejuntado.

Se han colocado, además, nuevas carpinterías de madera de roble en la puerta de acceso, en las tres ventanas de planta primera y en las cuatro de planta segunda. Las doce aspilleras de planta baja no se han cerrado para facilitar la ventilación del interior de la torre.

La cubierta plana es accesible desde el interior de la torre y permite unas singulares vistas sobre Alsasua y la Barranca. También se ha colocado en el exterior un panel informativo que da cuenta del origen de la torre y del funcionamiento  de la telegrafía óptica en España.

FUNCIONAMIENTO

El telégrafo óptico fue ideado en Francia a finales del siglo XVIII. En España se impulsa en 1844 una red de telegrafía óptica, de la que se llegaron a construir tres líneas: la denominada línea de Castilla, que parte de Madrid, estaba formada por 52 torres, entre ellas la de Basaluze, que unía la capital con Irún; la de Cataluña, hasta Port Bou; y la de Andalucía, que llegaba a Cádiz.

Tuvieron una vida corta, por la instalación casi inmediata del telégrafo eléctrico: la línea de Madrid-Irun, inaugurada en 1846, se dejó de utilizar en 1855.

Las torres obedecen a un diseño específico que responde a dos requisitos: la colocación en su coronación del mecanismo de señales del telégrafo óptico y la capacidad de defensa para que en caso de conflicto no se cortara la comunicación. A esto se suma el emplazamiento en el terreno que permitiera el enlace visual con las torres inmediatas de la línea telégrafica. Uno de sus mayores inconvenientes era su limitación de uso, solamente en horas diurnas y en días claros, sin nieblas.

El desconocimiento de estas edificaciones y de su función como estaciones telegráficas  es prácticamente total en la actualidad. La de Basaluze es una de las pocas que ha llegado hasta la actualidad bastante completa, pero apenas queda recuerdo de su función.

Estas edificaciones son el testimonio material de un sistema de comunicaciones de carácter visual ideado y empleado en una época histórica concreta y de corta vigencia. Recuerda, en cierta medida, las fórmulas de comunicación visual, seguramente muy elementales, que pudieron existir entre las torres de frontera en la Edad Media.  

 El telégrafo óptico fue un hito del progreso en el ámbito de las comunicaciones. Las torres de telegrafía óptica que han pervivido, como la de Basaluze, son testimonios materiales de valor cultural.


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Finalizan las obras de restauración en la torre telegráfica de Alsasua construida en 1844