Los trabajos de catas geológicas en la Sierra de Aralar para estudiar la conexión ferroviaria del Tren de Alta Velocidad (TAV) entre Navarra y Euskadi están sufriendo sabotajes por parte de opositores al proyecto, lo que está ralentizando la toma de decisiones sobre el trazado definitivo, según ha publicado El Correo.
Entre los actos de sabotaje registrados figuran el desplazamiento de estacas, daños en la maquinaria técnica y "visitas" continuas de vecinos y representantes municipales a los operarios que trabajan en las prospecciones. Estas acciones tienen como objetivo ralentizar los estudios geológicos que resultan claves para determinar la viabilidad técnica del trazado.
Estas catas geológicas son esenciales para decidir cuál de las tres opciones sobre la mesa será la elegida para conectar el TAV navarro con la ‘Y vasca’. Dos de esas alternativas pasan por Ezkio, en Guipúzcoa, mientras que la tercera opción plantea el enlace por Vitoria.
El Gobierno central y el Ejecutivo vasco llevan meses trabajando en la búsqueda de una solución técnica viable, pero los problemas para acceder a los terrenos donde se realizan los estudios han dificultado el proceso. Según ha reconocido el Ministerio de Transportes, los propietarios de los terrenos están poniendo trabas a las prospecciones. Para solventar esta situación, se ha recurrido a una fórmula legal que permite la ocupación temporal de los terrenos y, así, avanzar en los análisis previos.
La situación que se está viviendo en Aralar trae a la memoria los sabotajes y ataques que sufrieron las obras del TAV hace más de dos décadas, cuando ETA y su entorno político convirtieron el tren de alta velocidad en un objetivo prioritario. Aunque los actos actuales no tienen la misma intensidad que los de entonces, los boicots recientes han activado las alarmas entre las instituciones.
Los ataques más recientes muestran que algunos sectores siguen rechazando este tipo de proyectos estratégicos. A pesar de que la mayoría de la sociedad navarra y vasca ve en el TAV una oportunidad para el desarrollo económico y la conectividad, una minoría insiste en imponer su criterio y en ralentizar un proyecto clave para el futuro.
La conexión del TAV entre Navarra y Euskadi sigue siendo uno de los proyectos más importantes en el ámbito de las infraestructuras en ambas comunidades. Sin embargo, los retrasos provocados por los sabotajes representan un nuevo obstáculo en su puesta en marcha, alargando una decisión que se ha ido posponiendo durante años.
El proceso, ya de por sí complejo por las dificultades técnicas y administrativas, se complica ahora con estos actos de boicot que ponen de manifiesto la oposición de determinados sectores a un proyecto que sigue avanzando, aunque a un ritmo más lento del esperado.
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