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TRIBUNALES

Prisión para un vecino de Pamplona por arrancar a puñetazos los dientes a su pareja durante un permiso penitenciario

El hombre contaba con múltiples condenas a sus espaldas por maltrato a su pareja llegando a agredirla brutalmente durante los permisos pese a la orden de alejamiento.

Palacio de Justicia de Pamplona.
Palacio de Justicia de Pamplona.

Un vecino de Pamplona, nacido en Badajoz, ha sido condenado a 8 años y 11 meses de cárcel por romper el hueso de la encía a su pareja, agresión por la que ha perdido varios dientes en una paliza durante un permiso penitenciario.  La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra celebró el juicio oral el jueves 16 de junio de 2016 al hombre de mediana edad que contaba con varias condenas pendientes de maltrato a su expareja por las que se encuentra actualmente en la prisión de Pamplona. 

El hombre ha sido condenado por un delito de quebrantamiento de condena con la agravante de multi-reincidencia, un delito de maltrato de obra y de lesiones con deformidad reincidente, un delito de maltrato no habitual reincidente y un delito de coacciones también con la circunsatancia agravante de reincidencia que suman 8 años y 11 meses de prisión para el condenado.

Además, deberá indemnizar a su expareja con 10.600 euros por la incapacidad temporal juntos con los gastos de la colocación de implantes que precisa la mujer. 

Ha quedado absuelto de los delitos de allanamiento de morada, robo con violencia y detención ilegal además de otro caso de maltrato del que se le acusaba. La sentencia aún no es firme y cabe recurso contra ella.

El condenado conoció a la víctima en el verano de 2009, cuando ambos mantuvieron una relación sentimental, sin llegar a convivir. Al tratar la mujer de no continuar con la relación, el procesado comenzó a comportarse de forma "muy agresiva, rompiendo cosas e insultándola".

PRIMERA AGRESIÓN DURANTE UN PERMISO 

Los hechos por los que se ha condenado al hombre tuvieron lugar en torno dos permisos penitenciarios del acusado, en el primero de ellos, del 6 al 9 de mayo de 2015 el hombre se habría presentado en la casa de la víctima. Durante el juicio el hombre negó que fuese a la casa, además de la totalidad de las agresiones de las que se le acusaba.

La mujer por su parte señaló que el hombre se personó voluntariamente pese a la orden de alejamiento que tenía y ella abrió la puerta después de que él insistiera. En un momento dado, ya en la calle, la mujer señaló que él le pidió el móvil y ella dijo que no. La mujer añadió que su expareja consideró que si no le daba el móvil era porque "lo quería para hablar con alguien" que "si no se lo habría dado".

Tras la negativa el hombre la habría "empotrado contra la pared”, le quitó el móvil y al no poder encenderlo lo rompió contra la pared. Además el acusado le habría quitado unas llaves de casa que llevaba en el bolso pero la víctima no se percató del robo porque no eran las que ella usaba sino las que les dejaba a sus hijas, según señaló en la vista oral, aunque finalmente no se ha considerado probado el robo.

SEGUNDA AGRESIÓN

Mes y medio más tarde, los días 23 y 24 de junio de 2015, el hombre volvió a disfrutar de un permiso penitenciario y de nuevo fue a casa de la víctima y comenzó a tocar el timbre hasta que la mujer finalmente le abrió la puerta. La mujer defendió en el juicio que no llamó a la policía porque “no quería que se hicieran más daño” y “no creía que esto no se pudiera arreglar de otra manera”.

Una vez en el interior le propinó una fuerte paliza que según relató la mujer fue "constante durante toda la noche" del 23 al 24 de junio. Le dio puñetazos en la cara y en el abdomen hasta romperle el hueso de la encía quedando los dientes sujetos " de un hilo".

Salió de casa y el agresor también. La mujer fue sola a urgencias donde la examinaron pero dijo que no quería presentar ninguna denuncia. Llamó a la coordinadora de su trabajo para decirle que estaba en el hospital y que podría ser que no fuese a trabajar al día siguiente por lo ocurrido. La compañera se presentó en el centro médico y la acompañó de nuevo a su casa.

La compañera llevó en coche a la mujer que volvió a casa con las magulladuras visibles y un aparato bucal para sujetar los dientes. Antes de bajarse del coche de su compañera la mujer miró que no hubiese nadie en la calle y subió al piso. Entró en casa donde estaba todas las luces apagadas y su expareja en el interior que al parecer entró con las llaves que le habría quitado hacía mes y medio.

El hombre la volvió a agredir, le propinó puñetazos, cabezazos y la amenazó con una botella. La mujer describió la agresión ante el juez como “brutal y muy continuada, fue toda la noche”, "Tenía dudas de si me había roto la nariz”.

LA VERSIÓN DE LOS TESTIGOS

A la mañana siguiente la mujer tenía que ir a trabajar y salió de la casa, el hombre no se lo impidió. En la calle se encontraba el policía municipal encargado de vigilar que la expareja no se acercase a ella durante el permiso. El agente se bajó del vehículo vestido de paisano y vio que la mujer tenía sangre en la ropa, tenía los ojos amoratados, la nariz hinchada y se tapaba la boca para hablar ya que varias piezas dentales estaban colgando.

El agente que declaró en el juicio señaló que tras la mujer, con unos 5 minutos diferencia salió el encausado del portal de la mujer y se colocó de forma desafiante frente a ellos. Cuando el agente se dirigió a él para decirle que qué había hecho, le preguntó que quién era y fue entonces cuando el agente se identificó como tal.

Procedieron a la detención del hombre. La mujer no quiso denunciar en el momento ya que según informó el agente la mujer “estaba en estado de shock” y sólo pensaba en que llevaba poco tiempo en su trabajo y tenía que irse a trabajar. 

Durante el juicio testificaron tanto la doctora de cabecera de la mujer que valoró las lesiones como la doctora que lleva el seguimiento psicológico.

La doctora que examinó a la mujer señaló en el juicio que la mujer presentaba una ruptura de la raíz de los dientes en la sujeción con el hueso y del propio hueso lo cual hacía que se tratase de un arreglo aún más complejo que si hubiese perdido los dientes.

Por su parte, su psicóloga señaló que la mujer padece un trastorno de personalidad y tendencia depresiva ya que no ha tenido una vida fácil, lo cual se vio drásticamente agravado con lo sucedido.

Con respecto a la relación que mantenía la víctima con el supuesto agresor, se preguntó durante la vista a la mujer si era suya la autoría de varias cartas enviadas a su expareja con términos como “Hola, cielo”, “Me dijiste que salías pronto y pasan los días y nada”, “te espero”, “Hola, amor mío”, “me haces mucha falta”. La mujer reconoció la autoría de las cartas que habrían sido escritas en el intervalo entre el supuesto robo de las llaves y el segundo permiso.

El Fiscal solicitaba para el ahora condenado una pena de 17 años y 3 meses de prisión, además de indemnizar a la víctima con 2.000 euros además del importe del arreglo de las piezas dentales que la mujer no había podido arreglar porque “no había tenido capacidad económica para arreglarlos”.

Por todos estos hechos, al hombre se le acusaba un delito continuado de quebrantamiento de la orden de alejamiento, un delito de robo con violencia con maltrato no habitual, un delito de lesiones con deformidad, allanamiento de morada, maltrato no habitual, maltrato habitual y falta de daños.

Teniendo en cuenta que para la sentencia concurría el agravante la reincidencia por varios delitos contra la misma persona por los que ya había sido juzgado y condenado.

El encausado acumula varias condenas previas por casos anteriores de maltrato a su expareja, la primera de ellas se remonta al año 2010 y el hombre lleva 6 años de prisión por estas causas.


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