- lunes, 01 de septiembre de 2025
- Actualizado 21:00
Confieso que aún estoy boquiabierto tras ver cómo una jicha/jitxa del Peneuve viene desde Vizcaya a Pamplona a mearse en nuestras instituciones y la presidenta de Navarra, lejos de afearle el charco de orín que deja en casa ajena, se pone de parte de la meona a echarnos la bronca a los que flipamos.
A mi compañero columnista de por aquí, Laporte, me consta que le jode que cuelgue fotos desde las terrazas en las que escribo bajo el título de “mi oficina”. No le voy a hacer ni puñetero caso, por chinchar, y voy a contar lo que veo, cervecita fresca en mano, desde esta en la que me encuentro, en pleno baluarte del Redín, esperando a los bárbaros.
Salvo honrosas excepciones, y suicidas, un par o tres de bares que adoro donde aún pelean por traer grupos en directo, el mejor lugar para la cultura musical en Pamplona es la estación de autobuses: coges un bus y en cinco horas te plantas, por ejemplo, en Madrid para ver los conciertos que quieras.