• viernes, 12 de diciembre de 2025
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COMERCIO LOCAL

María, la navarra que abre un nuevo capítulo en el centro de Pamplona con una floristería histórica: “Es una gran apuesta”

Este viernes han abierto un segundo local en pleno centro de la capital. 

María Salvado de floristería El Árbol en su nuevo local de la calle Sancho el Mayor 7 de Pamplona. PABLO LASAOSA
María Salvado de floristería El Árbol en su nuevo local de la calle Sancho el Mayor 7 de Pamplona. PABLO LASAOSA

La floristería El Árbol ha abierto un segundo local en pleno centro de Pamplona. Lo ha hecho en la calle Sancho el Mayor, 7, como una ampliación natural de un negocio histórico que mantiene su corazón en la calle Paulino Caballero. 

El Árbol ha sido, durante años, una floristería con personalidad propia. No solo por lo que vende, sino por lo que transmite cuando se cruza la puerta: ese sonido constante del agua y esa mezcla de olores que cambia con las estaciones.

En ese escenario, María Salvado asumió el relevo en 2024 y ha empujado el proyecto un paso más allá. “Cogí la floristería en enero de 2024, ya van hacer dos años. Me apetecía volver a acercar la floristería más al centro, dándole un punto más actual y moderno. Me apetecía que El Árbol continuara con su legado”, explica la joven navarra. 

Con esa idea, la joven navarra ha ido construyendo una etapa nueva sin perder de vista lo que ya funcionaba: la atención cercana, el conocimiento del producto y la sensación de entrar en un lugar “de los de siempre”.

La apertura del segundo establecimiento no ha llegado como un gesto improvisado, sino como una decisión que se ha ido consolidando con el tiempo. Un local nuevo, otra ubicación, otro ritmo de barrio, pero la misma intención: seguir haciendo de la floristería un punto de referencia. “Es una gran apuesta pero espero que con mucho esfuerzo siga todo funcionando bien”.

El nuevo espacio se ha planteado con una identidad similar, aunque con matices prácticos. “No va haber diferencias, sí que la nueva es un poco más pequeña de tamaño y será una floristería de barrio. Aunque sí que en una vamos a atender a novias pero en otra no, por lo demás exáctamente iguales”.

Porque una floristería es mucho más que vender ramos. En días señalados, el trabajo se multiplica; y cuando entran proyectos grandes, como bodas o eventos, el oficio se convierte en una mezcla de creatividad, técnica y planificación al minuto. “Es emocionante hacer los proyectos que nos tocan como decorar bodas o espacios que no habríamos pensado que decoraríamos”.

Ese tipo de encargos también tiene una parte emocional, porque implica acompañar momentos importantes de otras personas. “También, que la gente confíe en nosotras para regalar flores a sus seres queridos es muy bonito. Es emocionante que vengan y quieren que seas tú las que hagas el detalle por el motivo que sea. Es muy bontio ese apoyo”. 

Detrás del mostrador, sin embargo, hay un trabajo poco visible. La flor es delicada, vive a contrarreloj y obliga a tomar decisiones rápidas. Salvado lo resume sin adornos: “El sector de las flores es muy bonito pero muy duro. Tenemos que estar preparadas para cualquier cosa, hay que conocer muy bien la flor. Pero en este sector, entre todas las floristerías nos apoyamos y ayudamos, eso está muy bien”. Y añade una idea clave para entender el día a día: “Es un producto pereceredo, hay que tener muy claro los tiempos y temperaturas”.

La apertura del segundo local también ha llegado con un aprendizaje personal. La responsabilidad de sostener un negocio, tomar decisiones y gestionar equipos tiene una cara menos romántica. “Es un camino duro pero emocionante. Hay ocasiones que te encuentras sola o no puedes compartir todo lo que se te pasa por la cabeza. Pero es muy agredecido también”.

En ese equilibrio entre presión e ilusión, Salvado asegura que no camina sola: “Es un camino que disfruto y me lo paso bien, tengo un equipo que resonde y vamos todas en la misma dirección”.

María Salvado, que ha estudiado Publicidad y Relaciones Públicas, ha aplicado esa mirada contemporánea a un oficio tradicional. 

Y en el momento de abrir el segundo local, ha querido subrayar algo que considera decisivo: el apoyo de los suyos y de la clientela que ha seguido entrando por la puerta de El Árbol. “Quiero agradecer a la gente que me acompaña, a mis amigos, familia, pareja. A la gente que han seguido confiando en El Árbol y a los nuevos que han venido. Si ellos no nos hubieran apoyado no sería posible abrir un segudno local”.

Con la nueva persiana ya levantada en Sancho el Mayor, 7, El Árbol ha ampliado su presencia en Pamplona sin renunciar a su esencia. Mientras tanto, el local de Paulino Caballero sigue siendo ese lugar especial y tan característico. 

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