Carlos Azcona Garín es un frutero navarro muy particular. Su tienda no tiene nombre y el escaparate lo tiene lleno de carteles escritos por él con el ánimo de buscar una sonrisa entre sus clientes y vecinos del barrio.
El propio dueño de la tienda desvela que la frutería se llama 'Casa Butaca'. Está situada en la calle Espoz y Mina 14 de Estella. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.
Como es el caso, por ejemplo, de la tienda de antigüedades de Eduardo Peral, o la antigua farmacia Torres que ahora dirige la estellesa Oihane Andueza en la calle Ruiz de Alda.
La frutería de Carlos lleva muchos años abierta en la ciudad del Ega. Además, mantiene el estilo de los antiguos ultramarinos con productos de todo tipo colocados por todas partes, sin un solo hueco a la vista.
Los carteles colocados en el escaparate dicen lo siguiente: "Por favor si vienes con prisa entra despacio". "Los hombres que guarden la cola. Las mujeres no". "Este establecimiento tiene a su disposición chochicos de anis relajantes".
"Si una pera vale 0,40, si una manzana vale 0,60, si una ciruela vale 0,80 ¿Cuánto vale una naranja?. De premio un kilo de sorpresa". Tiene al muñeco Blas sujetando un cartel que dice: "Sabes cuál es mi gran sueño, el que me da después de comer".
Carlos señala sobre como empezó el tema de los carteles: "Es un poco de humor, sin más, para alegrar a las abuelas del barrio. Esto comenzó al acabar la pandemia donde todo el mundo lo pasó mal y fue por poner una nota de humor, un poco de humor y alegrar un poco el barrio. Cuando los quitaba me decían que los echaban en falta y vuelta a poner carteles otra vez".
Carlos Azcona Garín tiene su propio mote o alias: "Me llaman 'Butaca', "que viene de mi abuelo Eustaquio Azcona que le llamaron así por alguna cosa que hizo. Vivía en la calle El Pilar y vendía naranjas, patatas. Luego siguió mi padre José por los pueblos. Luego mi hermano y yo en la tienda, y ahora me he quedado yo. Soy el último butaca, el último mohicano".
Carlos tiene ya 61 años y se le está acercando la jubilación: "Las abuelas no me dejan. Me quiero ir misionero pero no me dejan". Es la tercera generación de la familia en la tienda y cree que no hay relevo.
"No hay relevo. Yo soy el último butaca. Mis hijos no quieren seguir con esto. Esto hay que mamarlo. Yo estaba en la tienda desde pequeño en una caja de cartón con una manta que me ponía mi madre", señala el dueño de la frutería.
La actual tienda de fruta y verdura está abierta desde 1980. Es decir, ya son 44 años, pero siguen aguantando: "La cosa está muy jodida. No es por mi solo. Es en general. El comercio pequeño es como el quebrantahuesos. Le quedan cuatro telediarios. Ahora todo chuta por internet".
Carlos asegura que su clientela "en un 75-80% es gente jubilada y gente mayor. La gente joven va donde va a internet y a las grandes superficies. Yo aguantaré y desapareceré. Es lo que hay. Es ley de vida. Esto no tiene futuro. Son muchas horas y te tiene que gustar. Yo soy discípulo del santo Job", concluye Carlos Azcona con una sonrisa.
