Óscar y Agustín Juárez son dos hermanos enamorados de las motocicletas. Desde que tenían cinco años conocen las sensaciones que transmite pilotar una moto. Lo llevan en la sangre. Su padre les inculcó una afición que terminó convirtiéndose en su medio de vida. Aprendieron el oficio y hoy lucen orgullosos un taller propio en el mismo barrio de Pamplona en el que nacieron, estudiaron y crecieron: la Chantrea.
"Desde que tenemos uso de razón las motos han estado en nuestras vidas", explica Agustín, que relata que su padre, mecánico como ellos, tenía también un taller propio.
Aseguran que desde muy pronto les dio por el motocross y el mundo de la competición y que pasaban los fines de semana compitiendo por toda España. Desde que Agustín, que es mayor de los dos, tuvo edad de conducir coches y de ocuparse de la logística de un viaje para acudir a una competición han conocido cientos de lugares, siempre con sus motos.
Al principio competían los dos, pero una lesión temprana obligó a Agustín a dejar el pilotaje y centrarse en la mecánica. Óscar, sin embargo, siguió unos cuantos años más participando en campeonatos regionales y nacionales, con su hermano como mecánico. "Títulos regionales sí que tenemos, pero nacionales era más complicado. Creo que nuestro mejor puesto en un Campeonato de España fue un decimoquinto", señala Óscar, quien explica que "no sé si competir nos ha ayudado o no a comprender mejor las motos, pero sí que el hecho de habernos pegado más de 20 años trabajando en un taller nos ha enseñado a conocerlas en profundidad y también a respetarlas".
Y es que, para quien le gusta, pilotar una moto supone una sensación indescriptible, "pero también somos conscientes de los riesgos que entrañan, y con los años todos nos hacemos más prudentes y hacemos menos locuras", dice Óscar.
El caso es que también una lesión terminó por apartar a Óscar de las competiciones. Al mismo tiempo, el taller en el que trabajaban prácticamente desde su más temprana edad laboral; Motos Javier, iba a cerrar por jubilación del propietario, Javier Salillas.
"Fue el momento de tomar decisiones y optar entre seguir trabajando como asalariados para otro taller o establecernos por nuestra cuenta". La resulta es Motos Juárez, en la calle Canal número 8 de Pamplona, en la parte de Chantrea que limita con Ansoáin. "Es como cerrar un ciclo. Somos de aquí, estudiamos aquí, hacíamos vida aquí, ¿qué mejor sitio que abrir nuestro propio negocio que aquí y con lo que sabemos hacer?".
Desde su reciente apertura, se han volcado en la reparación de motos de todo tipo, "aunque estamos especializados en BMW", confiesa Agustín. "Todas las motos son diferentes, cada modelo tiene su parte concreta diferente que o la conoces o te va a costar más, por eso decidimos especializarnos".
Ambos aseguran que adaptarse a llevar una empresa propia no les ha supuesto demasiado esfuerzo. "Hacemos lo mismo que antes, solo que para nosotros. Lo que es diferente: compras, facturas, albaranes, contabilidad... es nuevo para nosotros así que lo hacemos con más ilusión si cabe". Y lo cierto es que no les va nada mal. "Tenemos la suerte de que hemos arrastrado la mayor parte de los clientes de Motos Javier, de manera que empezar ha sido más sencillo". "Estamos con la 'L' de prácticas los dos. Es otra etapa. Estamos descubriendo la otra parte del negocio que no conocíamos. Como todo es novedad y todo está saliendo tan bien, nos gusta esa otra parte y no nos cuesta", reconoce Óscar.
Sobre la elección de la especialidad en BMW apuntan que es la marca que ahora tiene la parte del pastel del mercado más grande. "En los 90 lo que pegaba muy fuerte era la moto japonesa, pero en los 2000, las motos europeas, y más concretamente BMW, le han dado la vuelta a la tortilla. No es que las japonesas ahora sean peores, pero sí que están más enfocadas a la velocidad y los moteros hoy en día buscan motos polivalentes que te permitan viajar, hacer conducción tranquila, no tan agresiva... y ahí BMW supo leerlo mejor con su linea de motos Boxer y sobre todo con la GS".
Tanto Agustín como Óscar son conscientes de que la afición a las motos de hoy en día no nace de la necesidad de movilidad, porque "para eso están las scooters" sino que forma parte del ocio: "Rutas, pareja, amigos, gastronomía, viajes... es el plan perfecto", dice Óscar. Luego estamos "los que llevamos dentro el gusanillo de la competición". "Era una afición poco sostenible. Lo poco que ahorrábamos nos lo gastábamos en competir. En vez de gastarnos el dinero en copas, intentábamos ganar copas", bromea.
Aún así, con la cabeza asentada en el nuevo negocio reconocen que si les llamara una marca oficial para ser mecánico en grandes carreras "no sé si hoy por hoy aceptaríamos... Estanos ahaciendo lo que nos gusta. Es nuestra pasión y en ella seguiremos hasta que el cuerpo aguante, igual que nuestro antiguo jefe, que estuvo a pie de taller hasta los 70 años".
