Mercedes Fernández Ajona lleva casi quince años al frente de un negocio que ha visto crecer a generaciones enteras en Pamplona. A sus 54 años, asegura que seguirá atendiendo a los vecinos mientras sigan entrando por la puerta. “Menos mal que estás tú”, le dicen muchos cuando se acercan a buscar un recambio, una reparación o simplemente un buen consejo. Y es que en los tiempos que corren, mantener un negocio de barrio no es tarea fácil.
Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en la ciudad, como es el caso de la tienda de ultramarinos de Miguel y Gema.
El local ha sido testigo de la evolución de una comunidad que ha cambiado mucho desde que abrió sus puertas allá por 1970. En aquel entonces, fue Hortensia Ajona Larumbe, natural de Arróniz, quien decidió emprender y montar una ferretería para cubrir las necesidades básicas del hogar.
Desde el principio se especializó en ofrecer menaje doméstico y soluciones prácticas para reparaciones cotidianas. Hortensia, que sigue visitando el establecimiento junto a su marido Pedro, dejó el testigo en manos de su hija Mercedes en 2008, justo antes de jubilarse. “Nos enseñó y nos guió, fue un apoyo fundamental”, recuerda Mercedes, que coincidió con su madre en la tienda durante un tiempo.
A lo largo de estas cinco décadas, el comercio ha sabido adaptarse, ampliando su oferta de servicios y mejorando la atención al cliente. No siempre ha sido fácil. Durante un tiempo, Mercedes compartió la gestión con su hermano pequeño, Jorge, quien finalmente optó por dedicarse a otra cosa ante la difícil situación del sector. A pesar de todo, Mercedes ha mantenido el rumbo firme, siempre con el apoyo de los vecinos.
Y ese espíritu de superación es lo que mantiene viva a la Ferretería San Eloy, situada en la calle Monasterio de Irache 33 en el barrio de San Juan. El nombre no es casualidad: San Eloy es el patrón de plateros, herreros, joyeros, metalúrgicos y numismáticos, oficios estrechamente ligados a los primeros tiempos de la ferretería. El local siempre ha estado en la misma zona, aunque en los primeros años se encontraba casi enfrente del actual emplazamiento.
Mercedes recuerda con nostalgia aquellos comienzos, pero también con el orgullo de haber mantenido viva la esencia de lo que su madre inició. “Somos una ferretería muy orientada al menaje doméstico”, explica. “Aquí reparamos ollas, soldamos asas de acero, arreglamos mangos y hasta ajustamos tornillos sueltos. Nos llaman porque saben que tenemos mano para eso. Somos un poco manitas”.
Sin embargo, el día a día no siempre es sencillo. El comercio local enfrenta ahora la competencia de internet, donde muchos clientes prefieren comprar sin moverse de casa. A pesar de ello, Ferretería San Eloy sigue siendo un referente gracias a la atención personalizada y a una clientela fiel que valora el trato cercano. “Aquí asesoras y generas confianza, y eso hace que vuelvan”, comenta Mercedes. “Algunos me dicen: ‘Menos mal que estás tú’, y eso me da fuerzas para seguir”.
Además del menaje, el local ha sabido reinventarse con servicios que van desde la reparación y sustitución de persianas de PVC y aluminio, hasta la cerrajería, los duplicados de llaves y mandos a distancia, y la soldadura de menaje de acero inoxidable.
También trabajan con una amplia variedad de marcas, incluidas las populares Magefesa y otras firmas de utensilios de cocina. “Muchas veces, nos traen ollas a las que se les ha roto la goma, el mango o las válvulas. Les explicamos lo que vamos a hacer, y en dos días ya están listas”, asegura.
El boca a boca sigue siendo uno de los mejores aliados para el negocio. Las reseñas online confirman la satisfacción de los clientes: “Es genial encontrar un establecimiento donde te atiendan con tanta simpatía, amabilidad y profesionalidad”, destaca uno de los comentarios más recientes. “Arreglaron mi olla a presión y quedó perfecta. Además, me llamaron enseguida para recogerla. ¡Un servicio impecable!”, escribe otro usuario.
A pesar de la dureza de los horarios y de la dificultad de conciliar la vida familiar, Mercedes sigue al pie del cañón. “Es un horario esclavo, mañana y tarde, pero da para vivir”, afirma con sinceridad. Conoce a la mayoría de sus clientes de toda la vida y muchos de ellos la han visto crecer. “Les digo que aguantaré mientras sigáis viniendo a comprar. De momento, seguimos adelante”, concluye con una sonrisa.
