Un bar de Pamplona, conocido por abrir de madrugada y por la rapidez con la que se agotaban sus pinchos, ha cambiado de manos. Desde principios de marzo, el establecimiento vuelve a estar en marcha bajo la gestión de Xiaoyan Wu, de 35 años, y Along Ye, de 40, una pareja de origen chino que ha decidido mantener la esencia del local.
Este bar está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido de comercio local en la ciudad, como es el caso de la conocida pescadería Víctor o el bar Txiki Jai de comida casera que dirigen Roberto y Lourdes.
Eso sí, el bar ha sufrido un pequeño ajuste en los horarios: ahora abre a las 7:30 de la mañana, una hora y media más tarde que antes, y cierra a las 22:00 horas, todos los días de la semana. En la barra siguen reinando los clásicos fritos, pinchos y bocadillos, un sello de identidad del Jeiki.
El anterior propietario del bar, el pamplonés Jon Bilbao Fernández, de 36 años, se ha despedido del bar tras 18 años ininterrumpidos detrás de la barra. Primero trabajó con sus padres, Jon y Esther, hasta su jubilación, y después asumió en solitario el negocio. Un esfuerzo que, reconoce, terminó pasándole factura y ha decidido descansar tras muchos años en ese trabajo.
Su jornada laboral arrancaba en plena madrugada, a las tres de la mañana, de lunes a viernes. "Preparaba las barras de pinchos, unos 130 o 140 cada día, y a las 6 de la mañana ya tenía clientes esperando", recordaba. "Venían los que salían de la fábrica, pero también algún que otro fiestero que terminaba la noche en el bar".
La mayor avalancha de gente llegaba entre las diez y media y las once de la mañana. "Ahí es cuando más se trabajaba", explicaba. "Después se calmaba el ritmo y quedaban los cafés, el vino o la cervecica". Pero los pinchos volaban. "Los vendía todos y todos los días. Alguna vez me quedaba corto y tenía que hacer más. Era raro que sobrara alguno".
Pese a que el horario oficial de cierre era a las 14:00 horas, su jornada real no terminaba ahí. "Eran once horas al día, pero al salir del bar seguía trabajando. Había que hacer la compra y preparar todo para el día siguiente". Hasta hace poco, cerraba a las 15:00 horas, pero la necesidad de conciliar con la familia le hizo replanteárselo. "Había que ir a por los críos al colegio y al final no paraba en todo el día".
Ahora, con el relevo al frente del Jeiki, la barra sigue abierta y lista para seguir sirviendo los míticos pinchos de siempre en Pamplona.