El relevo generacional en el pequeño comercio local llega a veces sin ruido, casi como un gesto natural. Eso es lo que ha ocurrido con el supermercado Cucas, un local veterano que lleva más de 44 años siendo punto de encuentro, de compra rápida y de conversación amable entre vecinas y vecinos. Hoy es Josefina Ganuza Arenillas, de 47 años, quien se coloca al frente de la tienda en la que empezó hace once años como empleada en un pueblo de Navarra.
Ella asegura con tranquilidad que es “tímida por naturaleza”, pero esa timidez desaparece detrás del mostrador: atender con cercanía y amabilidad es lo que más le gusta. Lleva “un año y medio” como propietaria en Artajona y ese tiempo le ha servido para confirmar que el comercio tiene vida. Antes lo gestionaba Manuel Catalán, un vecino “de aquí, de toda la vida”, que decidió retirarse tras décadas de trabajo.
El supermercado sigue funcionando con la misma esencia y con un tándem que se conoce desde hace años: Josefina y su compañera Elena Larrea, de 61 años. “Trabajábamos las dos aquí antes y seguimos las dos”, comenta con un tono que mezcla orgullo y naturalidad. El ritmo de ventas apenas ha cambiado: la clientela habitual sigue acudiendo y también cae algún cliente “de paso”, gracias a la ubicación cercana a la carretera.
El establecimiento es lo que toda población pequeña agradece: una tienda de barrio con lo esencial, “lo básico”, como describe Josefina. Ofrece desde alimentación hasta la prensa diaria, lo que implica abrir todos los días del año excepto los domingos. Esa constancia ha consolidado la relación con la clientela y ha facilitado que el relevo no alterara el ambiente del comercio.
La decisión de hacerse con la tienda llegó sin dramatismos. “Me lo propuso el dueño anterior. Hicimos números y adelante. Sabíamos que iba bien”, recuerda. Aun así, reconoce que pasar de empleada a dueña implica una responsabilidad distinta. “En algunos aspectos sí, porque hay que hacer facturas”, señala. Pero lo demás ya lo dominaba: pedidos, albaranes y gestión diaria, tareas que llevaba haciendo mucho tiempo.
A pesar de que Artajona cuenta con otros dos supermercados, Josefina afirma que este negocio permite sostener el empleo de dos personas. “Vamos poco a poco. A nosotras nos da y nos queda —espero— muchos años para seguir trabajando”, expresa con la mirada puesta en el futuro.
En casa, el apoyo está presente, aunque matizado. “Tengo dos hijos. Al mayor no le gusta que haga esto, pero bien. Tengo que hacerlo y me tengo que animar”, explica con sinceridad. Asegura que los clientes no han notado cambios y que esa continuidad ha sido clave para transmitir confianza.
El nombre Cucas es otro detalle que ilustra la identidad local. Josefina decidió personalizar la tienda cuando tomó el relevo. “Aquí se conoce a mucha gente por los apodos. A la familia de mi padre, Antonio, nos llaman los cucos, y como era yo, pues dije: las cucas, en plural”. Antes el comercio pertenecía a una cadena y tenía otro nombre, pero el nuevo hizo que el negocio sonara más cercano y reconocible.
En el proceso de transición ha recibido el acompañamiento del Consorcio de la Zona Media, que la ayudó en los trámites iniciales: alta como autónoma, obtención del certificado digital y solicitud de la subvención de traspaso de negocios, de la que fue beneficiaria. Esa parte burocrática ha sido el mayor reto. “La dificultad ha estado en el traspaso del negocio y toda la documentación que he tenido que realizar, sumándole la responsabilidad que tengo ahora”, admite.
Pero también ha disfrutado de la parte positiva. Se siente orgullosa de “atreverse a dar el paso”, de realizar “pequeños cambios sin afectar a la clientela” y de la “pequeña reforma” que le ha permitido hacer la tienda un espacio propio. Su objetivo es claro y directo: “seguir trabajando muchos años más de esto”.
Las reseñas en redes sociales también reflejan el espíritu de la tienda. Una vecina recién llegada lo resumió así: “Llevo pocos meses viviendo en Artajona y nunca había estado en esta tienda. Sin embargo, volveré cada vez que tenga oportunidad porque ambas chicas que me atendieron fueron muy amables y educadas en todo momento…”. Un comentario sencillo, pero que confirma que el relevo está siendo tan natural como la tienda que representa.