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SOCIEDAD

Los 10 pueblos con más encanto de Navarra que debes visitar antes de que acabe este año

Una guía actualizada para descubrir diez rincones inolvidables de Navarra, ideales para escapadas con encanto, buena gastronomía y vistas que te dejarán sin palabras.

Baile tradicional en Lesaka.
Baile tradicional en Lesaka.

Navarra es mucho más que montañas y San Fermín. Es un territorio que mezcla lo legendario con lo natural, lo gastronómico con lo histórico. Desde la Selva de Irati hasta las Bardenas Reales, esta comunidad del norte de España ofrece una diversidad que sorprende a cada paso. En medio de sus paisajes contrastados se esconden pueblos con un encanto brutal, perfectos para una escapada antes de que termine el año.

Algunos parecen salidos de una película de época; otros conservan tradiciones únicas, y todos tienen algo que los hace inolvidables. Aquí van 10 pueblos de Navarra que no puedes dejar pasar si te gusta viajar con los cinco sentidos.

🏰 Olite: el reino de los castillos

Olite parece un decorado medieval. Su imponente Palacio Real, con torres, galerías y jardines, fue residencia de los reyes de Navarra y sigue siendo uno de los monumentos más visitados de la comunidad. Las calles empedradas conducen a joyas como la iglesia gótica de Santa María la Real y a bodegas donde se degustan algunos de los mejores vinos navarros.

La localidad está considerada la capital vinícola de Navarra, y no es raro encontrarse con festivales de vino o catas abiertas al público durante todo el año. Olite también cuenta con un animado calendario de actividades culturales, como su feria medieval o las jornadas de historia.

📚 Elizondo: literatura y naturaleza en el Baztán

Capital del Valle del Baztán, Elizondo ha ganado fama internacional gracias a la trilogía de novelas de Dolores Redondo, pero su belleza va mucho más allá de la ficción. El río Bidasoa atraviesa el pueblo dejando a sus lados caseríos señoriales y puentes de piedra como el de Txokoto, uno de los más fotografiados.

El mercado semanal de los martes, los obradores artesanos de chocolate y los productos del valle, como los quesos o el talo con chistorra, refuerzan su atractivo. Además, es un punto de partida ideal para excursiones por el parque natural del Señorío de Bertiz.


🌲 Ochagavía: la puerta de Irati

En pleno Valle de Salazar, Ochagavía es uno de los pueblos más pintorescos del Pirineo navarro. Su imagen más icónica es el puente medieval que cruza el río Anduña, rodeado de casas tradicionales con tejados inclinados y balcones floridos.

El pueblo es también conocido por sus bordados artesanales y por la devoción al Santuario de Muskilda, situado en lo alto del monte. Desde Ochagavía parten muchas rutas de senderismo hacia la Selva de Irati, donde otoño y primavera ofrecen paisajes espectaculares.

🛄 Puente la Reina: el alma del Camino

Puente la Reina es uno de esos lugares donde el Camino de Santiago se siente con fuerza. Su puente románico del siglo XI fue construido para facilitar el paso de los peregrinos y se ha convertido en símbolo del lugar. Las iglesias de Santiago y del Crucifijo, además de sus casas centenarias, mantienen vivo el espíritu jacobeo.

A lo largo del año se celebran romerías y mercados tradicionales que conservan la esencia rural. Cafeterías, panaderías con horno de leña y albergues para peregrinos conviven con historia viva en cada esquina.

🔮 Zugarramurdi: entre brujas y cuevas

Este pequeño pueblo de los Pirineos Atlánticos ha estado siempre envuelto en misterio. En el siglo XVII fue escenario de un famoso proceso inquisitorial contra supuestas brujas, y sus cuevas aún conservan ese halo de leyenda.

El entorno natural es de gran belleza, con senderos que conectan con Urdazubi y la frontera francesa. En verano se celebra el Día de las Brujas, una fiesta que mezcla teatro, gastronomía y ritos paganos adaptados a la actualidad.

⛪ Roncesvalles: historia y espiritualidad

Roncesvalles marca el inicio del Camino de Santiago francés en España. A más de 900 metros de altitud, es un enclave lleno de simbolismo. La Real Colegiata de Santa María, el Silo de Carlomagno y el albergue de peregrinos mantienen la esencia de un lugar que ha visto pasar caminantes durante siglos.

A pesar de su tamaño reducido, cuenta con un interesante Museo de la Colegiata, alojamientos con encanto y restaurantes donde probar platos de caza y setas. La leyenda de Roldán sigue viva entre las montañas.

🏛️ Estella: patrimonio vivo

Aunque tiene tamaño de ciudad, el corazón medieval de Estella-Lizarra la acerca mucho al concepto de pueblo con encanto. Fundada en 1090, fue una de las paradas clave del Camino de Santiago y conserva edificios como la iglesia de San Pedro de la Rúa, el Palacio de los Reyes de Navarra o el puente románico sobre el río Ega.

Su agenda cultural es muy activa, con ferias medievales, conciertos al aire libre y exposiciones. Además, cuenta con numerosas rutas senderistas como la Ruta del Zumaque, que permite ver cómo el paisaje cambia de color con el paso de las estaciones.

🌾 Ujué: piedra, viento y vistas

Ujué, encaramado en una colina de la Zona Media, regala una de las vistas más espectaculares de toda Navarra. Su entramado de calles empedradas lleva hasta la impresionante iglesia-fortaleza de Santa María, declarada Monumento Nacional.

La localidad mantiene viva la tradición de los turrones artesanos y es común ver hornos preparando migas de pastor para los visitantes. Desde aquí se divisa tanto el Pirineo como la Ribera, lo que convierte a Ujué en un mirador natural privilegiado.

🍋 Lesaka: canales y danzas tradicionales

Situado en la comarca de las Cinco Villas, Lesaka es uno de los pueblos más pintorescos del norte de Navarra. Los canales que atraviesan su casco histórico le han valido el apodo de "la pequeña Venecia navarra".

Su calendario festivo destaca por las danzas de ezpatadantzaris, que se celebran durante San Fermín. Además, Lesaka ofrece una rica arquitectura popular y senderos que conducen a parajes tranquilos como el monte Mendaur.

🏫 Amaiur: la última resistencia

En el Valle del Baztán, Amaiur conserva la memoria del último bastión del Reino de Navarra. El arco de entrada al pueblo, las casas de piedra rojiza y las ruinas del castillo de Amaiur recuerdan la resistencia frente a la conquista castellana en 1522.

Hoy, su entorno natural invita a caminar hasta el mirador del valle, desde donde se contempla una de las vistas más serenas y verdes del norte navarro. Cafés, pequeñas tiendas con productos locales y casas rurales han transformado este pueblo en un remanso de paz con historia.

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