SOCIEDAD
La conocida avenida de Pamplona que cambió de nombre, pero luego consiguió recuperarlo
El pleno del Ayuntamiento de Pamplona acordó poner dicho nombre en 1963, pero no se abrió al tráfico hasta 1976.

Es una de las vías más reconocibles de Pamplona. Une el Segundo Ensanche con el barrio de San Juan y recorre, en paralelo, la histórica muralla de la Ciudadela. Su trazado conecta dos mundos: el ensanche moderno y la ciudad más clásica, mientras el tráfico fluye sobre un asfalto que ha visto pasar décadas de cambios urbanos y políticos. Pero su historia no es solo la de una avenida con mucho tránsito. En 2019, fue también el escenario de una de las decisiones más llamativas del Ayuntamiento: el cambio de su nombre… y su inmediata reversión.
Todo comenzó en diciembre de 2018, cuando el entonces alcalde de Pamplona, Joseba Asiron (EH Bildu), anunció que la conocida vía pasaría a denominarse Avenida de Catalina de Foix, en homenaje a la última reina titular de Navarra. La propuesta, avalada por la Comisión de Memoria Histórica, pretendía reforzar la identidad histórica del antiguo reino y sustituir un nombre que consideraban vinculado al franquismo.
El cambio se hizo oficial el 29 de abril de 2019, pero tuvo una vida muy corta. Tras las elecciones municipales de mayo de ese año, el nuevo alcalde Enrique Maya (UPN), una vez investido, cumplió su compromiso electoral y devolvió el nombre original apenas mes y medio después, el 18 de junio de 2019. La restitución fue aprobada por la nueva corporación municipal en uno de sus primeros acuerdos.
Más allá de este episodio, lo cierto es que el nombre de la avenida —Avenida del Ejército— tiene una historia estrechamente ligada al desarrollo urbano de Pamplona en la segunda mitad del siglo XX. La idea de dedicar una calle al Ejército español se barajó durante años. El momento clave llegó el 26 de septiembre de 1963, cuando el pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad dar ese nombre a una nueva vía que atravesaría los cuarteles e instalaciones militares del Segundo Ensanche.
Aquel acuerdo coincidió con la aprobación, por parte del Consejo de Ministros, del traspaso de terrenos militares al consistorio pamplonés. La operación permitiría el desarrollo urbanístico de una zona estratégica de la ciudad. En las actas municipales quedó constancia del agradecimiento institucional por la operación, señalando que se trataba de una medida “de gran transcendencia para la ciudad” y una muestra de “resolución eficaz del expediente”.
La avenida debía discurrir desde la Avenida del Conde de Oliveto hasta su conexión con Pío XII, atravesando lo que entonces eran los cuarteles del Segundo Ensanche, una zona ocupada durante décadas por instalaciones militares que limitaban la expansión urbana. Con la cesión de esos terrenos, Pamplona abría la puerta a su crecimiento moderno.
El entonces alcalde, Miguel Javier Urmeneta, recibió el reconocimiento de la Corporación por sus gestiones en Madrid, aunque él prefirió desviar el mérito: “El esfuerzo es de todos y especialmente hay que agradecer al señor ministro del Ejército”, manifestó ante la prensa navarra.
La inauguración simbólica de la futura avenida tuvo lugar el 24 de julio de 1966, en un acto solemne y festivo. Se colocó una placa provisional en la tapia del cuartel de ingenieros y se cortó la cinta. Aquel día, el Ejército entregó la Ciudadela a Pamplona, y se celebró una jornada de ambiente popular: dantzaris, gigantes y cabezudos, música y fuegos artificiales llenaron la ciudad de color.
La prensa local recogía el momento como un hecho histórico: “Fecha memorable para los anales de la Historia de Pamplona. Fue día de gran alegría para nuestra población y por eso se vistió de fiesta…”. El acto incluyó también un homenaje al Ejército ante el monumento al general Sanjurjo, entonces todavía en su ubicación original.
Pese a la celebración de aquel día, la nueva avenida no se abrió al tráfico hasta años después. En septiembre de 1971 comenzaron los trabajos de relleno de los fosos cercanos al antiguo portal de la Taconera. Las obras avanzaron a buen ritmo, y el 16 de mayo de 1976, la Avenida del Ejército quedó finalmente abierta al tráfico en su trazado definitivo.
Desde entonces, ha sido mucho más que una vía de paso. La avenida ha visto surgir a su alrededor edificios emblemáticos como el Palacio de Congresos Baluarte, el Edificio Singular —el más alto de Navarra— o centros educativos como la UPNA y los Salesianos, que antes ocupaban parte de los solares liberados por los cuarteles.