• viernes, 26 de abril de 2024
  • Actualizado 22:08
 
 

PAMPLONA

El curioso balcón de un edificio histórico de Pamplona al que jamás nadie se ha asomado

Se trata de un balcón al que no se puede salir desde ninguna estancia, y que se ha mantenido así a través de los siglos, desde que se construyera el edificio en el primer tercio del siglo XVIII.

Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY
Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Pasear por la plaza del Castillo de Pamplona, a la altura de la Bajada de Javier, alzar los ojos para contemplar la belleza del Palacio de Goyeneche y descubrir perplejo que el edificio tiene un balcón que jamás nadie ha pisado; al que nunca nadie ha podido asomarse jamás, por la sencilla razón de que es un balcón ciego.

Sí, un balcón al que no se puede salir desde ninguna estancia, y que se ha mantenido así a través de los siglos, desde que se construyera el edificio en el primer tercio del siglo XVIII.

La profesora de Historia del Arte de la Universidad de La Rioja, la pamplonesa Pilar Andueza, estudió en su momento, para su tesis doctoral "La arquitectura señorial de Pamplona en el siglo XVIII"; y cómo la capital navarra sufrió una profunda transformación arquitectónica en aquel siglo impulsada por la nobleza y la burguesía adinerada, que fue financiada con fondos procedentes de las Indias y del comercio.

De esos años datan construcciones tan significativas para Pamplona como la propia capilla de San Fermín, o de la Virgen del Camino; pero especialmente edificios como la Casa Consistorial, las Audiencias Reales y el Palacio Episcopal; y palacios privados a todo lo largo de las calles Mayor, Zapatería, la plaza del Consejo o la plaza del Castillo.

Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY
Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Uno de ellos es el Palacio de Goyeneche. De él, explica la historiadora del arte que junto con el del Seminario de San Juan Bautista, hoy sede del Archivo Municipal y del Museo Pablo Sarasate, son los únicos de la época con balconadas corridas similares y estilos parecidos, de ahí que su diseño pudiera ser atribuído a la misma persona. 

No hay constancia de quién los diseñó, pero sí de quién los mandó construir. En este caso, la familia de Pedro Fermín Goyeneche, quien fuera administrador general de correos y postas del Reino. Al parecer, mandó construir su palacio muy cerca del lugar en el que se ubicó la estafeta de Pamplona, en la misma calle que ahora lleva ese nombre y es mundialmente conocida.

Resulta curioso que la fachada principal del edificio, hecha en piedra, dé a la calle Estafeta y no a la plaza del Castillo, aunque con una particularidad: el escudo que figura sobre la portada no pertenece a la familia Goyeneche, sino a los Rived, que adquirieron la propiedad muchos años más tarde, ya en el XIX.  

Asimismo, el palacio dispone de una segunda fachada a la Plaza del Castillo, entonces de servicio y para la entrada de la caballería, construida en ladrillo pintado en la que se aprecian cuatro cuerpos de seis vanos cada uno. Y una tercera fachada lateral, la que da a la Bajada de Javier, que no tiene puerta de acceso, pero si los mencionados balcones con sus forjas originales del siglo XVIII.

Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY
Palacio de Goyeneche, en la Plaza del Castillo 7 de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Resulta cuando menos curioso que a dichos balcones, al menos a los de la primera y segunda planta, sólo se puede acceder desde las estancias que dan a la plaza del Castillo, pero hay un balcón en el tercer piso que es totalmente ciego. No se puede entrar o salir de él. Y así han permanecido al menos los últimos casi trescientos años. Es, probablemente, el único balcón de Pamplona al que nadie se ha asomado jamás.

Los expertos consideran que cumple una simple cuestión estética y que, aunque su diseñador no hubiera planteado ningún tipo de ventanal ni de acceso a la estancia a través del muro de ladrillo, en el barroco era simplemente impensable dejar ese hueco de la pared desnuda. Tal vez lo lógico (y lo más simétrico) hubiera sido hacerle un balcón exactamente igual que el del primer y segundo piso, pero nos quedaremos con la duda de lo que el arquitecto diseñó y planeó y del por qué se construyó así el balcón más solitario de la ciudad.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
El curioso balcón de un edificio histórico de Pamplona al que jamás nadie se ha asomado