Partido duro (278 pelotazos en casi una hora), con ritmo, incertidumbre y altura. El aspirante se impuso con justicia al vigente campeón, para lo que tuvo que dar todo, de principio a fin.
Llevó el peso del juego y casi siempre también en el marcador. Atacó, imprimió velocidad a la pelota, buscó la entrega de su rival, y no perdonó. Joseba Ezkurdia ha madurado. Juega con pausa, templa con la cabeza, no tiene prisa, trabaja el tanto sin ceder espacio, y ha ampliado su registro rematador. La volea ya no es un arma defensiva, sino ofensiva, completada con el golpeo atrás o el dos paredes. A Altuna, que no desaprovechó ocasión siempre que la tuvo, le tocó defender, andar de recadista, aguantar.
Ezkurdia anotó cinco remates con el dos paredes y otros tantos con el saque, tres atrás, dos voleones, un gancho, y otra en la que le acompañó la suerte en un extraño de la pared izquierda, además de dos saque-remate. En total, firmó 17 finalizaciones. No está nada de mal. Superó a Altuna en todo. El guipuzcoano, que se quedó en nueve remates y dos saques, gozó del beneficio de los seis errores que cometió el navarro, incluidas dos pasas (una de saque) y dos remates muy claros.
Ezkurdia arrolló a Altuna, destacado en defensa pero sin poder desplegar su repertorio ofensivo. Aún así, aplicó su estilismo en dos saques-gancho, tres atrás, dos saques, una volea y dos dejadas. Además, apenas entregó pelota, contabilizando apenas cuatro errores cometidos. Ambos ofrecieron tantos muy vivos. El mejor, el 15-14, el único con que el amezketarra logró ponerse por delante, una vez metidos en harina. Atacó el de Arbizu hasta la extenuación pero Altuna devolvió todo, y además acabó el tanto al restar un dos paredes que noqueó al nuevo campeón.
A excepción de ese 15-14, y del 4-3 inicial, Ezkurdia siempre fue por delante (4-9, 7-9, 7-11, 8-14, 15-14, 15-17, 16-18, 17-18, 17-22), y jugando a favor de marcador se ven las cosas más claras. Hubo una tacada de siete tantos de Altuna, la que le catapultó al 15-14, que pudo pesarle, pero que resolvió con cabeza fría. Además, tras el empate a 15, fue el guipuzcoano quien acusó más el cansancio. Podía ocurrir cualquier cosa, pero el navarro no se dejó quitar las riendas.
El publico disfrutó a lo largo de 56 minutos de duración, cuatro de ellos de interrupción tras una pelota que impactó en un fotógrafo. El llenazo con 3.000 espectadores regaló un ambiente extraordinario. Los sentimientos estaban repartidos, si bien no pasó por alto que el navarro jugaba en casa. Por lo demás, las paredes del Navarra Arena, la izquierda principalmente, deben mejorar el trato con la pelota, que se queda frenada y hace extraños. No sale con la dirección esperada, algo que solo sucederá con el uso. Para ello, hacen falta muchas más finales, a ser posible de la calidad de esta que ha encumbrado a Joseba Ezkurdia entre los grandes.