Varios miembros de UPN, entre los que se encuntraba su presidenta, Cristina Ibarrola, han acudido este miércoles a la tradicional eucaristía en el Castillo de Javier. Se trata de una cita a la que nunca fallan para reivindicar la importancia del santo en la celebración del Día de Navarra.
Hasta el año 2015, esta misa formaca parte de los actos institucionales por el Día de Navarra. Sin embargo, con la llegada de Uxue Barkos a la presidencia de la Comunidad foral, los representantes del Gobierno dejaron de acudir a Javier el 3 de diciembre.
La actual presidenta de Navarra, María Chivite, no retomó la tradición cuando asumió el cargo durante su primera legislatura. Y tampoco lo ha hecho en esta segunda.
No obstante, desde UPN insisten en acudir año tras año al Castillo de Javier para seguir riendiendo homenaje al santo y recordar la vinculación del Día de Navarra con San Francisco Javier.
No en vano, el Día de Navarra se celebra el 3 de diciembre, coincidiendo con la fecha en la que falleció el santo navarro. La celebración oficial se estableció en el año 1985, aunque ya en 1624 la Diputación estableció que se celebrara una misa anual en el Castillo de Javier cada 3 de diciembre en honor al patrón de la Comunidad foral.
En ese contexto, el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, ha reivindicado este 3 de diciembre en el Castillo de Javier la figura de San Francisco Javier como ejemplo de apertura y respeto en una sociedad “que a veces destaca las diferencias”. En el día del patrón de Navarra, ha animado a mirar a cada persona “como tierra sagrada donde Dios quiere sembrar vida”.
En su homilía en Javier, Roselló ha descrito al santo misionero como “un hombre de gran visión, que no conoció fronteras”, y ha subrayado que Dios “le ensanchó el corazón para que en él tuviesen cabida todas las personas”. Ha recordado que San Francisco Javier no ha despreciado “a nadie por el color de la piel” y que no ha puesto límites “al idioma ni a las religiones antiguas”.
El arzobispo ha insistido en la dignidad de la persona, “criatura de Dios, creada a su imagen y semejanza”. Según ha señalado, “ir contra una persona, sea cual sea su condición social, cultural, religiosa, de procedencia o su sexo, es ir contra el mismo Cristo”, un mensaje que ha presentado como especialmente actual en un contexto de tensiones y polarización.
Roselló ha explicado que San Francisco Javier veía en quienes evangelizaba “al mismo Cristo sufriendo y padeciendo”, pero también a personas “hambrientas de Cristo, sedientas de Dios”. Ha destacado que el santo ha evangelizado “a todos sin hacer acepción de personas”, con un corazón “ancho”, una mirada “larga” y unos brazos “poderosos para abrazar”, que han acogido tanto a quienes necesitaban a Dios como a quienes necesitaban pan, afecto y libertad.
La evangelización de San Francisco Javier, ha recalcado, ha sido “integral”. Ha precisado que el santo “tenía claro que evangelizar no es imponer, no es obligar ni convencer por la fuerza, es proponer, sugerir”. Para Roselló, evangelizar “es servir, lavar los pies, amar hasta el extremo, dignificar la vida, humanizar la existencia y respetar la condición de persona por encima de cualquier ideologización o estigmatización”.
En este sentido, el arzobispo ha subrayado que la persona “no puede estar condicionada por las ideas, porque es mucho más valiosa que cualquier idea”. Ha remarcado que San Francisco Javier “pone en el centro a las personas, especialmente a los más pobres”, y ha presentado su figura como un modelo para revisar hoy la forma de anunciar el Evangelio: “Esta actitud del santo misionero nos lleva a preguntarnos cómo es nuestra evangelización”.
Roselló ha reconocido que “nos da miedo salir de nuestras iglesias” y que todavía existe temor a “hablar de Dios en ambientes lejanos a la religión”. Frente a ese miedo, ha propuesto el estilo de San Francisco Javier, para quien el Evangelio “no es una idea, sino un fuego, un estilo de vida” que impulsa a salir, a arriesgar y a abrir caminos nuevos más allá de las fronteras culturales y religiosas.
El arzobispo ha valorado también que San Francisco Javier “ha conseguido poner a Navarra en el mapa, sobre todo fuera de España”. Ha indicado que pocas figuras logran “poner de acuerdo a una realidad tan plural y diversa como Navarra”, y que el santo “lo consigue” con su “mirada amplia, brazos abiertos, corazón ancho y conciencia recta”, como un modelo de estilo social “donde todos tengamos un espacio, donde seamos escuchados y respetados”.
Aunque hoy “todos nos presentamos como abiertos, democráticos y luchadores por la libertad”, Roselló ha advertido de que se vive “en una sociedad dividida y polarizada”. Frente a esa fractura, ha recordado que Navarra es “tierra acogedora” y que San Francisco Javier “nos habla de respeto, tolerancia y cercanía con los más pobres”, invitando a recuperar un modo de convivencia que integre las diferencias en lugar de usarlas para enfrentarse.
En la parte final de su intervención, el arzobispo ha tenido palabras de reconocimiento para los misioneros navarros, de quienes ha dicho que “internacionalizan nuestra Comunidad foral”. Ha afirmado que San Francisco Javier “se ha encarnado en tantos hombres y mujeres navarros que lo han dejado todo por la misión” y que han buscado “a los pequeños y humildes para dar vida al Evangelio”.
Roselló ha señalado que estos misioneros “son protagonistas también de este día y centro de nuestra celebración”. Y ha añadido que, “posiblemente, la Iglesia de Navarra sea la que más lejos llegue de todas las Iglesias locales del mundo, y todo gracias a nuestros misioneros navarros”, a quienes ha presentado como herederos del impulso universal de San Francisco Javier.