El origen de estas fiestas se remonta a nada menos que el siglo XII y surgió, como de costumbre en aquella época, por motivos religiosos. En este caso, para conmemorar el martirio, y posteriormente mostrar su devoción, del que se considera el primer obispo de Pamplona: San Fermín. Años después se fueron añadiendo las celebraciones de carácter lúdico, coincidiendo con las ferias de ganado y corridas de toros. Lo curioso de estos festejos es que en un principio se celebraban el 10 de octubre y los vecinos de Pamplona, cansados del mal tiempo otoñal, decidieron pasar las fiestas del santo patrón al 7 de julio.
Con el paso del tiempo se añadieron a los festejos fuegos artificiales y danzas y se fueron alargando los días de celebración hasta dar con las fiestas que conocemos a día de hoy.
Aunque estas fiestas han atraído a visitantes forasteros desde casi sus inicios, no fue hasta principios del siglo XX que alcanzaron su esplendor. Y es que en 1962, el renombrado escritor estadounidense Ernest Hemingway escribió la novela “The Sun Also Rises” (más tarde conocida con el nombre de “Fiesta”), en la cual relataba sus vivencias en estas fiestas y gracias a la cual los Sanfermines se dieron a conocer a nivel internacional.
Poco a poco, la ciudad de Pamplona fue albergando miles y miles de visitantes cada año y empezó a parecer que se quedaba pequeña para recibir a tanto forastero.
A diferencia de otras ciudades como Barcelona, que contaba ya entonces con una arquitectura reconocida, unas playas muy famosas y un centro de eventos deportivos como el EPT o los partidos de Champions del Barça o Madrid, Pamplona todavía estaba por descubrir. No obstante, gracias a la hospitalidad de los lugareños y el ambiente participativo que se respiraba en la calle, se consiguió que los de fuera se sintieran como en casa, se integraran en los diferentes actos festivos y decidieran volver año tras año.
Tal fue el punto de integración de los internacionales, que a lo largo de los años se fueron creando, entre otras, peñas de origen inglés, sueco o noruego, llegando incluso a crearse la Peña taurina de Nueva York.
A día de hoy no sorprende encontrar a ciudadanos de todas partes del Globo durante la semana de fiestas de San Fermín. Muchos son los que ahorran para cruzar continentes enteros con tal de no faltar a sus celebraciones favoritas. Además, la gastronomía, la hospitalidad y el emblemático casco antiguo de la ciudad hacen que la visita a la capital navarra merezca todavía más la pena.
En los últimos años, Pamplona ha registrado de promedio la friolera nada más ni nada menos que de 1,4 millones de visitantes por año, lo cual es una cifra muy significativa, si se tiene en cuenta que la capital navarra cuenta con algo menos de 200.000 habitantes. Algunas cifras que se pueden extraer de estas celebraciones son:
- 6 de julio el día del Txupinazo, que marca el inicio de las fiestas de San Fermín
- 16 el número de peñas de San Fermín en Pamplona
- 849 los metros de recorrido por los que pasan toros y corredores todos los días de la semana festiva
- 145 los años que lleva abriendo la persiana la conocida churrería La Mañueta a las seis de la mañana para servir a largas colas de gente los mejores churros del mundo
- 1000 las toneladas de basura que son retiradas por los servicios de limpieza a lo largo de las fiestas
- 30 los minutos que duró el encierro más largo de todos, el 11 de julio del año 1959
Se podrían nombrar cientos de cifras para describir hechos y detalles de estas fiestas tan emblemáticas, pero lo que de verdad describe las fiestas de San Fermín es tradición, unión y pasión. Y como leerlo no es lo mismo que vivirlo, para sentir la verdadera magia de las fiestas se tiene que experimentar en primera persona.
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