• miércoles, 11 de diciembre de 2024
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FERIA DEL PILAR

Oreja generosa para López Simón y exhibición de Ponce, con casi todo a favor

La aclamada faena, mal rematada con la espada, de Enrique Ponce, y la oreja concedida a López Simón fueron las notas destacadas de la corrida de este martes en Zaragoza.

El diestro Enrique Ponce en la faena a su segundo toro, de la ganadería Juan Pedro Domecq. EFE. JAVIER CEBOLLADA
El diestro Enrique Ponce en la faena a su segundo toro, de la ganadería Juan Pedro Domecq. EFE. JAVIER CEBOLLADA

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados y de buenas y armónicas hechuras en su mayoría. Tres de ellos destacaron por su buen juego: segundo, tercero y especialmente el cuarto, "Fabricante" de nombre y premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El resto, de escasas raza y fuerzas.

Enrique Ponce, de tabaco y oro: estocada caída y dos descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada trasera (vuelta al ruedo tras aviso).

Cayetano, de salmón y azabache: dos pinchazos y estocada tendida atravesada (ovación); dos pinchazos, estocada delantera y dos descabellos (silencio).

López Simón, de fucsia y oro: estocada tendida (oreja); estocada chalequera, pinchazo y media estocada trasera desprendida (silencio tras aviso).

Entre las cuadrillas, Joselito Rus y Alberto Zayas saludaron tras cuajar un soberbio tercio de banderillas con el segundo, al que picó muy bien Luis Miguel Leiro.

Cuarto festejo de abono de la feria del Pilar de Zaragoza, con el aforo de la plaza casi lleno.

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LA ALEGRÍA DE LA VÍSPERA

La ovación con que fueron recibidos los alguacilillos nada más aparecer en el ruedo avisó, ya antes de que saliera el toro, de las ganas de fiesta con que, como todas las vísperas del día del Pilar, llegó este martes a la plaza el público que por primera vez llenó la plaza en esta feria zaragozana.

La del 11 de octubre suele ser siempre una corrida triunfal, más que nada porque, se anuncie quien se anuncie en el cartel, los asistentes a los tendidos suelen mostrar con una amplia generosidad su afán de divertirse a toda costa antes del día grande de las fiestas.

Y la corrida de este martes, en cuanto a ambiente, no fue una excepción, aunque el resultado estadístico del festejo no acabara de reflejarlo en orejas cortadas. Y eso que, además, hubo tres toros de buen juego de Juan Pedro Domecq que propiciaron el éxito de los toreros.

El mejor fue el cuarto, un animal con volumen que, a pesar de que se dolió de salida de los cuartos traseros, acabó yendo a más en su nobleza y su profundidad gracias a la habilidosa técnica de Enrique Ponce, llegando incluso a ser premiado con la vuelta al ruedo póstuma.

En cambio, el veterano diestro valenciano se quedó sin trofeos contables porque falló únicamente a la hora de la verdad, cuando pinchó hasta en tres ocasiones a un astado con el que había logrado entusiasmar al agradecido público pilarista.

La faena de muleta de Ponce fue toda una exhibición de su ya dilatada tauromaquia y apoyada siempre en su elaborada puesta en escena, aspecto que domina tanto o más que el propio toreo.

Fue así, centrando siempre las miradas del público en todo cuanto hizo con tan bravo toro, como el torero de Chiva estructuró una faena, en principio, poco exigente con las embestidas, pero que ganó en composición y gusto, así como en variedad, confiado por completo en la nobleza de su enemigo.

A lo largo del extenso trasteo de Ponce, que había quedado inédito con su inválido primero, hubo lugar tanto para el toreo clásico, aunque menos profundo de lo que permitía el toro, como para los golpes de efecto y el adorno vistoso, antes de que se dejara en la punta de la espada un triunfo sonoro.

Fue así como la que paseó López Simón del tercero fue la única oreja concedida en toda la tarde y, además, con una excesiva generosidad, porque, más animoso que templado, el madrileño no llegó a exprimir ni a abarcar por completo las entregadas embestidas de otro de los toros destacados de Domecq.

En cambio, al sexto, un hondo toro castaño, sí que lo embarcó y lo templó Simón con más criterio y autoridad, sólo que el animal comenzó a desentenderse y a violentarse mediada una faena que ya intentó levantar sin éxito.

También Cayetano levantó clamores en su vuelta a Zaragoza después de muchas temporadas, y las buscó ya desde que recibió a su primer toro con una gallarda larga a portagayola y unos lances tan decididos como embarullados.

Fue este un astado de bravo temperamento con el que el torero de dinastía puso toda la carne en el asador, aunque con desiguales resultados, pues tuvo tantos momentos lucidos como inoportunos desaciertos técnicos, más allá de que un público que valoró sobre todo su entrega le jaleara igual unos que otros.

Como a Ponce, los fallos con la espada le impidieron a Cayetano "tocar pelo" con el toro bueno de su lote, ya que el desrazado quinto se fue desfondado tras un simbólico tercio de varas hasta afligirse por completo

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