Pamplona se despide de San Fermín. Como cada año, la plaza del Ayuntamiento ha sido testigo del adiós de las fiestas hasta el próximo 6 de julio de 2025. Con el Pobre de Mí, la capital navarra cierra 204 horas de juerga ininterrumpida, en un año marcado por la Eurocopa en la que España se ha proclamado campeona este domingo 14 de julio, la escasa peligrosidad de los encierros y una Feria del Toro con grandes altibajos en la que Roca Rey sigue haciendo historia.
El Pobre de mí, cantado al unísono por miles de gargantas, ha dado fin esta medianoche a los Sanfermines de 2024, las mejores fiestas del mundo, según las consideran pamploneses y foráneos.
Y así lo creen las numerosas personas que han abarrotado esta medianoche la plaza Consistorial, con velas encendidas en sus manos y dispuestas a cumplir la tradición de quitarse el pañuelo rojo del cuello al finalizar las 204 horas ininterrumpidas de fiesta celebradas desde que, en el mismo lugar, se lanzó el chupinazo anunciador.
Nueve días después y completadas las 514 actividades oficiales programadas, el escenario ha sido el mismo, pero el ambiente muy diferente. Lejos de la alegría desbordante del 6 de julio, en este 14 de julio por la noche se mezcla la pena por el final de las fiestas, el cansancio acumulado, la ilusión por celebrar las próximas con fuerzas renovadas, y el sarcasmo con el que se expresa todo esto.
Así, la charanga Gauerdi ubicada en la Plaza Consistorial ha alternado la melodía triste del "Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabao las fiestas de San Fermín" con el repentino empuje de la música de la 'escalera', la que anuncia la cuenta atrás para las fiestas de 2025 que tantos celebran con cenas y otros actos el "Uno de enero, 2 de febrero, 3 de marzo..." hasta llegar de nuevo al día del patrón, el 7 de julio.
Tras un 5 de julio con una espectacular tromba de agua que obligó a suspender la novillada, las fiestas de San Fermín se han desarrollado con un tiempo muy agradable, con calor por el día sin llegar a ser sofocante salvo momentos puntuales y noches frescas pero no frías.
Unos Sanfermines que han tenido la particularidad de tener dos fines de semana de fiesta, comenzando el sábado 6 de julio y concluyendo este domingo.
En el plano político, con EH Bildu de vuelta en la alcaldía tras pactar con el PSN la moción de censura de UPN y Cristina Ibarrola, las agresiones e insultos de los abertzales en la calle Curia durante la procesión de San Fermín se han disipado. Tampoco hubo ikurriñas en el balcón del ayuntamiento durante el Chupinazo, lanzado por los Dantzaris de Pamplona, en la vuelta de la votación popular para escoger el lanzador.
El alcalde Joseba Asirón, que viene avisando de la posibilidad de plantear unos futuros Sanfermines sin toros, no quiso perderse la corrida del día 7 de julio y fue presidente del festejo. No así la misa de San Fermín, acto al que no acudió pese a ser alcalde, como tampoco hizo en la octava.
Unos Sanfermines en los que los encierros vuelven a estar un año más en el foco de la polémica. Sin apenas cornadas, con carreras muy rápidas y encierros masificados, uno de los focos ha sido la edad de los corredores, tras la cornada de un mozo de 73 años o el susto de Torrechiva con un Miura en el último encierro de San Fermín y el único verdaderamente emocionante y peligroso.
Tampoco han convencido este año las tardes de toros en la monumental pamplonesa, con toros con poca fiereza y donde la faena de Fuente Ymbro del 10 de julio con Miguel Ángel Perea, Andrés Roca Rey y Tomás Rufo se han llevado el premio de la Casa de Misericordia a mejor corrida. Por su parte, el premio Carriquiri al mejor toro ha sido para Campanilla, de Victoriano del Río, lidiado el 11 de julio por Emilio de Justo.
Las fiestas de San Fermín se han cerrado este 14 de julio con la victoria de España en la final de la Eurocopa. Miles de personas han vibrado en los bares, sociedades y en la plaza Yamaguchi de Pamplona con los goles del pamplonés Nico Williams y Oyarzabal para dar la cuarta Eurocopa a la selección española de fútbol. Una alegría compartida por decenas de miles de pamploneses que Asirón ha privado de vivir en el centro de la ciudad, con pantallas gigantes en el centro de Pamplona por miedo a ver una ciudad de blanco y rojo volcada con su selección.
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