SOCIEDAD
La fuente medicinal de un pueblo de Navarra en un privilegiado lugar con puente románico e historia milenaria
Se encuentra a tan solo 45 minutos de Pamplona, la capital, y a diez minutos de Roncesvalles.

Se encuentra a tan solo 45 minutos de Pamplona, la capital, y a diez minutos de Roncesvalles.
A tan solo 45 minutos de Pamplona, entre las montañas del Pirineo Oriental navarro, se encuentra Aribe, un pequeño pueblo que atrapa a quien lo visita gracias a su ubicación privilegiada y su rica herencia cultural. Este núcleo de apenas un centenar de habitantes es el centro geográfico y de comunicaciones del Valle de Aezkoa, famoso por la imponente Selva de Irati, uno de los mayores hayedos y robledales de Europa.
El paisaje es protagonista. A 701 metros de altitud, Aribe se asienta a orillas del río Irati, cuyas aguas bajan desde la propia selva, a pocos kilómetros. Este entorno natural, dominado por frondosos bosques y cumbres nevadas en invierno, convierte a la localidad en un destino ideal para desconectar y reencontrarse con la naturaleza.
Pasear por Aribe es recorrer siglos de historia. Sus casas, muchas del siglo XVIII, mantienen el estilo tradicional de la arquitectura pirenaica, con tejados inclinados, madera vista y muros de piedra. Algunas viviendas conservan los arcos de sillería caliza con marcas de los incendios sufridos durante las guerras de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Entre sus elementos más singulares destacan el puente románico —de probable origen romano y reconstruido en época medieval—, la ermita de San Joaquín, el hórreo de Domentx, el molino de agua del siglo XIX y las ruinas del balneario de aguas medicinales de Aribe.
La fuente de Iturri, conocida desde el siglo XVIII, fue el origen del balneario de Aribe, construido a mediados del XIX y en uso hasta la década de 1920. Sus aguas, ferruginosas y carbonatadas, se empleaban para tratar afecciones estomacales y hepáticas. Aunque el edificio y la cabaña del servicio están hoy abandonados, el topónimo sigue vivo y forma parte de la identidad local.
La historia de Aribe se pierde en la noche de los tiempos. Los primeros vestigios humanos en la zona datan de alrededor del 8000 a.C., y entre ellos destaca la Cueva de Aizpea (también llamada "del molino"), donde se hallaron los restos más antiguos de una mujer en Navarra.
Además, Aribe fue históricamente conocida por sus minas de mercurio, aún visitables, y su tradición metalúrgica, presente desde tiempos remotos. Sin embargo, la zona fue considerada durante siglos como parte del Saltus Vasconum, un territorio agreste y apenas documentado por las fuentes romanas y griegas.
En el imaginario colectivo, los habitantes de Aribe, conocidos como chipateros, aparecen vinculados a episodios épicos como la batalla de Roncesvalles de 778, en la que cayó Roldán, caballero de Carlomagno, inmortalizado en la "Chanson de Roland". No se descarta que los pobladores del valle participaran en aquel combate, símbolo de resistencia vascona frente a las invasiones.
Durante la Edad Media, la fama de las aguas de Iturrialdea atrajo a viajeros y nobles, y el puente medieval sobre el Irati se convirtió en emblema del pueblo. Ya en la Edad Moderna y contemporánea, Aribe ha conservado su esencia como pueblo de montaña, vinculado a la ganadería, la agricultura y el aprovechamiento forestal.
A pesar de las invasiones y conflictos —incluyendo la ocupación napoleónica y las guerras carlistas—, el pueblo ha sabido mantener su identidad, y sus piedras siguen contando historias de supervivencia y arraigo.