• miércoles, 12 de febrero de 2025
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SOCIEDAD

La Clínica Universidad de Navarra descubre cómo mejorar los trasplantes de riñón con tecnología

El estudio ha contado con 28 pacientes trasplantados, una cantidad que no muchos hospitales alcanzan en España.

El Dr. Daniel Sánchez Zalabardo y la Dra. Vanesa Talavera, especialista y residente del Departamento de Urología, realizan un trasplante de riñón en la Clínica Universidad de Navarra. CLÍNICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
El Dr. Daniel Sánchez Zalabardo y la Dra. Vanesa Talavera, especialista y residente del Departamento de Urología, realizan un trasplante de riñón en la Clínica Universidad de Navarra. CLÍNICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Un estudio realizado por el Departamento de Urología de la Clínica Universidad de Navarra ha confirmado los beneficios de utilizar la perfusión pulsátil de máquina. Este dispositivo simula la circulación sanguínea a través de bombeo, mantiene la temperatura del riñón entre 2 y 8 grados y facilita la eliminación de la sangre residual, irrigando constantemente el órgano. De este modo, contribuye a preservar el injerto durante un período más largo.

El trasplante renal es un procedimiento médico complejo que implica extraer un riñón de una persona sana, ya sea cadáver o vivo, para trasplantarlo a un paciente que padece insuficiencia renal crónica, una condición caracterizada por el deterioro progresivo e irreversible de la función renal.

Según la Sociedad Española de Nefrología, la incidencia de pacientes con enfermedad renal crónica avanzada en tratamiento para sustituir las funciones del riñón es de 151 por cada millón de habitantes, lo que implica una mayor necesidad de donantes y órganos.

El proceso de donación atraviesa diferentes fases en las que es necesario trasladar el riñón desde el hospital de origen al de destino o mantenerlo en buenas condiciones en caso de que la extracción se realice en el mismo centro. Tradicionalmente, la forma principal de conservación era el almacenamiento en frío estático, un método que consiste en colocar el órgano en un contenedor estéril sumergido en una solución de preservación específica y rodeado de hielo para mantener una temperatura estable.

Según el Dr. Daniel Sánchez Zalabardo, subdirector del Departamento de Urología de la Clínica, “nuestra experiencia en la Clínica utilizando este dispositivo nos permite afirmar que las condiciones del injerto son mejores y están asociadas a una menor necesidad de diálisis después de la intervención. Por ello, el paciente reduce su estancia en el hospital y aumenta la calidad del órgano”.

El estudio ha contado con 28 pacientes que fueron distribuidos en dos grupos: el primero ha estado formado por 14 participantes que recibieron injertos preservados gracias a la perfusión pulsátil de máquina, y los otros 14, mediante el tradicional almacenamiento en frío. Los investigadores observaron una disminución significativa de la función renal retrasada –situación que se produce cuando el injerto no funciona de manera adecuada después del trasplante– en el grupo de pacientes que recibió el riñón proveniente de la máquina de perfusión pulsátil. Además, las analíticas mostraron mejores resultados en el momento del alta y la estancia hospitalaria fue dos días menor.

“Es cierto que hay gastos asociados, porque los hospitales deben adquirir estos equipos especiales para preservar los injertos. Sin embargo, puesto que reduce el riesgo de que los pacientes sufran función renal retrasada y, por lo tanto, la necesidad de someterse a nuevas sesiones de diálisis, el coste-beneficio es favorable”, asegura el Dr. Sánchez Zalabardo.

Navarra ha repetido la cifra récord de trasplantes de riñón realizados en un año en la comunidad. Desde que se realizó por primera vez una intervención de estas características en 1969, son numerosos los órganos recibidos por pacientes con insuficiencia renal. En 2024 se ha alcanzado el hito histórico al repetir las 56 intervenciones realizadas en 2016.

Según Micaela Sancho, coordinadora de trasplantes de la Clínica Universidad de Navarra, “el modelo actual es un ejemplo de colaboración público-privada que funciona bien y da buenos resultados. Es un convenio que lleva más de cinco décadas en marcha con un proceso muy cuidado y con un gran nivel de coordinación”.

Cuando el donante fallece, el coordinador de trasplantes de su hospital comunica los datos a la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Después de su validación, el centro receptor recibe la información, el nefrólogo evalúa los posibles pacientes y, a continuación, comunica a la ONT la aceptación del órgano. A partir de ahí, se suceden simultáneamente tres fases: el coordinador de trasplantes organiza e informa a todas las áreas involucradas en el proceso, el nefrólogo de guardia llama al paciente para que acuda a la Clínica a realizarse los estudios preoperatorios y el órgano es trasladado para ser preparado. Posteriormente, el receptor recibe el riñón que ha estado conservado en la máquina de preservación en el quirófano. Si la evolución es satisfactoria, el paciente abandonará el hospital en aproximadamente una semana.

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