COMERCIO LOCAL
La despedida más emotiva del peluquero de un barrio en Pamplona: “He sido feliz en mi trabajo”
“Me estoy dando cuenta de que la gente me quiere mogollón y me voy encantado. Me siento querido”, ha confesado.
Jesús Goñi Aguirre ha cerrado la puerta de su peluquería por última vez y lo ha hecho con el local lleno, muchas sonrisas y un aperitivo preparado a conciencia. Este lunes, 29 de diciembre, el peluquero ha convertido su despedida en una pequeña fiesta de barrio en su establecimiento de la calle Rinaldi 15 bajo, en Pamplona, con sus clientas como protagonistas.
La cita ha tenido el sabor de las cosas sencillas y auténticas: un rato de charla, regalos, recuerdos y ese ambiente cercano que se ha respirado en el barrio de Iturrama, donde Jesús se ha ganado el cariño de muchas vecinas y amigas. “Me estoy dando cuenta de que la gente me quiere mogollón y me voy encantado. Me siento querido”, ha confesado, visiblemente emocionado.
Jesús, natural de Iraizoz y residente en Undiano, ha cumplido 65 años el 26 de diciembre y ya tiene la jubilación en marcha. “El día 27 de diciembre ya consta como el último día de trabajo”, ha explicado, con la tranquilidad de quien ha cerrado etapa sin prisas, pero con las ideas claras.
Su despedida ha sido también un agradecimiento público a esas clientas que, durante años, han ido pasando por su silla. Por eso ha preparado un cátering como gesto de cariño. “Me apetecía darles las gracias. A final de cuentas he vivido de ellos y de ellas así que hay que darles un detallico que no es nada”, ha contado. Y ha rematado con humor: “No me voy a arrepentir. Ya me he dado de baja en todas partes”.
En su peluquería actual llevaba diez años y seis meses, aunque su historia con las tijeras viene de lejos. “En esta peluquería llevaba diez años y seis meses pero he estado toda mi vida laboral en otras peluquerías”, ha recordado, antes de repasar su trayectoria.
En ese recorrido ha pasado por Lorenzo Cabanas “un par de años”, y después ha trabajado por su cuenta “trece años en el gimnasio Zembikai”. También ha estado en Roberto peluqueros, en San Jorge, en Iturrama “casi un año” y, finalmente, en su local actual. Sumando etapas, lo deja claro: “En total unos 40 años”.
Cuando habla de lo mejor de estas cuatro décadas, Jesús no mira al espejo ni a los productos: mira a la gente. “Lo mejor de todos estos años ha sido la gente. Lo tengo súper claro… es maravillosa. Con un trato muy de casa en la inmensa mayoría de los casos”, ha afirmado. Y ha añadido que se marcha “encantado”.
Lo más duro, sin embargo, ha llegado justo al final. Jesús ha reconocido que el último mes ha sido “bestial”. “Me han achuchado tanto que… han sido muchas horas de trabajo. Mucho trabajo por lo menos en mi caso”, ha explicado, recordando días largos y agenda apretada.
También ha puesto cifras a ese ritmo exigente: “Solo ocho días al año de vacaciones y en San Fermín también he trabajado quitando dos días”. Y ha resumido el motivo con una frase que muchas de sus clientas han entendido al instante: “A las chicas hay que tenerlas peinadas y más en fiestas”.
A pesar del esfuerzo, ha asegurado que podría haber seguido. “Podría seguir sin ningún problema. Me encuentro fenomenal”, ha señalado. Pero ha preferido parar a tiempo: “No quiero. La vida son etapas y ya vale. Se acabó y a disfrutar de mi pareja y a viajar”.
El balance final lo ha dicho sin rodeos: “Encantado. Ten en cuenta que yo he hecho lo que me gustaba, que es trabajar con el pelo. He sido feliz en mi trabajo hasta el último día”. Y, con la despedida ya hecha, ha empezado a mirar hacia delante.
Entre sus planes están volver al gimnasio, que “me encantaba”, y apuntarse a “algún curso en la universidad de historia del arte o algo así”. También quiere viajar: “Llevo diez años sin salir al extranjero”. Y tiene otro propósito doméstico, de los que se cumplen sin presión: “Leer más, que actualmente no leo nada. No me voy a aburrir”.
Sobre la pena de dejarlo, lo ha explicado con esa mezcla de cabeza y corazón que se nota en las despedidas de verdad. “Sí y no. Mi mente ya lo tiene como una etapa terminada”, ha reconocido. Y ha dejado claro qué se lleva por dentro: “Me voy a acordar más de las personas que del trabajo”.
En cuanto al futuro del local, todavía no hay un relevo cerrado. Jesús ha contado que está esperando a ver si una chica se queda con la peluquería. “Podría ser. Es una chica española que vive en un pueblo y quiere venir a la ciudad”, ha indicado.
Antes, ha hablado con “otras tres chicas extranjeras”, pero se han encontrado con el mismo problema: “El banco no les daba el préstamo que necesitaban”. Jesús ha admitido que sería “una pena cerrar” pensando en las mujeres del barrio, y ha explicado que muchas clientas le han dicho que, si entra alguien nuevo, “probarán aquí”.
La fiesta también ha servido para medir el cariño. Una clienta ha recordado que ha seguido a Jesús “en todos los locales donde ha trabajado en los últimos 20 años”. Otra le ha regalado “una botella de wiskhi del bueno por sus atenciones. Nos ha hecho muchos favores”. Entre fotos, abrazos y bromas, la despedida ha sonado más a celebración que a adiós.