En las afueras de Estella, Navarra, se encuentra un lugar que desafía las convenciones: el Parque de los Desvelados, también conocido como el Parque de las Calaveras.
Este espacio peculiar se erige como una mezcla entre un museo al aire libre y un sitio inquietante, que provoca reacciones diferentes entre quienes lo visitan. Su singularidad radica en la manera en que combina arte y reflexión sobre la muerte, una temática que el escultor Luis García Vidal abordó de manera audaz y personal.
Creado por García Vidal en la última parte del siglo XX, el parque es una manifestación artística que busca explorar la presencia omnipresente de la muerte en nuestra vida cotidiana y la idea de que es una continuación natural de la existencia.
El proyecto se convirtió en una extensión de su filosofía personal, que también quedó reflejada en su obra. Un capítulo reciente de un programa de Televisión Española y una secuencia de una película de zombies rodada en el parque han puesto de relieve su atractivo singular y su atmósfera única.
El parque se encuentra en el paraje de San Lorenzo, a unos 1,8 kilómetros del casco urbano de Estella. Accesible a través de una pista forestal que conduce a las ruinas de la ermita de San Lorenzo, el parque está vallado pero su puerta permanece abierta por deseo expreso del propio García Vidal, quien siempre quiso que su obra estuviera disponible para el público.
A pesar de los actos vandálicos y el desgaste sufrido por algunas esculturas, que a veces han colapsado bajo el peso de los visitantes, el lugar sigue siendo un espacio de libre acceso.
El Parque de los Desvelados es conocido por sus imponentes calaveras hechas con restos de poda de zumaque, un arbusto característico de Tierra Estella conocido por el color rojizo de sus hojas en otoño. Estas figuras, que originalmente se mantenían erguidas, ahora se encuentran en su mayoría tumbadas, un reflejo de la fragilidad de los materiales y del respeto variable de los visitantes. Entre las esculturas también se encuentran dos coches chocados frontalmente, con uno de ellos portando la inscripción: "A la muerte le gustan los coches."
Luis García Vidal, originario de Melilla, llegó a Estella en 1971 impulsado por el amor, después de haber vivido en Málaga, Madrid y Tenerife. Su trayectoria artística comenzó en Brasil, donde ganó premios de escultura, y su sueño de ir a París se vio complementado por su encuentro con Carmen Eguaras, una estellesa con quien se casó y se estableció en la ciudad del Ega.
A partir de ese momento, García Vidal se dedicó plenamente a su proyecto más ambicioso: el Parque de los Desvelados, que inicialmente presentó calaveras y más tarde incorporó otros elementos como coches accidentados y sillas de bebé rotas.
La muerte de su hermano Alberto marcó profundamente al artista, quien dedicó una de las esculturas del parque a su memoria, con un panel que reza: "Esta escultura se la dedico a mi hermano Alberto, muerto a la edad de 59 años. Vivió como un artista que era y abrazó la muerte con valentía y dignidad al tener que vivir como una piltrafa humana. 1991."
Luis García Vidal falleció en 2008 bajo circunstancias misteriosas, con su cuerpo encontrado en el río Ega. Su legado, encapsulado en el Parque de los Desvelados, sigue siendo un testimonio impactante de su visión artística y su profunda reflexión sobre la vida y la muerte.
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