Cuando pensamos en Pamplona, muchos asociamos la ciudad con San Fermín, el santo que da nombre a las famosas fiestas de los encierros. Sin embargo, la capital navarra celebra este viernes otra fecha muy importante, el día de su patrón, San Saturnino.
Por que sí, aunque San Fermín tiene un hueco en el corazón de todos los pamploneses y muchas personas piensan erróneamente que es el patrón de la ciudad, lo cierto es que el patrón oficial de Pamplona es San Saturnino. Este santo es menos conocido, pero su historia está profundamente arraigada en la fe y la tradición de la capital navarra. Este hecho sorprende a muchos, pero tiene una explicación histórica y religiosa que vale la pena conocer.
San Saturnino, también conocido como San Cernin, fue un obispo y mártir cristiano que vivió en el siglo III. Según la tradición, este santo, originario de Toulouse (Francia), jugó un papel crucial en la cristianización de la región. Fue el responsable de evangelizar gran parte de la Galia y, según se cuenta, llegó a Pamplona acompañado de sus discípulos, entre ellos San Honesto y San Fermín.
La leyenda dice que San Saturnino bautizó a muchos de los primeros cristianos en Pamplona en un pequeño pozo, ubicado junto a lo que hoy es la iglesia que lleva su nombre, la Iglesia de San Saturnino. Uno de esos cristianos fue el propio San Fermín, quien luego se convertiría en el primer obispo de Amiens y mártir de la Iglesia.
San Saturnino no solo trajo el cristianismo a Pamplona, sino que, según la tradición, protegió a la ciudad y a sus habitantes. Este vínculo con la fe y la protección de la comunidad hizo que los pamploneses lo adoptaran como su patrón desde tiempos antiguos.
El culto a San Saturnino se consolidó en la Edad Media, cuando la fe y las creencias populares tenían un peso decisivo en las tradiciones locales. En su honor, se construyó la Iglesia de San Saturnino, uno de los templos más importantes de la ciudad y un punto emblemático para los pamploneses.
San Fermín, a pesar de su fama actual, no siempre tuvo el protagonismo que ostenta hoy en día. Aunque es un santo muy querido y venerado, especialmente por las fiestas de San Fermín, su culto como patrón surgió más tarde. En realidad, su figura se popularizó sobre todo a partir del siglo XVI, cuando las fiestas en su honor comenzaron a ganar notoriedad. Actualmente, San Fermín es copatrón de Navarra junto a San Francisco Javier.
Por otro lado, la elección de San Saturnino como patrón responde más a su papel en la historia religiosa de Pamplona, al ser el evangelizador de la región. San Fermín, en cambio, tiene un carácter más universal como símbolo de la ciudad, pero no como protector oficial.
Cada 29 de noviembre, Pamplona rinde homenaje a su patrón con una festividad que, aunque más discreta que las fiestas de San Fermín, tiene un gran valor para la comunidad local. Durante este día, se celebra una procesión desde la Iglesia de San Saturnino hasta la catedral de Pamplona. Los actos incluyen eucaristías, música y eventos culturales que resaltan la importancia histórica y espiritual de este santo para la ciudad.
La fecha coincide con el martirio de San Saturnino, quien, según la tradición, fue ejecutado en Toulouse tras negarse a participar en un ritual pagano. Su fe inquebrantable lo convirtió en un modelo de valentía y entrega, valores que los pamploneses siguen recordando.
Aunque San Saturnino es oficialmente el patrón de Pamplona, San Fermín ocupa un lugar especial en el corazón de los pamploneses. Ambos santos simbolizan la identidad de la ciudad y su historia, combinando la tradición cristiana con el carácter festivo y universal que tanto caracteriza a Pamplona.
Así, mientras San Fermín nos invita a celebrar y compartir la alegría de las fiestas, San Saturnino nos recuerda los orígenes y la fe que dieron forma a la ciudad. Dos figuras distintas, pero esenciales para comprender la esencia de Pamplona.
