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SOCIEDAD

Las aventuras de un pamplonés de 14 años, estudiante de intercambio en Australia

Alumno del Colegio Irabia-Izaga de Pamplona, Marcos Camacho ha pasado dos meses en un programa de intercambio en Sídney.

Marcos Camacho, estudiante del colegio Irabia, de intercambio en Sidney (Australia). CEDIDA
Marcos Camacho, estudiante del colegio Irabia-Izaga, de intercambio en Sidney (Australia). CEDIDA

Si en el mismo centro de la Plaza del Castillo de Pamplona caváramos un agujero que atravesara el centro de la tierra, apareceríamos a unos pocos kilómetros de la costa este de Nueva Zelanda, en Oceanía; a poco más de 2.000 kilómetros de Sídney; el lugar de destino de nuestro protagonista. Hasta allí, hasta las antípodas, se fue Marcos Camacho Costa, un pamplonés de catorce años que cursa 3º de la ESO en el colegio Irabia-Izaga, con el único objetivo de mejorar su inglés.

Marcos formó parte de un programa de intercambio, de los varios que tiene el colegio, que le llevó a acoger en su casa a un chico australiano durante dos meses, y posteriormente hacer las maletas y presentarse al otro lado del mundo. "Ha sido una experiencia alucinante", explica Marcos.

Según señala, "desde pequeño, en el colegio he visto que existían estos programas de intercambio para los mayores y siempre he querido ir, aunque tenía en la cabeza ir a Estados Unidos". Cuando le hablaron de la posibilidad de Australlia, cambió rápidamente de opinión. "Pensé que Estados Unidos está más cerca y que tal vez pueda ir en algún momento de mi vida, pero Australia está lejísimos y no sé si algún día podré volver, así que era una oportunidad".

Otro de los motivos de peso fue la duración. En Estados unidos los intercambios son más cortos y el de Australia era de dos meses, así que justo al acabar las vacaciones de Navidad puso rumbo al Wollemi College, a las afueras de la ciudad más grande y poblada de Australia. "El colegio quedaba a 50 kilómetros de la zona más conocida de Sídney, pero era raro, porque estaba dentro de la ciudad. Todo allí es como muy lejos y muy grande", asegura. 

El viaje a las antípodas fue largo y pesado. Desde que salió de su casa hasta que llegó a Sídney pasaron cerca de 30 horas en las que tuvo que tomar tres vuelos: de Pamplona a Madrid, de Madrid a Doha, y de Doha a Sídney.

Marcos cuenta que le han tratado muy bien durante los dos meses que ha pasado allí, tanto en la familia con la que convivió, como en el colegio en el que asistía a clase. "Me pusieron en el aula de 16 años, porque allí el sistema educativo es diferente. Casi todas las asignaturas eran de ciencias", relata. No obstante, lo importante no eran las materias en sí, sino la inmersión lingüística; y confiesa que eso le costó un poco al principio. "Vas allí pensando que más o menos sabes hablar inglés, de hecho, yo saco buenas notas en inglés, pero al llegar no entendía muchas cosas por el acento que tienen".

No fue un problema insalvable. Asegura que se le hizo pronto el oído y que pudo relacionarse con todo el mundo sin ninguna complicación. "En la casa a la que fui me facilitaron mucho las cosas. Cuando veían que no había entendido algo, me lo repetían hablando más despacio".

En dos meses no le dio tiempo a conocer Australia entera, ni siquiera todo Sídney, pero sí los lugares más emblemáticos como la Ópera o el Puente del Puerto. "Es alucinante", reitera. "Todo allí es enorme, y todo parece nuevo: las calles, los rascacielos...". Pero entre todas las cosas, una de las que más le llamó la atención fue el entorno natural en el que se encuentra la ciudad. "Era curiosísimo que pudieras encontrar animales prácticamente en cualquier sitio". Entre ellos, como no, los famosos canguros. "Más de una vez los vi pasar saltando cerca del colegio, y hasta por las calles, como si aquí los viéramos pasear por el centro".

Otra de las cuestiones que Marcos destaca de la vida en Sídney es no tanto la sensación de seguridad, pero sí de civismo que se vive. "Aquí, si dejas la bicicleta sin candar, lo más seguro es que cuando vuelvas ya no esté. Allí no pasa. La mayoría de las casas tienen las puertas abiertas y a nadie se le ocurre entrar en una casa que no es la suya".

En definitiva, ha sido una experiencia inolvidable para él. "Se lo recomiendo a todo el mundo. No sólo porque he notado que mi inglés ha mejorado muchísimo, sino porque es toda una experiencia estar tanto tiempo fuera de casa".

Efectivamente, el nivel de inglés de Marcos ha mejorado de forma notoria. "Escucho mucho mejor y hablo mucho más fluido", sostiene. En definitiva, entiende mejor las bases del Inglés, que es el propósito del programa de intercambio de Irabia-Izaga.

Y es que Irabia es uno de los colegios pioneros en el bilingüismo en Navarra. Desde que los alumnos entran con tres años en Primero de Infantil, reciben la mitad de las asignaturas en inglés. Sin duda, un modelo de éxito que les ha llevado a ser el único colegio de Navarra acreditado como Cambridge Educational Partner School por implantar su metodología en el aula. Asimismo, en el propio colegio preparan a los alumnos para los exámenes de la Universidad de Cambridge.

Y por supuesto, los intercambios forman parte de la formación natural de aquellos alumnos, como Marcos, que los requieren. "Sabemos que para poder ir de intercambio es importante sacar buena nota en Inglés, pero también ir bien en el resto de las asignaturas, porque si no, al volver, puedes tener problemas", subraya.

Y es que en Irabia-Izaga cuidan especialmente este programa de intercambio que en la actualidad es posible cursar en el Rockbrook International de Dublín (Irlanda), en el Saint Louis University High School (Saint Louis, USA), en el Saint Joseph Preparatory High School de Philadelphia (USA) y en el referido Wollemi College de Sídney (Australia).

Además, en Irabia apuestan con fuerza por los idiomas y todos sus alumnos aprenden francés como segunda lengua extranjera desde 4º de Primaria. Cuando llegan a 2º de la ESO, muchos de sus alumnos están preparados para irse de intercambio al país vecino, de ahí que desde la dirección del colegio hayan procurado también intercambio con el Collège Jean-Joseph Lataste de Burdeos, el Collège Sant Joseph de París y que participen en colaborción con el Gobierno de Navarra en el programa de intercambio con el Collèges de L'Academie de Burdeos.

Marcos participó en uno de estos programas y lo cierto es que asegura que "repetiría cien por cien". "Es verdad que dices que te vas muy decidido, pero cuando se acerca la fecha de irte al otro lado del mundo, te pones un poco nervioso. También que cuando llegas allí, echas un poco de menos tu casa y tu familia, pero practicamente hablábamos todos los días, así que no ha sido para tanto. Al revés, me lo pasé genial", sentencia.


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