Los agentes de la Policía Municipal de Pamplona no se lo podían creer. Una patrulla circulaba a mediodía de este miércoles por la calle Juan de Tarazona, en el barrio de la Chantrea, cuando un coche que venía detrás se ha acercado casi hasta tocar el coche patrulla tocando la bocina de manera insistente.
Ante la posibilidad de que se tratara de una urgencia real, el agente que conducía el coche patrulla decidió orillarse a un lado para dejarle pasar, pero en el momento en el que el insistente conductor les rebasaba, se dio cuenta de que no sólo no era una urgencia, sino que algo peor sucedía.
Al momento encendieron las luces emergencia haciéndole señales para que detuviera el coche, pero no obedeció. Tras insistir en varias ocasiones, la patrulla consiguió adelantar al coche y frenar la marcha hasta que el conductor se detuvo detrás.
La primera sorpresa de los agentes nada más poner el pie en tierra fue comprobar cómo había un fuerte olor a quemado: Efectivamente, el conductor del coche no había quitado el freno de mano.
Al hacerle bajar del coche, el olor a alcohol sustituyó al olor a quemado. Eran sólo las 17:15 de la tarde, pero los agentes no daban crédito. El conductor, de 43 años, apenas podía articular palabra.
Le practicaron una primera prueba de alcoholemia cuyo resultado no ha trascendido, pero como quiera que el alcoholímetro no era homologado decidieron trasladarlo a dependencias municipales, donde la prueba oficial, a la segunda, ofreció un resultado de 1,05 milígramos de alcohol por litro de aire expirado, es decir, cercano al coma etílico.
Los agentes procedieron a la inmovilización del vehículo en el depósito municipal, a leerle sus derechos y a entregarle una citación para un juicio rápido donde le explicará al juez, de dónde venía y a dónde iba en esas condiciones.
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