Los árbitros han llegado a un punto, parece que de no retorno, donde amparan y potencian el antifútbol y fomentan la desconexión con los equipos de la segunda parte de la tabla.
Osasuna y Real Madrid ofrecieron espectáculo del bueno, entretenimiento en estado puro. Victoria justa blanca con un once no habitual pero capaz de ganar la Liga.
Un Osasuna rosáceo, increíble, en la floresta de la primavera levantina, junto a la playa de la Malvarrosa, se impuso con autoridad ante el Valencia de Bordalás.
Partido para olvidar el del Camp Nou. Llegar a la media hora de partido en tal escenario con tres chicharros en contra quita al aficionado las ganas de seguir conectado a la tele. La película ya había terminado.
Difícil saber a qué vino el Villarreal. En fútbol resulta fundamental tener las ideas claras. Al menos, saber responder a la pregunta ¿qué quiero? Osasuna lo hizo, y así encontró el merecido premio.
Parecía que hubieran hablado los dos entrenadores de que debía hacer para frenar al contrario en un partido que parecía condenado al empate. Un gol de rebote premió a los realistas, que disfrutaron así de viento a favor para mantener la ventaja.
Estalló la tormenta en UPN y a continuación, sin digerirla todavía, salta en pedazos el PP. Crisis total en el centroderecha navarro y estatal, una crisis íntimamente ligada a la falta de liderazgo en ambas formaciones.
Osasuna regaló un gol de ventaja al Atlético, ¿Qué más podía soñar el Cholo? Pero es que luego le regaló otro. Delirio colchonero. Sin jugar a nada, pero defendiendo con once, impidió tirar a puerta a los rojillos. Así que el tercero (0-3) resultó anecdótico.
Espectacular Osasuna en Vallecas. Comenzó con juego de ataque y terminó de la misma forma. Así anotó merecidamente un 0-3 de los que no se recuerdan, que pudo ser mayor.