Carmen Moscoso Arizcuren es una pamplonesa "de toda la vida" de 60 años de edad que busca traspasar su tienda, donde va a cumplir cuatro años trabajando en el barrio de la Rochapea.
Se trata de la Mercería Isabel, que está situada en la avenida de Marcelo Celayeta 28. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en esta sección de comercio local. Como es el caso, por ejemplo, de la frutería donde Ignacio Lacuey no se quiere jubilar a sus 73 años, o de la pescadería Sesma donde trabajan dos hermanos y una prima.
Carmen Moscoso explica el motivo de traspasar su tienda: "Con mucha pena lo tengo que dejar por motivos de salud. Tuve hace dos años una enfermedad grave. Estuve once meses de baja con mala suerte porque llevaba solo año y medio con el negocio".
"Justo ahora va a hacer cuatro años que cogí la tienda porque se jubiló la anterior propietaria Kontxesi San Juan". La mercería lleva abierta unos 60 años "desde que se hicieron estas casas cuando la abrió Isabel y en honor a ella se mantiene el nombre".
Su intención inicial "era seguir aquí, cumplir mi etapa laboral y jubilarme, pero con la mala suerte que me vino la enfermedad al año y medio de coger la tienda. Tuve operaciones, quimios... lo llevé bastante bien y parece que la cosa va bien, pero quedan secuelas de la quimio y me dicen que me tengo que cuidar".
"Me da mucha pena porque esta tienda era mi vida. Mi ilusión era tener un negocio propio ya que llevo toda mi vida en diferentes comercios, aunque soy administrativa. Me llegó esta oportunidad y dije aquí me jubilo. Me da mucha pena tener que dejarlo", asegura Carmen Moscoso.
En cuanto al traspaso de la tienda "no me he puesto una fecha límite. Mi idea es dejar la mercería a otra persona que continúe con este negocio. Todo dependerá de cómo vaya yo con mi salud y mis pruebas. Voy a intentar estar todo lo que pueda, incluso puedo ayudar durante algún tiempo, unas horas, a la persona que me de el relevo".
Es una de las últimas mercería del barrio de la Rochapea: "Hay otra cerca pero no tiene el surtido que yo tengo aquí. Me viene gente a comprar de Buztintxuri, de Artica... y me llaman por teléfono para saber donde está mi tienda".
Las clientas entienden su situación: "Me dicen que yo soy lo primero y lo entienden. Que ojalá lo pueda dejar en otras manos. Esta mercería es una referencia en el barrio. Siguen viniendo segundas generaciones pese a internet y que valoran el trato humano".
"Somos psicólogas también porque te cuentan sus problemas. Estoy agradecidísima y muy contenta con la gente del barrio, y eso que yo vivo fuera de la Rochapea". Tampoco hay relevo familiar: "Tienen sus estudios y trabajos y no quieren seguir. Tengo dos hijos de 28 y 24 años, chico y chica, y esto no les seduce", concluye Carmen Moscoso.
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