Garrarte vuelve a sonar con fuerza en Pamplona cuando se acerca la Navidad. En plena Estafeta, este comercio local ha ido construyendo su reputación poco a poco, tras cinco generaciones de la familia elaborando dulces artesanos y con una idea que se entiende rápido: aquí siempre hay algo que encaja, tanto para una sobremesa como para un pequeño detalle que apetece dar (o darse) sin necesidad de pensarlo demasiado.
La sensación, al entrar, es la de estar ante un escaparate de tentaciones bien ordenadas. Cada familia encuentra su “zona de confort”: quienes no perdonan lo clásico, quienes buscan sabores distintos y quienes van directos a por algo vistoso. Y ahí está parte del secreto de Garrarte en estas fechas: la variedad no es un adorno, es el hilo conductor.
Hay productos que funcionan como un lenguaje universal. Los garrapiñados son uno de ellos. Frutos secos como almendras o cacahuetes envueltos en caramelo, crujientes y directos al paladar. Son esos bocados que suelen desaparecer de la mesa antes de que alguien llegue a pedir “solo uno más”.
La Navidad, además, tiene su propio calendario emocional, y ahí entra el turrón artesanal. En Garrarte lo presentan como una experiencia, con una gama que va de lo tradicional a combinaciones más atrevidas. Es el tipo de dulce que cambia una sobremesa: no solo se come, también se comenta.
Entre los sabores con historia destaca el turrón de la abuela, vinculado a la tradición familiar del negocio. Nació, cuentan, aprovechando trocitos de frutos secos que no servían para otras elaboraciones. Con el tiempo, la receta ha evolucionado hacia una versión más cuidada: almendra caramelizada, azúcar y mantequilla, con pinceladas de chocolate negro. Un clásico con personalidad, de esos que suelen gustar a varias generaciones a la vez.
A su lado conviven otros sabores que encajan con lo que pide la mesa navideña: el turrón de guirlache de almendra, muy reconocible, y propuestas más singulares como el de toffee, praliné de macadamia y vainilla, además de opciones como mandarina y pistacho o el Chai Masala. ¿Quién no tiene en casa a alguien que siempre pide “algo diferente”?
Otro de los grandes protagonistas de estas semanas es el chocolate artesanal. En su selección hay tabletas de chocolate negro, con leche y blanco, además de figuritas en múltiples formas. Son productos que suelen tener un punto especial en Navidad: acompañan el café, se comparten sin ceremonia y, por su presentación, a veces ni hace falta envolverlos demasiado para que luzcan.
Y si hay un apartado que conecta con la ilusión de estas fechas, ese es el de las piruletas artesanas. Coloridas, con formas y sabores pensados para sorprender, son ese tipo de dulce que entra por los ojos. En una época en la que se multiplican las visitas y los planes con familias, ese detalle visual suele tener más peso del que parece.
Para completar el “fondo de armario” dulce de cualquier casa, Garrarte también reúne gominolas artesanales y caramelos artesanales. Las gominolas se presentan con sabores clásicos y combinaciones más innovadoras, elaboradas con ingredientes naturales. Los caramelos, por su parte, aparecen en distintos colores, formas y sabores, hechos con técnicas tradicionales y esa promesa de “uno y ya” que rara vez se cumple.
En el fondo, Garrarte tiene algo muy navideño aunque no lo diga en voz alta: invita a elegir sin prisas, a combinar texturas y a dejarse guiar por lo que apetece en cada momento. Porque en estas semanas, muchas decisiones no se toman con la cabeza. Se toman con el olfato, con los recuerdos… y con la primera mordida.