En la avenida del Ayuntamiento número 7 bajo, a un paso del bullicio de la cuenca de Pamplona, el bar Kupela conserva el sabor de los bares de siempre. Pequeño, con ambiente familiar y clientela fiel, este local es un clásico entre quienes buscan una cerveza bien tirada y un pincho casero. Tras la barra está Iosune Flamarique González, una pamplonesa de 47 años que tomó el relevo de su padre, Julián Estella Janariz, cuando se jubiló.
Desde el 20 de julio de 2024, Iosune está al frente de este negocio donde su padre trabajó durante quince años. “Lo dejó por jubilación. Estaba solo en el bar, como yo ahora”, cuenta con naturalidad. No es un local grande ni moderno, pero sí uno de esos espacios con encanto que resisten el paso del tiempo en Barañáin.
“Es chiquitico, no tiene cocina ni salida de humos, así que tengo cuatro pinchos. Me quitan de las manos un queso lituano muy rico y los choricicos a la sidra, además de algunas gildas. Es un bar de barrio, de pueblico, donde nos conocemos todos”, comenta con orgullo.
El bar Kupela, situado en Barañáin, mantiene su esencia gracias al trato cercano y a los sabores sencillos. Iosune se maneja sola detrás de la barra, preparando los pinchos en el microondas y sirviendo vinos o cervezas con la soltura de quien lleva toda la vida en esto.
“Preparo chistorrica o bacon, y lo que más se bebe son vinos y cervezas. Estoy muy contenta porque los clientes son gente muy maja. A mi padre le conocen mucho, ya que se jubiló hace poco por una enfermedad, y yo he tenido una muy buena aceptación”, asegura.
Su experiencia en hostelería viene de lejos. “He trabajado en el Iruñazarra de Pamplona y he pasado casi toda mi vida laboral detrás de una barra. Esto no me ha pillado de nuevas”, explica. Con el cambio de gestión, ha querido actualizar el local sin perder su carácter.
“Le he dado una vuelta para modernizarlo. Lo he pintado, he cambiado la barra y el mueble, que tenía más de 40 años. Ahora estoy más tranquila, me he adaptado y todo está como a mí me gusta”, afirma satisfecha.
Los viernes por la tarde y noche son el momento de más movimiento en Kupela. “Es cuando la gente se toma una cervecica en el barrio después de trabajar. Me manejo estupendamente yo sola”, comenta entre risas. El horario del bar es de 10:30 a 15:00 y de 18:00 a 22:00 horas, aunque los viernes y sábados puede alargarse un poco más: “Si hay gente, me quedo; y si no, pues a descansar”.
El negocio, según confiesa, “da para vivir a una persona si estás aquí todo el día y poco más”. Pero Iosune no se queja. “Da para vivir porque no me da tiempo a gastar”, bromea. Descansa los martes, el único día en que echa el cierre.
El resto del tiempo lo dedica a atender a su clientela, que también disfruta de una terraza con once mesas, muy animada en los días de buen tiempo. “Sigo con ilusión y me gusta el trato con la gente. Llevo toda la vida detrás de la barra”, dice con una sonrisa.
Las reseñas en redes sociales reflejan ese ambiente cálido y cercano que se respira en el Kupela. “Este pequeño pero acogedor bar, en la plaza del Ayuntamiento de Barañáin, está regentado por una gran profesional que lo ha convertido en un lugar de encuentro familiar”, escribe un cliente habitual.
Otro lo resume así: “El mejor bar con diferencia de Barañáin. Muy buen servicio y muy buen ambiente. Muy familiar. Estupendo para pasar un rato. Lo recomiendo; siempre un lugar agradable para alternar con los amigos”.
