Fundada en 1905 por Bonifacio Ortega en el número 1 de la calle Mayor de Pamplona, los escaparates de la tienda 'Ortega' siempre han mostrado un gran surtido de batas, pijamas, camisas, lencería del hogar, trajes regionales... aunque su producto estrella eran las mantas.
En el arranque del negocio, a principios de siglo, se referían a Casa Ortega como 'Casa Boni' por su fundador, Bonifacio Ortega. Trabajó en la tienda hasta 1935 cuando falleció en un accidente. La tienda pasó después a uno de sus hijos, José.
José Ortega les dejó la tienda en 1965 a dos de sus dependientes, Daniel Cayuela Ortega y a José Manuel Navarro. A partir de ese momento la tienda se conoció como 'Sucesores de Ortega' o más sencillamente como 'Ortega'. Actualmente el responsable de la misma es Francisco Javier Navarro Ruiz, sobrino de José Manuel Navarro.
Es una tienda estrecha pero bastante larga con el mostrador de madera colocado a la derecha. Las paredes están repletas de baldas con todo tipo de camisas, camisetas, pantalones, calcetines, pijamas, batas, toallas, mantelerías, juegos de cama...y todo lo que uno se puede imaginar.
El responsable de la tienda es Francisco Javier Navarro, al que todos le conocen como 'Patxi', que cuenta con cuatro compañeras de trabajo: Beatriz Ciprés, Marta Mateo, María Garralda y Maria José Lapeña.
“En sus inicios era una tienda de telas, pero nos hemos sabido adaptar a los tiempos donde lo normal era ya la pieza hecha”. Había que responder a las demandas nuevas de los clientes con estas claves: "Meter horas, calidad y atención personalizada son los ingredientes para sobrevivir... y un buen escaparate”, asegura Francisco Javier Navarro.
"Vamos pasando de unos a otros y esperando que haya más generaciones, pero cada vez es más difícil. Yo no soy el dueño, sino el responsable con 62 años. Yo empecé en los años 70 a los 14 o 15 años cuando se podía trabajar, que ahora es imposible, y que sería bueno que podrían ayudar si no quieren estudiar", asegura Patxi.
"Empecé hacia el 72 por ahí como 'maca' haciendo recados, que no cotizaba ni nada dos o tres años. Luego al cabo del tiempo vas cotizando hasta los 45 que llevó. A ver si me puedo jubilar este año a los 63, ya estoy un poco mirando. Los años pesan, te vas cansando y aguantas menos por la edad".
El cierre de la tienda no corre peligro pese a su próxima jubilación: "Hay relevo. Es una alegría porque lo que queremos es que no cierre el viejo comercio de toda la vida del Casco viejo. No se puede cerrar. Es como un libro. Si está abierto puedes leer algo, pero si está cerrado solo puedes ver tapas que son persianas y puertas cerradas. Intentemos ayudar porque al final son vivencias de muchos años y la calle se queda muy triste", reflexiona.
"He conocido a generaciones de pequeños que venían aquí y que ahora vienen con sus hijos. Si se pierde eso ya no se puede recuperar. Intentemos ayudar a los que estamos aquí, sea comercio o hostelería, de alguna forma", indica Francisco Javier Navarro.
El covid-19 lo han pasado "dentro de lo que cabe bastante bien pese al miedo inicial. Creo que la gente en esos momentos tan malos de la pandemia pensaba más en ir a pequeños comercios que ir a grandes superficies más masificadas. Nos hemos adaptado bien en cuestión de limpieza entrando solo dos o tres personas a la tienda, ha sido llevadero pero duro ha sido muy duro", afirma Patxi.
La ausencia de fiestas estos dos años también les ha afectado: "No ha habido Sanfermines dos años y navidades tampoco, que son empujones al comercio. Si no hay Sanfermines hay una pérdida. Luego hay que pagar las prendas, los pantalones blancos, y hay incertidumbre porque el covid parece que se acaba y luego otra vez empieza otra variante", comenta el responsable de la tienda.
"Con la incertidumbre de lo que tenemos que comprar porque luego es un género que igual no se vende y es una pérdida. Es difícil calcular porque no sabemos si habrá Sanfermines. Igual te quedas corto en las compras y aquí estamos cinco trabajando. Nos vamos adaptando bastante bien. Las fábricas han entendido que hay que mandar más pedidos más pequeños y más seguidos, pero esto no le viene bien a nadie".
En cuanto a las ventas, Patxi asegura: "Vamos adelante. Estamos trabajando bastante bien. Al final Ortega es una tienda de toda la vida y una tienda clásica, porque modernas hay a montones. El casco viejo ayuda mucho. La verdad es que estamos contentos, no como hace dos o tres años en ventas, pero al menos para mantenerse e ir siguiendo a ver como evoluciona esto".
Sobre lo que más demanda el cliente, afirma: "Ortega se llamaba la casa de las mantas tiempo atrás. Se vendían sábanas... y ahora mucha camisa, pantalón vaquero, ropa de trabajo con pantalón azul, buzos, jerseys, chaquetas, trajes de casera, de Olentzero, etc, pero la gente no está alegre para comprar. Lo que quiere es comprarse algo y usarlo para que lo vean".
El aspecto de la tienda es especial con la madera antigua y un ambiente cercano: "La tienda tiene más de cien años. Se ha arreglado la bodega al pasar la entibadora para arreglar la calle mayor, pero guarda su esencia, su 'gustico'", indica Patxi.
"La gente busca el contacto humano. No es tan frio como las grandes superficies, a las que no critico. Somos como confesores unos y otros. Nos conocemos y hablamos de los hijos, del marido que ha tenido un accidente y del hijo que ha hecho la carrera y ahora estudia en Madrid".
"También tienes malos días como todos los humanos y siempre no tienes el mismo ánimo, pero hay que estar ahí, y siempre hay que sonreír con amabilidad", asegura Francisco Javier Navarro.
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