Pamplona se caracteriza, entre muchas otras cosas, por contar con multitud de zonas verdes y parques en los que respirar naturaleza y aire puro sin tener que alejarse de la ciudad.
Si estás visitando Pamplona o vives en la ciudad no puedes dejar de relajarte mientras paseas por alguno de sus incontables parque o jardines. La capital de Navarra es una de las ciudades más verdes y con mayor biodiversidad de España. ¡No puedes perdértelo!
2.- La Ciudadela y la Vuelta del Castillo
3.- Yamaguchi
4.- Parque Fluvial del Arga
5.- Parque de la Media Luna
¿Quieres saber cuáles son los principales pulmones de Pamplona? Toma nota para poder disfrutar de los parques de la ciudad.
1. PARQUE DE LA TACONERA
Los Jardines de la Taconera constituyen el parque más antiguo de Pamplona. Asentados alrededor de las murallas, sus 90.000 metros cuadrados de superficie fueron diseñados en torno a 1830, a pesar de que ya en los planos de 1719 de la ciudad, aparece la Taconera como un espacio verde.
Este emblemático parque de Pamplona, situado en las proximidades del Casco Antiguo y siempre abierto al público, cuenta con una gran variedad de elementos vegetales, árboles, arbustos y flores como el acebo, el haya, la hiedra, el boj o la yucca.
Sin embargo, el Parque de la Taconera destaca sobre todo por albergar en sus fosos un pequeño zoo en el que conviven animales en semilibertad: patos, gallinas, cisnes, patos, conejos, pavos reales e, incluso, ciervos.
Desde la calle Navas de Tolosa ofrece a cualquiera que pasee por este rincón de Pamplona uno de los miradores más bonitos para poder observar el comportamiento de los animales que habitan en los fosos de la Taconera.
Todo esto, junto con los monumentos dedicados a personajes navarros y el estilo romántico y parisino que decora cada rincón del parque hacen que este lugar sea una parte fundamental de la historia de Pamplona.
Los niños cuentan también en la Taconera con un parque de ocio, cerca de una fuente de agua potable.
Dentro de la Taconera se encuentra la calle del Bosquecillo donde está situado el acceso más señorial: el portal de San Nicolás, una recreación barroca de un arco del triunfo que en el pasado fue uno de los seis puntos de entrada Pamplona, colocado anteriormente cerca de la actual iglesia de San Ignacio hasta 1915, y posteriormente reconstruido en 1929.
Los Jardines de la Taconera son también un pequeño museo al aire libre. En el paseo central del parque se encuentra el Monumento a Julián Gayarre, en uno de los pasillos laterales está el busto que rinde homenaje al compositor burladés Hilarión Eslava, y cerca del Café Vienés, lugar de encuentro de estudiantes y artistas y antiguamente caseta de alquiler de bicicletas, se encuentra el Monumento a la Beneficencia, más conocido como ‘la Mari Blanca’.
Desde el lado norte de este icónico parque de Pamplona es posible observar desde un mirador una panorámica de algunos barrios de Pamplona, y del antiguo Portal de Santa Engracia, hoy conocido como Portal Nuevo, uno de los puntos de entrada o salida al recinto.
Como curiosidad, el nombre ‘Taconera’ aparece en textos del siglo XIII y su origen no es vasco sino 'romance sin especificar', tal y como lo recoge la Toponimia Oficial de Navarra.
2. LA CIUDADELA Y LA VUELTA DEL CASTILLO
Declarada Monumento Nacional en 1973, la Ciudadela es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar del renacimiento español y uno de los más destacados conjuntos defensivos de Europa. Su construcción se inició en el siglo XVI, con el fin de proteger a Pamplona del enemigo con un conjunto defensivo con forma de pentágono regular con cinco baluartes en sus ángulos, dos de ellos tuvieron que ser derribados con la construcción del Primer Ensanche de Pamplona.
Actualmente, es posible acceder a la Ciudadela desde cinco puertas. Sin embargo, la entrada principal en la avenida del Ejército y la Puerta del Socorro son las más transitadas. Esta última fue edificada en 1689 y era el primer control en el acceso de carros desde la actual Vuelta del Castillo hacia el interior de la Ciudadela. Incluido este primer control, los visitantes accedían al interior de las murallas a través de 6 puentes: 3 fijos, dos levadizos y el último, basculante.
La Ciudadela fue tomada solamente una vez, en 1808 cuando, aprovechando una gran nevada, el ejército francés ocupó la fortificación tras aprovechar la confusión generada por el lanzamiento de bolas de nieve entre ambos bandos.
En el año 1964, la fortificación de la Ciudadela pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Pamplona y, con ello, se convirtió en un espacio cultural y de ocio que alberga en sus pabellones exposiciones y diferentes actividades. Además, sus jardines cuentan con esculturas de reconocidos autores como Oteiza, Miralles, Larrea y Eslava, entre otros. También es escenario de actos multitudinarios como el lanzamiento de fuegos artificiales todas las noches de San Fermín
En el exterior de las murallas de la Ciudadela, se encuentra el Parque de la Vuelta del Castillo que cuenta con una superficie de 300.000 metros cuadrados y que desde el siglo XVII ha sido una zona de paseo.
Si paseamos por la Vuelta del Castillo, podemos encontrar multitud de especies de árboles entre los que destacan arces, cipreses, hayas, abetos, pinos, fresnos, olmos y cedros. En todos ellos tienen cobijo aves como pequeños búhos o murciélagos, que cuentan con cajas-nido a lo largo del parque.
La Ciudadela está abierta sólo durante el día. El acceso a los fosos y al parque de la Vuelta del Castillo está libre de horarios, pero desde el Ayuntamiento de Pamplona recomiendan no transitar por esa zona de noche.
Como curiosidad, el ingeniero militar italiano Giacomo Palearo, conocido como ‘el Fratín’, fue el artífice de la Ciudadela, un sofisticado sistema defensivo de moda en la época y similar al existente por aquel entonces en la ciudad belga de Amberes.
3. PARQUE DE YAMAGUCHI
Desde el año 1980 Pamplona está hermanada a la ciudad nipona de Yamaguchi (Japón) como recuerdo a la evangelización de aquel país por parte de San Francisco Javier, patrón de Navarra.
A tan solo diez minutos a pie desde la Vuelta del Castillo, encontramos uno de los parques más singulares de la ciudad que fue diseñado en 1997 por dos paisajistas japoneses. El parque de Yamaguchi es un homenaje nipón a las cuatro estaciones que en sus 85.000 metros cuadrados cuenta con 400 árboles y más de 600 plantas, como el cerezo japonés, ginkgo biloba, sauce llorón o ciprés de los pantanos, entre otros.
En el Parque de Yamaguchi, plantas y especies arbóreas, algunas autóctonas, conviven con elementos ornamentales como la suhama (playa), azumaya (caseta sobre el estanque), yatsubashi e ishibasi (puentes), taki (cascada) o el géiser del lago, un chorro de agua que alcanza los veinte metros de altura.
Toda esta simbología traslada a los paseantes a la Ceremonia del Té, una tradición que data del siglo XVI y que hace del jardín un lugar de encuentro espiritual alejado del mundanal ruido.
En el centro del parque hay un jardín de 4.000 metros cuadrados con un lago sobre el que encontramos una placa de cerámica sobre unos troncos de madera, obra de la escultora pamplonesa Concha Cilveti, que simbolizan el hermanamiento de Yamaguchi y Pamplona.
A la izquierda nos topamos con la playa de arena y piedra o suhama. Y en el otro extremo del lago, un puente de madera, o yatsubashi, que conecta dos paseos.
A su derecha, nos encontramos con el ishibasi, un puente de piedra que simboliza los caminos de la vida, y el taki o cascada, cuyo discurrir del agua simboliza la idea de que todo fluye y cambia.
A continuación, la azumaya o caseta de madera construida sobre el estanque es un bonito lugar para observar el jardín en su conjunto. Y sobre el eje del estanque, un géiser o chorro de agua de más de veinte metros de altura
En el parque de Yamaguchi se encuentra también el Planetario de Pamplona, y junto a él, el Jardín de la Galaxia, una réplica vegetal a escala de la Vía Láctea que con sus más de 500 arbustos simboliza las millones de estrellas e incluso un agujero negro. Su diámetro de 30 metros que equivale a 100.000 años luz lo hace único en Europa.
4. PARQUE FLUVIAL DEL ARGA
Paralelo al curso del agua discurre una de las zonas verdes más importantes de Pamplona: el Parque Fluvial del Arga. Su millón de metros cuadrados recorre los puentes históricos más importantes de la ciudad: Magdalena, San Pedro (el más antiguo de Pamplona), Rochapea y Santa Engracia.
El Parque Fluvial del Arga es el resultado de los trabajos de recuperación medioambiental llevados a cabo en los años 90. Este largo paseo de 30 kilómetros, que puede hacerse a pie o en bicicleta, permite ver Pamplona desde el exterior de sus murallas y cuenta con numerosos merenderos para disfrutar de un día de campo sin salir de la ciudad.
A lo largo del camino nos encontramos con parques, pasarelas, puentes, embarcaderos y viejos molinos acompañados de especies arbóreas como fresnos, sauces, alisios, tilos o endrinos, además de animales como ardillas, nutrias, castores, tortugas, peces o patos.
El Parque Fluvial del Arga se adentra en Pamplona por las huertas de la Magdalena, cruza el barrio de la Rochapea y tras aproximarse al Casco Viejo, se aleja por el barrio de San Jorge para recorrer otras localidades de la Cuenca de Pamplona como Burlada, Villava, Arre, Barañáin o Zizur Mayor.
El recorrido en Pamplona, siguiendo la dirección del río de este a oeste, se divide en cuatro tramos: Magdalena, Aranzadi, Rochapea y San Jorge.
Tramo de la Magdalena (Larrainzar - Puente de la Magdalena)
Este es el primer meandro del Parque Fluvial del Arga que llega hasta el Puente de la Magdalena. Es un paseo que transcurre entre huertas, granjas y cercados con caballos y vacas. Llegamos a una presa, donde está el Molino de Caparroso, y posteriormente al Parque de la Tejería. Al final del meandro nos encontramos con el puente gótico de la Magdalena (XII), de origen medieval, que atraviesan los peregrinos del Camino de Santiago.
Tramo de Aranzadi (Puente de la Magdalena - Puente de San Pedro)
El paisaje de este tramo del Parque Fluvial del Arga, comprendido entre el Puente de la Magdalena y el de San Pedro, es más urbano y está más alejado de las murallas. En la calle Errotazar podremos visitar el Museo de Educación Ambiental y retomar allí el paseo a la hora del río, hasta llegar al Parque de Runa, con el monte San Cristóbal al fondo. El Puente de San Pedro es el más antiguo de la ciudad, tiene origen romano y su aspecto actual sigue siendo medieval.
En este punto volvemos a encontrarnos con las murallas como telón de fondo: el Bastión del Redín, el Revellín de los Reyes y el Baluarte Bajo del Pilar.
Tramo de la Rochapea (Puente de San Pedro - Puente de Cuatro Vientos)
Este tramo del Arga vuelve a acercarse al Casco Antiguo, transcurre paralelo al Paseo de Ronda, que lleva hasta el Parque de la Taconera, por el Portal Nuevo. En él, podemos distinguir las torres de la Catedral, el Archivo de Navarra y todo un frontal de casas en tonos pastel. En esta parte del río Arga es habitual ver a pescadores, piragüistas y embarcaciones de remo que salen desde el puente medieval de la Rochapea o de Curtidores. En esta zona están también los corralillos, donde los toros aguardan en San Fermín antes del encierro. Más adelante, encontramos el Puente de las Oblatas, de factura reciente, y más adelante hasta el puente gótico de Santa Engracia y Cuatro Vientos.
Tramo de San Jorge (Puente de Cuatro Vientos - Puente de Miluce)
En este último tramo del Parque Fluvial del Arga parte desde el Puente de Cuatro Vientos. El cauce del río va estrechándose, con lo que el agua lleva mayor velocidad. El paseo cuenta con otro puente centenario, el de Miluce, de origen romano, reconstruido en el XIX. Poco a poco, el camino deja atrás un frontón, una fuente, una presa y un molino para adentrarse en un paisaje arbóreo y tranquilo que se aleja cada vez más de Pamplona.
5. PARQUE DE LA MEDIA LUNA
Está claro que no hace falta salir de Pamplona para disfrutar de la naturaleza y poder respirar aire fresco. El Parque de la Media Luna, situado en el Segundo Ensanche de Pamplona, es uno de los parques más bonitos y antiguos de la ciudad.
Este parque de Pamplona de estilo romántico fue construido en 1935 por Victor Eúsa, uno de los arquitectos navarros más importantes del siglo XX. Con una extensión de 67.000 metros cuadrados y un diseño en forma de luna menguante, el Parque de la Media Luna, a pesar de encontrarse en el centro de Pamplona, es un auténtico oasis de calma.
Los miradores del Parque de la Media Luna hacen de este un lugar privilegiado para observar el río Arga, el puente medieval de la Magadalena y las huertas del mismo nombre, e incluso caballos y ganado.
Si nos adentramos en los jardines de este parque de Pamplona podemos encontrar multitud de elementos de estilo romántico: pérgolas, fuentes, setos, esculturas y bancos que decoran el recinto y que cuenta también con un estanque con peces y una pista de patinaje.
El Parque de la Media Luna reúne una original selección de plantas y de hasta 43 especies arbóreas, entre las que asombra una gigantesca sequoya, superada en tamaño solamente por la del Palacio de Navarra y la del antiguo Laboratorio Agrícola, en el Casco Antiguo, todas ellas declaradas monumento natural. Junto a ella destacan los castaños de Indias, y los cedros del Atlas y del Himalaya.
En medio del parque, se erige otro punto emblemático levantado en 1959 por Eduardo Carretero: el monumento al violinista pamplonés Pablo Sarasate. Y muy cerca de él, un coqueto bar con una amplia terraza, de concesión municipal.
Al final del Parque de la Media Luna, casi llegando a la avenida de la Baja Navarra, nos encontramos con otro monumento: el de Sancho el Mayor, Rey de Pamplona. Y junto a él, bajorrelieve que recuerda la figura de Juan Huarte de San Juan, médico y filósofo navarro del siglo XVII.
Llegamos así a un elegante palacete construido en 1955, conocido popularmente como el Chalet de Izu, Centro Navarro de Encuentros Profesionales y sede de varios colegios oficiales, que alberga en su interior un restaurante. Nos despide el Fortín de San Bartolomé, desde el siglo XVIII defensa destacada de la ciudad hacia el este.
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