Cada 1 de mayo, cuando el calendario marca el inicio de un nuevo mes, los vecinos de una pequeña localidad navarra se citan en torno a un chopo. Pero el verdadero imán de la jornada es el aroma de lachistorra casera que empieza a chisporrotear en el frontón. Esa que, año tras año, se convierte en excusa perfecta para que amigos, familias y visitantes se reúnan de nuevo tras el invierno.
No hay mantel, pero sí conversación, ganas de celebrar y un ritual que nunca falta: pan, vino y chistorra, servidos con generosidad y con ese punto de calor que tanto apetece si el día amanece fresco. El aperitivo es gratuito, ofrecido por el Ayuntamiento, y se sirve junto al frontón, en plena Plaza de los Fueros, justo después de levantar el “mayo”.
“Está buenísima. Algunos hasta se la llevan a casa, pero lo habitual es comerla aquí mismo, charlando con la gente del pueblo, a la que igual no ves desde el verano”, comenta una vecina entre risas, mientras señala cómo se forman las primeras filas junto a la parrilla.
La chistorra se compra cada año en los comercios locales, lo que añade un sabor de cercanía que todos aprecian. Se termina en cuestión de minutos. No hay quien se resista. Es la recompensa perfecta tras una mañana intensa que arranca a las 11:30 horas, cuando los vecinos se reúnen junto al polideportivo para recoger un chopo de unos 25 metros de altura, cortado a orillas del río Ega, y lo trasladan a hombros hasta el frontón. Un recorrido de unos 200 metros en el que incluso se corta brevemente la carretera nacional Estella-Vitoria.
Solo entonces se desvela que estamos en Murieta, un pueblo de Tierra Estella que ha mantenido con vida esta tradición ancestral con apenas dos interrupciones: en 2020 y 2021, por culpa de la pandemia. La subida del 'mayo' no es solo una fiesta, es un acto simbólico con historia.
Se trata de “colgar” en lo alto del chopo o 'mayo' a un muñeco que representa todos los males del pueblo durante el último año, como granizadas, riadas o malas cosechas. El muñeco, hecho con un buzo azul relleno de paja, una cabeza de globo o plástico y unos guantes como manos, se coloca en la cúspide y se iza con cuerdas hasta que queda bien erguido en la esquina del frontis con la pared izquierda.
Y allí permanece, de pie frente al pueblo, todo el mes de mayo, soportando sol, viento y lluvia. Pero la historia no acaba ahí. El último fin de semana de mayo, los vecinos celebran la segunda parte de la fiesta: se derriba el chopo y se quema el muñeco en medio de una gran celebración con carrera ciclista, música en directo y otro aperitivo popular. Es lo que en el pueblo se conocen como sus “fiestas pequeñas”, donde el fuego cierra el ciclo de un mes que comenzó con humo… pero del bueno, del que sale de la parrilla.
Degustación de chistorra preparada en la fiesta del 'mayo' en Murieta. Navarra.com
No siempre ha sido un muñeco sin nombre. Hasta el año 2000, la juventud del pueblo colocaba un cartel en el que se identificaba al personaje más impopular del año: desde el padre Apeles hasta Maradona, pasando por Felipe González o el periodista José María García en tiempos de su polémica con el equipo Reynolds.
Sin embargo, tras varias controversias, el Ayuntamiento decidió mantener la tradición sin nombres propios, para preservar su esencia sin polémicas. Y aunque los protagonistas sigan siendo el chopo, el muñeco o la cuerda… la chistorra es la que realmente reúne a todos bajo el mismo aroma.
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