El centrocampista Pablo Ibáñez, uno de los jugadores que más continuidad ha tenido en el primer equipo de Osasuna en los últimos años, ha cerrado su salida del club navarro tras finalizar su contrato este mes de junio.
A sus 26 años, inicia ahora una nueva etapa deportiva en su carrera profesional.Ibáñez, natural de Navarra, se formó en las categorías inferiores del fútbol foral y llegó al club rojillo en la temporada 2020/21, donde jugó dos años con el filial de Osasuna.
Posteriormente dio el salto al primer equipo, con el que ha disputado 100 partidos oficiales, de los cuales 86 han sido en LaLiga EA Sports. Ha firmado tres goles y cuatro asistencias, destacando especialmente el tanto anotado en San Mamés, que dio la clasificación a su equipo para la final de la Copa del Rey 2022/23.
Este lunes se ha hecho oficial su fichaje por el Deportivo Alavés, donde se convierte en la primera incorporación del club vitoriano para la próxima temporada. Ibáñez ha firmado hasta junio de 2030 con la entidad babazorra, a la que llega en calidad de agente libre.
Desde el conjunto vasco han definido al nuevo fichaje como un jugador “con criterio y energía para asociarse y desarrollar el juego combinativo”. También han resaltado que es “un mediocentro con llegada y facilidad para incorporarse al ataque, teniendo presencia en el área rival”.
A través de un vídeo repasando su trayectoria, el mediocentro ha querido despedirse de la que ha sido su afición los tres últimos cursos.
“Crecí, maduré y me hice futbolista donde siempre quise hacerlo. El día que debuté en El Sadar fue un día inolvidable. Nunca imaginé que iba a vivir momentos que superarían ese día”, afirma Ibáñez, con la imagen de su icónico gol ante el Athletic como referencia a este comentario.
Aquel día, el de Mutilva fue suplente en la vuelta de semifinales del torneo del KO con 1-0 en la ida. Entró en sustitución de su amigo Aimar Oroz en el minuto 99, sin saber la que iba a liar ante un rival superior en lo futbolístico.
Osasuna estaba contra las cuerdas, con un Athletic que empujó en busca del 2-0 definitivo. Moncayola colgó un balón a la frontal del área que Ibáñez no dejó pasar. Era el minuto 115 y la volea con el interior del pie diestro desató la locura en un sector de la Catedral y toda Navarra al ver cómo el esférico tocaba la red.
Los de Tajonar volvían a una final 18 años después de la mano de Jagoba Arrasate y, por supuesto, de Pablo Ibáñez, un jugador que ascendió al primer equipo ese mismo año para dejar una huella imborrable.
Siempre dispuesto a darlo todo, aquel niño logró vestir los colores de su equipo, convirtiéndose en profesional en la 2022/23. Dos años con Arrasate y uno con Vicente Moreno, entrenadores que recogieron los frutos de Santi Castillejo, técnico del Promesas.
“Me he sentido muy querido por la gente de mi tierra y he intentado devolverlo siempre con el mayor trabajo posible. Sois el pilar fundamental y el apoyo incondicional que merece un club tan grande”, finaliza el vídeo de redes sociales.
Excompañeros como Roberto Torres no han dejado pasar la ocasión de despedirse de forma pública: “Los rojillos te echaremos de menos. Gracias por defender nuestro escudo como siempre lo has hecho, Pablico”.
Su gran amigo dentro de Osasuna, Kike Barja, ha publicado una imagen de ambos sobre el césped de El Sadar en el partido ante el Espanyol de la última jornada, aquel en el que Ibáñez fue cambiado con lágrimas en los ojos. Jesús Areso, otros de sus hombres cercanos, también ha colgado una instantánea.
Punto y final a 100 partidos con Osasuna (86 en Liga), en los que ha repartido 4 asistencias y marcado 3 goles, uno de los cuales jamás será olvidado por una hinchada que siempre guardará un grato recuerdo de un jugador identificado con todo lo que envuelve al club.
