PAMPLONA
Se cumplen 40 años del asesinato de Juan Atarés por los terroristas de ETA en Pamplona
El periodista Javier Marrodán retrata la reacción de la viuda como un instante de dignidad: “Quiero perdonar a todos”, le oyen decir junto al cadáver.
Este martes se han cumplido 40 años desde el atentado de ETA en Pamplona en el que perdió la vida Juan Atarés Peña. Con motivo del aniversario, el periodista navarro Javier Marrodán Ciordia, autor de Relatos de Plomo, ha reconstruido en su perfil en Facebook lo sucedido aquel 23 de diciembre de 1985.
Juan Atarés Peña, general en la reserva, salió de casa al mediodía y caminó por la Vuelta del Castillo de Pamplona para felicitar las Pascuas en la Comandancia de la Guardia Civil.
El periodista cuenta que el militar convivía con las amenazas y repetía una idea fija: “Si me matan, no quiero arrastrar a nadie conmigo”. Marrodán subraya en su relato que, para quienes lo veían pasar, parecía un jubilado más en plena Navidad.
Atarés Peña era “militar de los pies a la cabeza”, y Marrodán repasa su trayectoria: la Guerra Civil, destinos en varias guarniciones y una carrera marcada por la tensión de la Transición. También recuerda el funeral en Pamplona de José Luis Prieto, asesinado en 1981, y cómo el nombre del general ya estaba en la lista de ETA.
El relato vuelve a 1976, cuando Atarés dirige el dispositivo en Espinal para capturar a los fugados de la prisión de Segovia. Destaca un gesto: el general se preocupa de que les den bocadillos antes de devolverlos a la cárcel.
Ese pasado conecta con el 23 de diciembre de 1985: el comando que ya mata en Navarra vigila su rutina. Marrodán explica que el mismo entorno terrorista acaba organizando el atentado que pone fin a su vida.
El ataque es rápido y por la espalda. Los asesinos son Mercedes Galdós Arsuaga y Juan María Lizarralde Urreta, que se acercan cuando el general apenas da setenta pasos, y un tercer miembro, Juan José Legorburu, que les espera en un Renault 5 blanco.
Tras los disparos, Atarés Peña se desploma sobre la hojarasca y uno de los terroristas lo remata en el suelo. Marrodán añade que, en Francia, Santiago Arróspide Sarasola recibe la noticia con satisfacción, pese a que en el pasado se beneficia de la “amabilidad” del general durante la fuga de Segovia.
En casa, María Luisa Ayuso prepara la Nochebuena cuando suenan las sirenas. Una vecina llama al portero automático y la familia baja corriendo para recorrer los mismos setenta pasos que su marido camina antes de morir.
Marrodán retrata la reacción de la viuda como un instante de dignidad: “Quiero perdonar a todos”, le oyen decir mientras se arrodilla junto al cadáver. Años después, ella misma resume el golpe con una frase que Marrodán recupera: “una serenidad… me la prestó Dios”.
La pieza gira después hacia una fotografía que congela aquel momento: la viuda de rodillas, el sacerdote Tirso Elizalde impartiendo la absolución y varios vecinos junto a ella. Marrodán pone nombres a esas figuras, como Carlota Usero y Andrés Caso, unidos al general por una amistad familiar.
Este marte, 23 de diciembre de 2025, Pamplona ha vuelto a recordar a Juan Atarés Peña colocando velas y un belén junto a la placa que recuerda el asesinato.