• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 10:21
 
 

TOROS

Cierre sin orejas pero con dos destacados toros de Jandilla en Bilbao

Las Corridas Generales de Bilbao se cerraron con otro festejo de escaso brillo y sin orejas, en una buena tarde para Fandiño.

El diestro Iván Fandiño en su primer toro compartiendo terna con Diego Urdiales y David Mora que lidiaron toros de Jandilla en la novena de abono de la feria de Bilbao con motivo de la Aste Nagusia ó Semana Grande.- EFE/javier Zorrilla
El diestro Iván Fandiño en su primer toro compartiendo terna con Diego Urdiales y David Mora que lidiaron toros de Jandilla en la novena de abono de la feria de Bilbao con motivo de la Aste Nagusia ó Semana Grande.- EFE/javier Zorrilla

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Jandilla (el 3º lidiado como sobrero), de fina y correcta presencia, sin gran cuajo pero con serias y astifinas cabezas. Corrida de juego desigual, dentro de sus medida raza y fuerza, aunque el segundo y el sexto destacaron por su brava calidad.

Diego Urdiales, de azul turquesa y oro: estocada delantera perpendicular y descabello (ovación); estocada atravesada que asoma y estocada (ovación).

Iván Fandiño, de verde esmeralda y oro: pinchazo hondo y descabello (vuelta al ruedo tras petición de oreja); estocada caída perpendicular (ovación).

David Mora, de rosa y oro: cuatro pinchazos y estocada trasera desprendida (silencio tras aviso); pinchazo y estocada tendida (ovación tras aviso).

Entre las cuadrillas, sobresalió a gran nivel Iván García, que saludó junto a Víctor Manuel Martínez tras dos sensacionales pares de banderillas y bregó también con maestría al quinto. También se desmonteró Ángel Otero en el sexto y destacó picando al primero Manuel Bernal.

Noveno y último festejo de las Corridas Generales de Bilbao, con media entrada en los tendidos en tarde nublada, fresca y ventosa.

TERMINÓ COMO EMPEZÓ

Igual que sucedió hace justo una semana, cuando el pasado lunes se abrieron las corridas de toros de Bilbao y brillaron sobre sus matadores dos enclasados ejemplares de Puerto de San Lorenzo, el abono de la Aste Nagusia terminó con la lidia de otros dos cuatreños de claro triunfo que no llegaron a aprovecharse en toda su dimensión.

En este caso fueron los lidiados en segundo y sexto lugares, dos "jandillas" de fina presencia que acabaron por dar el buen juego que ya prometían sus finas hechuras, a pesar de que no estuvieran sobrados de fuerzas.

Pero la bravura, cuando es auténtica, hace a los toros crecerse en la pelea e ir a más y a mejor, como sucedió ya con el primero del lote de Iván Fandiño, que acusó cierta descoordinación de movimientos en los primeros tercios para acabar rompiendo a embestir con gran profundidad a la muleta.

Fandiño contribuyó a esa mejora dándole al animal espacio y confianza en las primeras tandas con la izquierda, aunque a falta de un pulso y un temple más precisos que sí que acertó a aplicar ya mediada la faena, cuando llegaron los momentos más acoplados del torero vizcaíno.

Estos fueron apenas sendas tandas con ambas manos antes de irse pronto a por la espada de verdad y de adornarse con unas gallardas mondeñinas de rodillas. Ante tan medidos méritos, el pinchazo hondo y el descabello que dieron con el buen toro en tierra no fueron aval añadido para el presidente, que no atendió la petición de esa solitaria e insuficiente oreja.

Esa misma calidad y profundidad, especialmente por el pitón derecho, tuvo el sexto toro, sólo que este añadió más vibración y fuerza a sus claras arrancadas a los cites de David Mora.

El diestro madrileño comenzó doblándose con efectividad con él, pero después, colocado en paralelo y aprovechando las inercias de las embestidas más que someterlas, nunca terminó de apostar ante la clara y entregada actitud del de Jandilla, por lo que la faena fue decayendo al mismo son.

Antes de eso, a Mora se le vio un tanto inseguro con el manejable tercero, mientras que Fandiño le puso voluntad sin apenas resultados a un quinto toro que pasó pronto de rebrincarse a aplomarse por completo.

Al menos, los lotes de ambos incluyeron un toro con verdaderas posibilidades, que fue lo que no le pasó al riojano Diego Urdiales, enfrentado a uno de cortas y frenadas arrancadas y a otro pegajoso y sin entrega que siempre se le quedó por debajo de la cintura.

Pese a tan escasas opciones de lucimiento, nunca perdió Urdiales ni la paciencia ni la fe para lidiarles siempre a favor, para intentar mejorar y corregir defectos y renuncias, a base de temple, sinceridad, buena técnica y, sobre todo, esa acusada torería que envolvió dos trabajos de sobrada solvencia.


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