El siete de julio de 2011, el fotógrafo Daniel Fernández, se despertó a las 4:00 de la madrugada, cogió su equipo de fotografía y la acreditación de prensa del Ayuntamiento de Pamplona y se dirigió al callejón de la plaza de toros con el propósito de coger un buen sitio desde el que cubrir el primer encierro de las fiestas de ese año.
Llegó de los primeros. Algún otro informador ya había tomado posesión del último poste del callejón, junto a la entrada a la plaza, que también es muy preciado. Era de noche, y Dani se propuso encontrar la mejor ubicación. Eligiendo ángulos se percató que el vértice que traza la curva de Telefónica se ubica justo en el poste 66, el fatídico punto en el que el año anterio había fallecido un corredor.
Y pensó que sería el mejor punto: "Este poste está colocado estratégicamente porque tiene mucho ángulo de visión y los ves venir e irse", afirma seguro el fotógrafo. Es cierto. Justo desde ese punto hay una visión perfecta del tramo final de Estafeta, todo el tramo de Telefónica y el comienzo del callejón, de manera que sus objetivos pueden abarcar un montón de metros del recorrido.
"Vine la primera vez hace doce años y desde entonces, he repetido todos y cada uno de los encierros desde aquí", dice. para él, la principal ventaja es que, "al igual que pasa en la curva de Mercaderes y Estafeta, por pura inercia, los toros van a darse con el vallado de la izquierda; pues eso mismo sucede aquí, en el poste 66, los toros vienen por inercia al vallado de la derecha".
Otra de las razones por las que elige siempre el mismo poste es porque "en un cálculo de probabilidades, siempre hay más opciones de que pasen cosas en este tramo, así que si puedes tener un buen ángulo para disparar la foto, pues mucho mejor".
Pero optar siempre al mismo poste no es ningún privilegio adquirido, ni nada por el estilo. Cualquier informador podría arrebatárselo si llegara antes, de manera que Dani tiene asumido que si quiere hacer fotos desde el poste 66, tiene que madrugar mucho. "Me levanto a las 4:00 de la mañana y para las 4:45 ya estoy aquí, porque es el mejor sitio para hacer fotos, con diferencia", dice.
Lo cierto es que a esas horas no suele tener competencia a la hora de elegir; es más alguno de los postes más codiciados, ni siquiera están puestos por los trabajadores de la carpintería Hermanos Aldaz, pero él sabe que ese es su ángulo "y no me merece la pena cambiar".
Son tres horas diarias de espera, de cinco a ocho de la mañana, de manera que en su kit de trabajo nunca le falta una silla plegable y, por supuesto, provisiones. "En los últimos años, David, uno de los carpinteros de Aldaz nos trae bollos". Y claro, el poste 66 se convierte automáticamente en un hervidero de fotoperiodistas e informadores que acuden con hambre a desayunar antes de echarse la cámara al cuello.
En doce años ha vivido de todo sobre el poste: "Me ha tocado el asta del toro en alguna ocasión de lo cerca quie pasan; tengo tres o cuatro fotos en los que me toca el toro la pierna con el lomo al pasar; hay videos en los que se ve como me tengo que agarrar para no caerme..." cuenta. Eso sí, por suerte "nunca me he caido".
"Desde aquí he cogido muy buenas fotos: cornadas, revolcones, enganchones, empujones, carreras bonitas, imágenes espectaculares... Me gusta hacer fotos desde aquí", señala, al tiempo que sostiene que su mejor foto "todavía está por llegar".
