Pamplona ha vuelto a ofrecer este 7 de julio una de esas estampas que no necesitan muchas palabras. Basta una foto. La salida del callejón tras la primera corrida de toros de los Sanfermines 2025, con toros de Fuente Ymbro, ha dejado una imagen arrolladora: miles de personas apretadas, charangas sonando al mismo tiempo, peñas entrando en tromba y un ambiente eléctrico que se ha sentido en cada rincón. Quien diga que los toros ya no interesan, debería mirar esta foto con atención.
La Plaza de Toros de Pamplona ha vuelto a llenarse con 20.000 personas, como lleva ocurriendo cada tarde desde hace años. Pero lo más impresionante ha llegado justo después. La salida de las peñas por el callejón, ese momento casi ritual en el que la música estalla, la gente vibra y las pancartas ondean por encima de un mar de cabezas vestidas de blanco y rojo, ha sido una de las más multitudinarias que se recuerdan. A pesar de la lluvia que ha aparecido por momentos durante la corrida, el ambiente no solo no se ha enfriado, sino que ha estallado al final.
Ninguno de los tres toreros ha salido a hombros, pero la grada ha respondido con entrega. La pasión taurina en Pamplona no depende de una faena concreta ni de un nombre en el cartel. Es algo que va mucho más allá. Tiene que ver con el ritual, con la emoción, con la liturgia de cada tarde. Y sobre todo con esa energía que se desata justo cuando las peñas vuelven a la calle.
Lo que se ha vivido este domingo es algo que cuesta ver en otros lugares. En pocos sitios una foto tras una corrida de toros consigue reunir a tantas miles de personas en tan poco espacio. La escena no es nueva, pero cada año sorprende. Es siempre la misma y, sin embargo, cada vez más grande. Se repite a diario durante la Feria del Toro, pero cada 7 de julio cobra una fuerza especial: es el primer día, el arranque, el pistoletazo de salida de todo lo que está por venir.
La instantánea tomada desde lo alto muestra en primer plano a las peñas cruzando el callejón con sus pancartas alzadas. Son grupos veteranos, históricos, con décadas de historia. Y también nuevas generaciones que se suman a una tradición que no pierde fuerza. Se ven gorros, instrumentos, tambores, bombos, banderas... y una marea humana que no deja espacio para moverse. En los laterales, personas agarradas a las vallas, móviles en alto, buscando capturar ese instante único. Incluso los camiones de televisión, situados a los lados de la plaza, quedan casi invisibles entre tanto gentío.
Esta foto, como tantas otras similares tomadas durante los Sanfermines, sirve para desmontar una idea que se repite desde hace tiempo: que las corridas de toros ya no interesan. Al menos en Pamplona, los datos y las imágenes dicen lo contrario. No es solo que se agoten las entradas. Es que la ciudad entera gira en torno a la Feria del Toro. Y que miles de personas, turistas y locales, hacen cola cada día para entrar, para estar, para formar parte de ese momento.
La salida de las peñas se ha convertido en un acto en sí mismo. No es un simple paso más entre la plaza y el siguiente bar. Es una explosión de alegría colectiva, una coreografía desordenada que sin embargo funciona. Cada peña tiene su ritmo, su identidad, su pancarta, su forma de moverse. Y todas juntas forman una marea que baja por el callejón arrastrando a quienes las rodean. Pamplona se detiene. Los curiosos se apelotonan en escaleras, vallas, bancos y cualquier rincón desde el que puedan ver pasar ese espectáculo popular.
En esta ocasión, ha habido quien ha bromeado en redes sociales con la frase “ya no gustan los toros” acompañando la imagen de la multitud. Como si hiciera falta explicar más. La respuesta está en los hechos. En lo que se ve. En una ciudad que no solo llena la plaza, sino que la rodea y la vive como parte esencial de su fiesta.
Los toros en Pamplona no son una moda ni un añadido. Son parte del ADN de los Sanfermines. Y esta fotografía lo demuestra mejor que cualquier encuesta.