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SAN FERMÍN

Javier Ochoa, el enólogo de Olite apasionado por la imagen: "La fotografía y el vino tienen similitud"

El navarro Javier Ochoa Martínez, célebre enólogo y empresario del vino, nos habla de su segunda pasión: la fotografía.

Javier Ochoa Martínez, en un momento de la entrevista con Navarra.com sobre una imagen suya del encierro de Pamplona. JORGE NAGORA
Javier Ochoa Martínez, en un momento de la entrevista con Navarra.com sobre una imagen suya del encierro de Pamplona. JORGE NAGORE

Javier Ochoa Martínez pamplonés de nacimiento (1945) y olitense de corazón, ha sido uno de los precursores, por no decir el precursor, del nuevo sector vitivinícola navarro. Es un hombre sosegado que en su interior alberga un lobo, no sólo en el sentido etimológico (Otsoa en euskera es lobo), sino por haber sabido defender el patrimonio familiar de bodegas y viñedos, convirtiéndolo en una empresa vitivinícola exportadora, que es una referencia del sector.

Queremos hablar con Javier de fotografía, su gran afición, que la define como su segunda pasión. Es un amor loco que lo abandona y que al cabo del tiempo vuelve manifestándose con intensidad, se considera fotógrafo a “rachas”; pero paradójicamente reconoce es un sentir que lleva de por vida. En cualquier caso, no podemos conversar con él exclusivamente de fotografía, porque siempre surge su principal pasión, a la que ha dedicado toda su vida; por eso, acabamos charlando de vino, de su vino.

En lo fotográfico ha tenido reconocimiento local e internacional. Su obra se ha expuesto en Le Creusot en el 1971, en Edimburgo en el 1977 y en Pamplona en varias ocasiones: 1979, 2002 y 2005.  Ahora exhibe permanentemente en la mejor sala de exposiciones que alguien pudiera imaginar: Bodegas Ochoa. Así, los enoturistas, además de catar los caldos, hacen un tour por las impolutas bodegas, donde pueden admirar entre barricas de roble americano y francés, la sensibilidad fotográfica del patriarca de los 8A (abreviatura utilizada por su padre Adriano).

Foto 02. Javier Ochoa en el rincón fotográfico de la sala de recepción de enoturismo de Bodegas Ochoa (Foto Jorge Nagore)
Javier Ochoa en el rincón fotográfico de la sala de recepción de enoturismo de Bodegas Ochoa (Foto Jorge Nagore)

¿Con qué actividad de la elaboración del vino se identifica más, como viticultor, enólogo o bodeguero?

Soy partidario de hacer el vino, mi vino, desde el principio por eso tengo que cultivar la uva, porque, si no, no es mi vino. Es lo que he hecho toda mi vida. Este concepto está arraigado en Burdeos. Por el contrario, hay bodegas en Rioja, y también en Navarra, que tienen algún viñedo, compran uva, compran vino, embotellan y etiquetan. Antes era más enólogo y elaborador, hace 8 años que me retiré. Ahora con 78 años voy con frecuencia al campo, mis hijas, Adriana y Beatriz, están al frente de la empresa.

Foto 03. Los viñedos propios de Ochoa marcan la diferencia con otras bodegas. En la foto los viñedos de Traibuenas. (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Los viñedos propios de Ochoa marcan la diferencia con otras bodegas. En la foto los viñedos de Traibuenas. (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Desde la óptica de un empresario de éxito, ¿comprende el éxito sin esfuerzo?

No, no se triunfa fácilmente. Hace falta: esfuerzo, dedicación y conocimiento.

¿Qué consejo daría a los jóvenes?

¡Jo, que difícil! Que es necesario esforzarse desde que estáis estudiando. No siempre nos hemos esforzado igual, en eso me incluyo. Luego te das cuenta. Esforzaros desde ahora. Sin esfuerzo no hay nada.

Foto 04. Encierro en la calle Mercaderes por delante de la fachada de la inolvidable Casa Unzu (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Encierro en la calle Mercaderes por delante de la fachada de la inolvidable Casa Unzu (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Ha tenido carrera de político en la primera legislatura de la democracia en el Ayuntamiento de Olite, ¿qué es más difícil tratar con la uva o con los convecinos?

Con la uva nunca he tenido problema. Mi época de político fue fácil, había ilusión, estaba todo por hacer. Me presenté por la lista de UCD como independiente. Sin haber sido el partido ganador, por ser perito mercantil me concedieron la concejalía de Hacienda, fui primer teniente de alcalde. Cuando uno opinaba distinto, nos íbamos a merendar y seguíamos debatiendo. Nada que ver con lo de ahora. Me indigna, no hay derecho que estén como están. Y de alguna forma los que hemos votado, a unos u otros, somos culpables.

¿Qué significó ser responsable de la Estación de Viticultura y Enología (EVENA)?

Para mí y para el vino de Navarra fue muy importante. Montar EVENA aquí en Olite fue una oportunidad que surgió inesperadamente. Cuando me fui se apagó, no hubo continuidad.

Foto 05. Una de las primeras corredoras del encierro de Pamplona (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Una de las primeras corredoras del encierro de Pamplona (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Por si no eran pocos los líos en los que se ha metido, también puso en marcha la Cofradía del Vino de Navarra.

Es la forma de ser de cada uno. Olite y Sauveterre-de-Guyenne están hermanados. En el acto de jumelage me hicieron cofrade de honor de “les Compagnons du vin de Bordeaux”. La idea me gustó y pensé que podía funcionar bien aquí. Hablé con gente de Olite, a todo el mundo le pareció bien. Se hizo una traducción de los estatutos franceses a nuestra medida y echamos a andar. Entonces, me dijeron de ocupar el sillón número uno, que es de por vida. Soy de la Cofradía del Vino de Navarra cofrade número uno. Nombramos padrinos a los de Burdeos.

Entre los vinos elaborados por Ochoa está el vino dulce.

Nosotros tenemos la variedad de moscatel de Grano Menudo que es una maravilla, cuyo origen, posiblemente se remonta al rey de Navarra Teobaldo I de la casa Champaña. Un rey francés muy inteligente, pues con poco dinero daba regalos. Para congraciarse con los navarros trajo frutales y viñas; entre ellas, esa variedad de uva que encontró en Chipre en su viaje a las cruzadas. El viticultor lo ponía diciendo “Regalo del rey”, así fue expandiéndose.

¿Ese moscatel se utiliza para la elaboración de vino para consagrar?

Nos lo propusieron al cerrar un elaborador de este vino que había en Tudela. Tiene que ser total o parcialmente fermentado, un producto natural sin aditivos; puede ser dulce o seco, porque hay sacerdotes que son diabéticos. La prueba fue satisfactoria, un cura tras celebrar misa nos dijo: oye, ¡qué rico está ese vino! Lo hacíamos con certificado del Arzobispado, ahora ya no elaboramos este vino.

¿Esa uva es la base para la elaboración del moscato?

En efecto, de joven me gustaba el moscatel que hacía mi padre. Cuando me responsabilicé de EVENA seguía con la obsesión del moscatel. El moscato de Ochoa no es mío, es de mi hija Adriana. Con ella visité Alejandría, que es la zona italiana del moscato. Decidimos hacerlo con nuestra instalación, pero no funcionó. Tuvimos que traer el equipo de Italia, y entonces lo conseguimos con nuestra uva.

¿Cómo nace su afición a la fotografía?

Aunque mi padre hacía fotos, mi afición nace por mi abuelo materno, José Martínez Berasáin. Yo soy fotógrafo intermitente. En mi vida ha habido mucho tiempo que, por trabajo, no he hecho nada de fotografía. Concibo la fotografía más de vacaciones y de hobby.

¿Habría sido fotógrafo profesional si la vida no le hubiese llevado por los derroteros del vino?

Posiblemente. Al principio me plateé ser fotógrafo. Me gustaba, quería ir a estudiar fotografía. Sin embargo, mi vida no fue por ahí. Tenía veinte años cuando falleció mi padre, me tuve que hacer cargo de los viñedos y las bodegas.

Aunque su afición a la fotografía perdura con los años, no ha sido constante.

Mi afición ha sido a “rachas”. También hago fotos sin máquina. Me explico, cuando estoy físicamente en un sitio, sin cámara, observo la composición y la luz. De alguna forma estoy haciendo la fotografía, dándole vueltas, porque ser fotógrafo es de por vida,

Bodegas Ochoa tiene un vino La Foto, en cuya etiqueta aparece una fotografía de la cuadrilla de su padre en fiestas, ¿se ha planteado que un vino lleve en la etiqueta su retrato?

¿Mi foto? No, sería como una esquela. No quiero que me pongan la foto ahí. Si nos ponemos en el lugar del consumidor qué diría ¿y este quién es? Lo importante es que el vino esté bueno.

¿Y si ponen una foto de la que es autor?

Eso sí, eso es otra cosa. Si creen oportuno poner en la etiqueta bien. De hecho, al principio pusimos el Castillo de Olite con una foto mía que la hicieron más digestible, quitando el efecto de foto.

Foto 06. Castillo de Olite. Foto exhibida en la bodega (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Castillo de Olite. Foto exhibida en la bodega (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

¿Se inicia firmemente en la fotografía a través de la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra (AFCN)?

En 1968 me incorporé a la AFCN. En la buhardilla de la calle Zapatería, hacía un frío terrible. Al inicio, me salían las fotos trepidadas. Luego averigüé la razón, al saltar para entrar en calor, la ampliadora se movía. Hubo un buen nivel y las “picotas” fueron una buena escuela, pero había que ir con humildad preparados para recibir.

Foto 07. Contrapicado desde la curva de Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Contrapicado desde la curva de Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Luego vinieron los concursos…

En aquella época los concursos que tuvieron más repercusión fueron los de Diario de Navarra (1971-1980). De hecho, mi mujer Mariví conocía mis fotos sin conocerme personalmente. He tenido suerte con los concursos o las fotos eran buenas.

¿Y a nivel internacional?

Obtuve el trofeo AGFA en el Salón Latino de 1968, era un concurso importante. Los Nikon Photo Contest International de tres años 1974, 1975 y 1977. No son ni primero, ni segundo, ni tercero es un premio que concedía la revista entre más de treinta mil fotos. Eso dio pie a recibir invitaciones a otros concursos, a los cuales no presté mucha atención; requerían trabajo extra y seguimiento.

Foto 08. Vaquillas en Olite. Premio Nikon 1977 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Vaquillas en Olite. Premio Nikon 1977 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

De los múltiples premios y galardones que le han concedido, tanto como enólogo como fotógrafo, ¿de cuál se siente más satisfecho?

Me han dado muchos reconocimientos a la trayectoria profesional, como el gastronómico La Capilla (2015) y el Premio Aster de la Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing (ESIC) (2005). El más importante me vino por sorpresa: la Cruz de Carlos III el Noble (20019).

También ha ilustrado con sus fotografías el libro de Gregorio Martín Una voz en tres silencios

Los rotarios me propusieron ilustrar con algunas fotos un libro de poemas que iban a editar con el fin de recaudar fondos para erradicar la poliomielitis en Marruecos. Vino un fotógrafo rotario alemán, Kauffman al que le enseñé mis fotografías; le gustaron y decidió que sería el único fotógrafo a ilustrar el libro. Así que me dieron los poemas, a cada uno puse una foto en blanco y negro. Una vez impreso el libro, me regalaron un ejemplar y nada más. Esperaba algún libro más.

En ese libro hay dos púdicos desnudos femeninos, sorprendentemente avanzados para la época, ¿en ese momento estaba casado?

No, todavía no me había casado.

Foto 09. Foto que ilustra uno de los poemas del libro “Una voz en tres Silencios” (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Foto que ilustra uno de los poemas del libro “Una voz en tres Silencios” (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Los Sanfermines, en los años 60 70, fue el leitmotiv de las fotos de los socios de la AFCN. ¿Se considera un fotógrafo de San Fermín?

No he sido un fotógrafo de San Fermín con la cámara colgada todo el día. Tras el encierro dábamos una vuelta por la plaza del Castillo, o por los churreros de La Mañueta. Había que acabar el rollo, para comenzar uno nuevo en el siguiente encierro.

Foto 10. Encierro en Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Encierro en Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Sin embargo, le hemos visto toda la vida en los encierros.

El encierro es diferente, siempre me ha atraído el entorno de las vacas y del toro. No soy profesional dependo de un pase para estar abajo, en el vallado. Casi he tenido más facilidad para conseguir pases cuando tenía más dificultad para subir al vallado. El día que tiraron a José Torregrosa decidí no volver.

Foto 11. Espectacular instantánea de la curva de Mercaderes. En el encierro los fotógrafos no están libres de peligro. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Espectacular instantánea de la curva de Mercaderes. En el encierro los fotógrafos no están libres de peligro. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

¿Desde qué sitios ha fotografiado el encierro?

Nunca sabes dónde vas a pillar toro. Aunque Pío Guerendiáin me ha dejado su gatera, he estado preferentemente en dos sitios: en Mercaderes, que es el que más me gusta, sigo estando allí, pero en un balcón; y en Telefónica, donde tuve un percance.

Foto 12. Panorámica de la curva de Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Panorámica de la curva de Mercaderes. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

¿Qué ocurrió?

En el año 2013 hubo un montón en el callejón. Estaba al lado del fotógrafo de toreros Canito. Al iniciarse el montón me tiraron de la cámara abajo. Caí disparando, la Nikon se rompió. Me sacaron del montón entre un barrendero y un municipal. Canito se defendió como pudo salió con las piernas ensangrentadas, le trasladaron al hospital.

Foto 13. Una de las últimas fotos de la Nikon antes de estropearse en el montón de la bajada al callejón. (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Una de las últimas fotos de la Nikon antes de estropearse en el montón de la bajada al callejón. (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Masats nos dijo que los maestros del encierro son los fotógrafos de Pamplona

No le falta razón. Vino un prestigioso fotógrafo profesional catalán, Ramón Vilalta Sensada, lo pusimos en la bajada al callejón, le dimos los consejos. Después del encierro, nos reconoció que no había podido disparar ni una foto, se le había agarrotado el dedo.  

Foto 14. A pesar de la apurada situación, al corredor no le ocurrió nada (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
A pesar de la apurada situación, al corredor no le ocurrió nada (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

En la elaboración de uva buena, como en fotografía ¿puede acabar en un resultado mediocre?

En la uva, en la elaboración o en la crianza puedes estropearlo pues es una cadena donde cada eslabón es importante. Esa cadena será tan fuerte como el más débil de los eslabones. Si metes un eslabón de plástico, por ahí romperá. Lo mismo pasa en fotografía. En todo el proceso tienes que llevar un nivel de calidad, para que el resultado sea robusto.

Hay una magia del viticultor cuando se produce la fermentación. También en fotografía analógica había esa magia cuando la imagen aparecía en la cubeta del revelador, pero ésta desapareció con el digital. ¿El vino ha perdido esa magia con la tecnología?

Los procesos de la fotografía analógica y los de elaboración del vino tienen bastante similitud. Esa magia necesita tecnología y conocimiento tanto en el vino como en la fotografía. Ahora en fotografía es necesaria la informática. Algunos manejan bien el ordenador, pero no saben de fotografía. En todos los casos, necesitas tecnología que es un medio que no llega espontáneamente.

Foto 15. Salida de una vaquilla del toril. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Salida de una vaquilla del toril. Foto exhibida en el Salón San Fermín de 2005 (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

Los Sanfermines de los años 50 y principios de los 60 prevalecía la cultura del vino.

Ha habido un importante descenso del consumo de vino. Hoy se come y se vive de forma diferente. La gente de campo trabajaban y se bebían un litro al día sin darse cuenta; porque el vino ayudaba al trabajo físico, era un alimento. Posteriormente se iniciaron las campañas contra el vino; los médicos lo primero que quitaban era el vino. Hoy ha evolucionado totalmente, el vino se toma de modo selecto en una mesa.

¿No ha habido un cambio de los Sanfermines del vino a los de la cerveza?

No sólo en San Fermín, es todo el año. Ahora hay droga y entran muchos licores en competencia.

Foto 16. Aunque parezca mentira el bello claustro de la iglesia de San Pedro de Olite no se puede visitar (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)
Aunque parezca mentira el bello claustro de la iglesia de San Pedro de Olite no se puede visitar (Foto Javier Ochoa Martínez, cortesía del autor)

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