SAN FERMÍN
A San Fermín pedimos: ¿Por qué se canta a San Fermín antes del encierro? El ritual de las fiestas
El cántico del encierro se entona tres veces antes de que el cohete anuncie la salida de los toros hacia Santo Domingo.

San Fermín es una fiesta llena de símbolos, emociones y rituales únicos. Uno de los más intensos y emocionantes tiene lugar justo antes de que empiece el encierro: el cántico a San Fermín.
Cada mañana del 7 al 14 de julio, cientos de personas se reúnen frente a la hornacina del santo en la cuesta de Santo Domingo, para entonar una plegaria en forma de canción.
Este momento, que dura apenas unos minutos antes de que suene el cohete, es una de las imágenes más reconocibles de las fiestas de Pamplona.
Corredores de todo el mundo, junto a pamploneses y navarros, levantan el pañuelo rojo en alto y cantan al unísono “A San Fermín pedimos…”, mirando al santo en busca de protección.
Lo que muchos no saben es que esta costumbre nació antes incluso de que existiera la actual hornacina, y que la canción que se canta forma parte del himno de la peña La Única, creada por el Maestro Turillas e inmortalizada en 1956 por el grupo Los Iruña’ko.
La historia se remonta a los años 60, cuando las monjas del antiguo hospital militar colocaban una pequeña figura de San Fermín en una ventana con velas. Con el tiempo, los mozos comenzaron a reunirse de forma espontánea bajo esa imagen, justo antes de cada encierro, y acabaron integrando ese momento como parte esencial del rito.
La actual hornacina de Santo Domingo fue construida en 1981, tras una solicitud oficial de la comisión especial de fiestas. La imagen del santo se colocó en la muralla a pesar de que algunas peñas preferían que estuviera en el lado contrario. El primer cántico desde esta ubicación tuvo lugar el 7 de julio de 1981, en el encierro con toros de la ganadería de Pablo Romero.
La letra que se canta desde entonces dice:
A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición.
Este verso pertenece al himno de la peña La Única, una de las 16 sociedades sanfermineras de Pamplona, reconocible por su pañuelo verde. Fue Joaquín Zabalza, miembro de Los Iruña’ko, quien propuso incluir esta breve estrofa para alargar la grabación del himno. Llamó desde el estudio en San Sebastián al compositor Manuel Turillas, quien aceptó encantado.
Poco después, los mozos del encierro comenzaron a cantar esta estrofa como una invocación a San Fermín antes de cada carrera. Lo hacían mirando a la imagen colocada por las monjas. Con el tiempo, este acto devoto y simbólico se convirtió en parte inseparable del ritual del encierro.
Aunque la hornacina se construyó en 1981, durante años la imagen del santo solo estaba presente durante el encierro y se retiraba después. No fue hasta el año 2001 cuando el Ayuntamiento y la Corte de San Fermín acordaron dejar una figura permanente en la hornacina, protegida por un cristal y acompañada de velas y flores.
La imagen que se coloca en San Fermín pertenece a las peñas de Pamplona, y se guarda el resto del año en una casa particular. Cada mañana, minutos antes de las 8:00, se instala en la hornacina junto a candelabros, escudos y ofrendas, y se entonan tres cánticos: a las 7:55, 7:57 y 7:59.
Uno de los detalles más emotivos de esta imagen es su capotillo rojo, un regalo del corredor Joan Varela, quien lo donó tras salvarse de una cornada en 2005.
Hoy en día, este cántico se ha convertido en un símbolo universal de San Fermín. Miles de personas lo cantan cada año, muchos sin saber su origen exacto, pero todos con el mismo respeto y emoción. Es el último momento de recogimiento antes del cohete, la carrera y el peligro.