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FERIA DEL TORO

Francisco Marco: "Los toros son como los melones"

El torero navarro lidiará en San Fermín toros de José Escolar el 9 de julio con Juan Bautista y Alberto Aguilar.

Francisco Marco en su casa de Rada.
Francisco Marco en su casa de Rada.

Francisco Marco Oyarzábal nació el 16 de abril de 1976 en Estella. Su padre fue novillero y le contagió la afición a los toros. En su infancia vivió en Santoña, Cantabria, y en Santander tomó la alternativa el 26 de julio de 1999. Su padrino, Curro Romero; su testigo, José Tomás. Consiguió una oreja de Saetero, astado de la ganadería Sánchez Arjona. Un año después lidió a Narciso en Pamplona, morlaco que ganó el Premio Carriquiri al mejor toro. Desde su alternativa, nunca ha fallado en la Feria del Toro de Pamplona. Actualmente reside en Rada, aunque viaja por España y Latinoamérica durante la temporada taurina.

Este año 2016 vuelve a la Feria del Toro de San Fermín, ¿se ha convertido en un fijo en las fiestas?

Sí, hasta ahora sí. No sé si el idilio se va a acabar algún día, pero me siento un privilegiado porque siempre me han apoyado, me han querido mucho y han contado conmigo desde que empecé a querer ser torero. Algunos años han ido las cosas muy bien, otras veces no tanto. Creo que, al ser navarro y de esta tierra, siempre me han apoyado. Como hacen en otros sitios con otros toreros pero, aquí en Navarra, como somos pocos nos apoyan bastante.

¿Cómo es estar toreando en Pamplona, la tercera plaza más grande del mundo y la más bulliciosa?

Como no soy nuevo, no me extraña nada. Cuando estas anunciado, ya sabes a lo que vienes. Cada plaza tiene su personalidad y su forma de vivir la fiesta. Ya sabes que vas a encontrar mucho ruido, mucho bullicio y las peñas, a veces, te dan la espalda; empiezan a cantar, pero bueno, no es algo que extrañe. Si esto ocurriera en Sevilla, pues, a lo mejor, sí. Un torero tiene que saber dónde está y la forma de vivir la fiesta en cada ciudad.

¿No distrae el ruido?

Sí, a veces sí, pero bueno, el torero es un artista y, al mismo tiempo, tiene que saber resolver las situaciones. Como ya sabes dónde estás y qué te vas a encontrar, no te sorprende; está completamente asumido. También es cierto que, cuando las cosas van bien y lo que estás haciendo tiene el atractivo de la gente, se vuelcan mucho contigo y eso te da pie a motivarte mucho más y es una situación muy especial que se vive en Pamplona, distinta a cualquier otro lugar.

También le tienen mucho cariño en Santander.

Por circunstancias de la vida, mi familia se fue a vivir allí siendo yo muy jovencito, nueve o diez años. Vivimos en Santoña, un pueblo de Cantabria, y yo la considero mi segunda tierra. También me han apoyado muchísimo desde que empecé a querer ser torero. Ahora llevo un par de años que no toreo por aquella zona, pero creo que es algo circunstancial y que he toreado siempre y volveremos otra vez por ahí.

Si tuviera que elegir, ¿Santander o Pamplona?

¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Cada sitio tiene su cosa bonita. Me siento navarro porque he nacido aquí. Pero sería un desagradecido, y creo que no hay que serlo nunca, si renegara de mi segunda tierra, que es Cantabria. Se portaron muy bien conmigo, me acogieron cuando era muy jovencito y me siento como en casa, aunque no sea la principal.

¿Cómo fue verse en el cartel de Estella, su plaza natal, con Miura en 2015?

Para mí fue una gesta. Durante muchos años he toreado en Estella y en la mayoría de ellos he salido triunfando. El año pasado (2015) precisamente solo hubo una corrida de toros y fue la de miura. Nunca había toreado este tipo de toros y para mí, en mi tierra, hacer una gesta tan importante como ponerme delante de esos 'toracos', pues lo vi como un reto más conseguido. Para mí algo bonito y, al mismo tiempo, creo que en mi currículum va a marcar como algo positivo.

¿Una plaza que le falte y en la que le gustaría torear?

Sevilla. Es una de las plazas que tengo ahí pendientes.

¿El año que viene?

Bueno, cuando sea, cuando me contraten. No es fácil. En el sur hay muchos toreros y muchos en una situación parecida a la mía y el hecho de que un navarro toree en Sevilla sería un sueño cumplido y algo realmente difícil también.

A la hora de contratar las corridas, ¿hablan directamente con usted?

Cada torero tiene su apoderado, su mánager, su gestor, y lo normal es que hablen con él. Luego, la obligación del apoderado es hablar con el torero y ponernos de acuerdo. En este caso, llevo desde finales de 2014 sin apoderado, estoy solo y soy yo mismo el que llamo a las empresas y ellas me llaman a mí. Al final, la decisión es la del torero, aunque haya un apoderado por medio, que es el que se juega todo y el que tiene que cumplir en el ruedo.

¿Es más difícil o le hace perder más tiempo de entrenamiento tener que gestionarse?

Sí, bueno, quizá uno le da más vueltas a la cabeza de llamar a uno, a otro… Pero, después de tantos años, ya nos conocemos y sabemos dónde coincidir en los sitios con los empresarios. Una o dos llamadas tampoco restan muchísimo tiempo.

De las ganaderías que suelen ir a San Fermín, ¿cuál le gustaría lidiar si pudiera?

A mí me gustaría con las figuras, eso sería señal de que voy bien colocado, porque las figuras van a elegir siempre lo mejor. Pero bueno, yo ya estoy mentalizado, sé cuál es mi posición en el toreo en este momento y lo importante es estar. Que estoy con una ganadería que da menos posibilidades al triunfo, pues sí, cuesta más trabajo, ya lo sé, pero es mi situación en este momento y hay que asumirla tal y como es.

En Pamplona suelen ponerle Cebada Gago, que son los peores para torear.

Bueno, he toreado de todo. Durante el transcurso de mi carrera ha habido ganaderías buenas que he toreado y he triunfado con ellas. Porto, en Pamplona he toreado Jandilla, he toreado Capea, Torrestrella… Al final mi faceta es esa. Hay dos tipos de tauromaquia. Cuando quieres ver torear con clase, bonito, con temple, sin toques fuertes, pues para eso hay un determinado tipo de toro y a mí me toca más la lucha, el riesgo, el combatir, un poco más la fatiga. Pero eso tiene también mucho mérito, la gente cuando va a la plaza se da cuenta y tanto una cosa como otra, aun siendo tauromaquias distintas, tienen importancia.

¿No cree que a las figuras les deberían poner también con las ganaderías duras?

Si yo fuera figura y me dieran a escoger, elegiría más la comodidad. Creo que si uno ha llegado a ser figura tiene el privilegio de escoger y hacen bien el elegir las ganaderías que, para su concepto, es mejor. No con menos riesgo, porque el riesgo está siempre ahí, pero yo si fuera figura también elegiría; si pudiera viajar en un mercedes en vez de en un seiscientos, lo haría.

¿Esa situación le ha hecho ser más luchador que las figuras?

Sí, hombre, yo cuando entreno de salón y me embiste un compañero pues me gusta torear bonito, relajado, templado. Eso es lo que uno sueña, el hacer esa faena perfecta en una plaza importante. La realidad es que, con determinados toros, eso no se puede hacer. Hay que estar más despierto, bueno, es otro tipo de tauromaquia.

En Tafalla en 2016 irán las ganaderías La Quinta, Aguadulce como novillos, Prieto de la Cal, Dolores Aguirre… ¿con cuál le gustaría estar?

Los toros son como los melones. Al final tienes un dilema porque dices “deberían ser buenos” y luego te equivocas. Pero, sobre el papel, el currículum de cada ganadería es lo que te hace decantarte por una o por otra. Pero ya te digo que hasta que no abres el melón no sabes si está bueno o malo. La Quinta es una ganadería que me gusta, la de Dolores es otra ganadería que conozco, pero el año pasado fui cogido ahí… No sabes, porque yo resulté cogido pero, al mismo tiempo, hubo otro compañero que cortó tres orejas. Igual este año que viene me toca a mí el triunfo.

¿En qué toreros se fija?

Yo en todos. Todos tienen cosas de las que aprender y, si no, de las que no debes hacer. Si hay alguien que no te gusta, te fijas en lo que no tienes que hacer.

¿Y de la nueva generación de toreros que vienen? Garrido, Roca Rey, López Simón…

Todos. El otro día mismo toreó en Sevilla Roca Rey, me gustó mucho. También López Simón, que cortó dos orejas. Estoy pendiente de todos. Es importante que venga gente arreando. Ahora mismo son estrellas fugaces. Al final la perseverancia es lo que hace una gran figura. El que en el Tour de Francia llega primero a una etapa es importante, por ahí se empieza, pero lo importante es aguantar un año y otro y otro, como El Juli o esas figuras del toreo que están todos los años ahí aguantando.

¿Cree que el torero navarro tiene futuro? Por ejemplo, Javier Marín toreó con picadores en Las Ventas y cortó una oreja.  

Javier Marín tiene su curso y, si Dios quiere, no creo que para este año, pero igual para el siguiente, pueda tomar la alternativa. Es una comunidad pequeña donde quizá lo más típico sería dedicarse a ser pelotari. En Sevilla, en Salamanca es más habitual. Pero Navarra ha dado muchos toreros y muchos banderilleros y gente del toro. Para ser una comunidad pequeña tampoco podemos decir que sea algo muy atípico. También es muy difícil, muy difícil. Del porcentaje de los que quieren ser toreros, llegan muy pocos. No solo aquí, sino en cualquier sitio; en Sevilla hay cantidad de críos en las escuelas taurinas y al final llegan un uno o dos por ciento. Que aquí quieran ser toreros cuatro o cinco y que llegue alguno es muy complicado.

¿Qué le parecería esto? Un 7 de julio, usted, Javier Marín y tomando alternativa El Luri o Toñete.

Como torero y aficionado al mismo tiempo, me haría mucha ilusión que Navarra siempre pueda contar con unas expectativas para alguien que quiera ser torero. A mí no es que se me acabe el tiempo, pero el tiempo pasa, son muchos años ya de alternativa y si alguien coge el relevo pues mejor que mejor y siempre será bueno para todos que los aficionados puedan gozar de un torero paisano.

Dice que El Luri  viene fuerte y, además, aprendió aquí, en Rada.

Sí, aquí está la Escuela Taurina de Navarra, a donde yo he pertenecido toda mi vida. El invierno de 2014 fue cuando lo dejé con el apoderado (Manolo de los Reyes), que es el que dirige la escuela. Ahora me encuentro solo, pero es como un padre para mí y de esa escuela taurina lo cierto es que han nacido muchos toreros y han crecido muchos aficionados y gente que se dedica a esto, como banderilleros, mozos de espada…

Me habían contado que la escuela está un poco parada últimamente.

No, lo que pasa es que, en Navarra, al que quiere ser torero ya en el colegio le miran raro. Y luego muchos quieren pero es un proceso de mucho sacrificio, de mucho esfuerzo; lo que dice la canción de “torero mucho dinero” no es cierto para nada. Detrás de todo eso, hasta que llega el triunfo hay muchos sacrificios, muchos años. Yo empecé con ocho y, hasta que empecé a ser conocido, pasaron unos cuantos. La juventud de hoy en día se aburre rápido, es más fácil dedicarse a otras cosas más cómodas. La perseverancia, el ser constante y el ver que te esfuerzas y, al final, no consigues lo que quieres pues tiene un proceso. Los críos empiezan muy ilusionados, pero al final tienes que dejar atrás muchas cosas. Yo, viviendo en Santander, me tuve que venir hasta aquí y dejar de estudiar, dejar de salir con los amigos, las discotecas… Todo, todo lo que conlleva una juventud normal; sacrificar eso para conseguir o no lo que sueñas es duro.

¿Siempre ha tenido seguro, desde los ocho años, que quería ser torero?

Sí, empieza todo como un juego. Mi padre fue torero y lo he vivido en casa siempre.

¿Cómo ha sido el proceso?

Pues a base de esfuerzo y de sacrificio. Al principio como un juego, como te digo, eres un niño y juegas al toro y luego te das cuenta que aquí jugando no consigues nada, que hay que darlo todo y que las horas del día, a veces, se hacen escasas y que hay que sacrificarlo todo. Ya no eres un joven normal, en vez de salir los fines de semana te dedicas en cuerpo y alma a la profesión y eso cuesta trabajo. Y luego, yo siempre digo que es una adicción muy grande. Cuando pruebas el toreo se viven unas sensaciones muy peculiares. El compensar el miedo, porque evidentemente el torero tiene miedo, el ser capaz de disimularlo de alguna manera y luego transformarlo en disfrutar es una sensación muy bonita. El dominar al animal, llevarlo donde quieres, el tener poder sobre una fiera que te puede quitar la vida, eso te crea una sensación que es muy adictiva.

Una faena que recuerde con especial cariño.

Yo recordaría a un toro que se llama Narciso, lo tengo en mi casa en Santander, y eso fue, quizá, el inicio de todo. Mi debut en Pamplona en el año 2000. Con ese toro había muchas incógnitas de a ver qué iba a pasar conmigo, el estar anunciado por primera vez en la feria de Pamplona, donde sale el toro de verdad, y yo era muy joven y tenía poco recorrido. Ese toro lo toreé muy a gusto, muy bien. Pude cortar dos orejas, corté una porque lo pinché con la espada, pero es uno de los toros que, cuando lo veo en casa, le doy las gracias porque, a partir de ahí, empezó todo.

A lo largo de su carrera ha tenido varias cogidas, incluso una vez es usted el que casi pierde la oreja y no el toro. ¿Cuál es su peor experiencia?

Al final uno tiene asumido eso y forma parte de la profesión. El carpintero a veces se da un martillazo. Yo corro mayor riesgo porque me estoy jugando delante de un toro. Tengo quince cornadas, de ellas podría decir que tres muy graves. Forman parte de lo que es la profesión. Pero sí que en esas tres peligró mi vida y, quieras que no, el hecho de volver otra vez a la profesión tiene mucha más importancia. Has estado cerca de perder la vida y es lo más preciado que tenemos.

¿Cuál ha sido el peor momento en una lidia?

Cuando te coge el toro suele ser cuando más confiado estás. La mayoría de las veces los toros te van dictando cómo son y como que te vas haciendo un aliado con él. Como las personas, cuando estás tratando con una mala persona tienes más cuidado que cuando tratas con tu familia o alguien que consideras noble. Al final, si te pega una voltereta un amigo de verdad te duele más que si lo hace uno del que ya lo esperabas. Delante del toro pasa lo mismo: cuando estás confiado, cuando te crees que lo tienes todo dominado, cuando le pierdes el respeto de alguna manera, es cuando te suele dar. Generalmente las cornadas fuertes pasan en esos momentos.

El primer día después de una cogida, ¿qué siente?

Pues muchas cosas, depende de cómo haya sido la cogida. Hay cogidas que uno sabe que tiene que estar mucho tiempo en la cama y eso es lo que más molesta porque, mientras tú estás en la cama recuperándote, otros están toreando y se pueden olvidar de ti. De ahí el hecho de que los toreros nos recuperemos tan rápido. Analizas por qué ha sido, si ha sido tu culpa o no. Normalmente es un exceso de confianza, un fallo en la técnica, un imprevisto del toro que te ha hecho un gesto que no esperabas… Lo primero es saber por qué te ha cogido para, si ha sido un fallo tuyo, remediarlo. Peor es cuando no sabes por qué y a la hora de ponerte de nuevo… Piensas en recuperarte rápido, en volver otra vez; es lo que te ayuda a recuperarte.

¿Tiene alguna superstición a la hora de salir al ruedo?

Yo ya las considero manías. Siempre he hecho las cosas de una forma, me ha ido bien y continúo haciéndolas. Las tomas luego como superstición, el día que no lo has hecho y te han salido las cosas mal o has tenido algún problema quieres buscar una excusa. Al final las supersticiones no son más que síntoma de la falta de confianza. El tiempo me ha hecho aprender eso. Sí es cierto que, por si acaso, somos prudentes. Por ejemplo, el hecho de partir plaza con un pie, a determinadas horas hacer unas determinadas cosas, no dejar la montera encima de la cama, son costumbres que, si no las sigues, como que no está bien.

¿Un santo o virgen en su capote de paseo?

Yo llevo la Virgen del Puerto. Me la regalaron en Santoña el día de la alternativa y le tengo mucha devoción. Siempre suelo llevar mi capillita, que monto en la mesita del hotel. Me gusta pedir suerte y luego, cuando regreso, darle las gracias, indiferentemente de cómo hayan ido las cosas. Pero siempre hay que dar las gracias porque siempre podría haber ido peor.

¿Qué nos puede contar de su faceta de doblador en el encierro?

Es una cosa que vino un poco de segundas, pero que es una experiencia muy bonita. Como navarro es bonito formar parte de las fiestas y colaborar con una cosa tan arraigada como son los encierros y tener esa responsabilidad de si un toro se da la vuelta meterlo para dentro. Creo que me ha venido muy bien, pues también oxigenas un poco el cuerpo, pierdes los miedos y te sirve para soltarte, perder los nervios también. La plaza llena, los toros tan cerca…

También dobla los toros que luego va a torear; se puede hacer una idea de cómo vienen.

No, pasa todo muy rápido, además uno desea que sea así. Si se da la vuelta un toro y se pasea por el ruedo, quieras que no, los animales son muy inteligentes y están estudiando dónde han pisado. Luego, por la tarde, se nota. Lo mejor es que pasen rápido para dentro y no les dé tiempo a ver los terrenos de la plaza. Pero sí, me ha tocado siempre los toros que voy a torear por la tarde.

¿Alguna vez ha corrido el encierro?

No. Es algo que siempre me preguntan. No es que me dé vergüenza, tengo mis razones, pero sí que es una cosa que tengo pendiente, que me gustaría hacer algún día. Pero me pilla en plena temporada y ya no es algo que domines tú, me da miedo el tener que depender de los demás. Que se caiga un corredor delante, caerme detrás, que me tuerza un tobillo, que luego por la tarde no pueda torear. Un tobillo como lo mínimo que te puede pasar. Bastante estamos expuestos al peligro como para, encima, tener que de depender de esas cosas.

Si corriera, ¿cree que tendría menos miedo que los corredores?

Yo creo que más. Sí. Muchísimo más, porque conozco. Los corredores normalmente no son conscientes de lo que están haciendo. No eres consciente de que se cae uno delante de ti, te viene el toro por detrás y te arranca la cabeza. Yo sí, por mi experiencia y porque sé lo que puede hacer un toro. Claro, que te toque a ti con tanta gente… pues te puede tocar a ti.

El Viti decía: “Nunca ganarás en valor a la afición pamplonica. Se pasan los pitones de un Miura por el culo con un periódico como única defensa”.

Sí, bueno, son auténticos valientes, pero al mismo tiempo inconscientes. Cuando eres inconsciente tampoco tiene mérito, ¿no? Lo duro es saber dónde estás, lo que te juegas y saber combatir eso. Cuando no lo sabes, pues como un niño pequeño, le pones delante de un toro y no es consciente de lo que le puede pasar. Lo importante es ser capaz de seguir después de muchas cornadas. Hay gente que se pega un golpe en la moto y tiene un trauma terrible en volver a cogerla. El torero se ve obligado a los diez, quince días después de un cornalón volver, arriesgar, volver a jugártela. Es una cosa complicada.

Hay corredores que, aún con graves cornadas, han vuelto a correr.

Sí, yo no les quito mérito. Yo hablo de la mayoría, que son unos inconscientes.

Claro. Hablé con heridos del encierro, uno me dijo que cuando te cornean te das cuenta de que lo más probable es que te pille el toro. Y varios dijeron que por la adrenalina la cornada apenas duele, ¿es verdad?

Hay cornadas y cornadas. Hay unas que sí que duelen mucho, por eso también habría que hablar con los antitaurinos. Que el toro en la lucha no siente el dolor. Eso que dicen: “Le clavan unas banderillas”, “le clavan con la puya”. Es como el boxeador. El boxeador cuando está en la lucha fíjate si recibe golpes, pero vuelve a la lucha como si nada. Al día siguiente es cuando te duele todo y la adrenalina te hace eso. Yo tengo quince cornadas, algunas graves que las he sentido desde el primer momento, pero otras he aguantado el dolor e, incluso, apenas me he dado cuenta de que las tenía. ¿Por qué? Porque la adrenalina te hace combatir y no te das cuenta. Al toro le pasa parecido.

Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid afirma que el toro segrega hormonas que le impiden sentir dolor.

Es que si no lo más normal sería que, una vez que te han dado, huir y no arremeter otra vez. Al día siguiente sí le dolería. Pero, claro, al día siguiente no tiene la opción de sentir el dolor.

¿Qué se hace si un toro trata de volver a toriles?

El torero en esa situación tiene que intentar sacar el mayor partido ahí, en su terreno. El toro que va ahí descaradamente es muy difícil porque está dando pie a que no quiere luchar y, si no quiere luchar, si le pones la muleta, lo que hace es huir. También se han dado muchas faenas importantes en toriles. El público entendido tiene que ver la condición del toro y, sobre eso, cómo responde el torero. A lo mejor no han sido faenas muy lucidas, pero tienen importancia porque el toro no te lo pone fácil y el torero le saca todo el jugo.

Al final no depende solo de usted.

Ojalá. El toreo no depende solo de uno, hay muchos conceptos que uno no puede dominar. El principal y el más importante es el toro, la condición del toro. Es un animal irracional. No sabes nunca lo que puede pasar. El estudiante se aprende la lección de arriba abajo y sabe que le van a preguntar sobre eso. Pero ahí no, hay opciones que el toro tiene y que no sabe nadie. Por eso es tan bonito, porque tú vas a una plaza de toros y no sabes qué te vas a encontrar. A lo mejor el cartel mejor luego es en el que te aburres y vas un día a un cartel que no tiene importancia y es donde más te diviertes. Todo es improvisado, no sabes si vas a volver al hotel.

Los animalistas dicen que el toro es un animal indefenso, ¿qué argumenta contra eso?

Lo mismo que tienen un gatito o un perro en casa yo les llevo un toro a su salón a ver si es indefenso o no es indefenso, ¿no? Que lo comprueben ellos mismos. Son gente que no tiene conocimiento de lo que están diciendo. Si nos trataran con respeto, podríamos ser capaces de explicarles o, al menos, que conozcan. Yo estoy dispuesto a llevar a cualquiera a una ganadería y que vean cómo son tratados los animales, con qué cuidado. Viven y son nacidos únicamente para ser lidiados en la plaza; si no, no existirían ni en los zoológicos porque es una raza que hay que prepararla para la batalla. Si no hay gente que dedica su vida y su economía para hacerlo, pues se extinguiría completamente. El toro sirve para comer, pero únicamente para comer no es rentable, para eso están los animales de carne. También les invitaría a que fueran a las granjas, a ver cómo se crían los pollos; ahora están de moda en Barcelona los hurones de compañía… Yo creo que eso es más maltrato que vivir cinco años a “papo de rey” en una ganadería y luego defender tu raza en diez minutos. Es algo que deberían plantearse.

Miguel Reta, pastor y ganadero, está intentado recuperar la casta navarra, ¿qué opina sobre ello?

Antes de ayer mismo estuvimos ahí toreando con Miguel Reta y opino que está haciendo una labor buenísima, el recuperar un encaste que es único y muy navarro. ¿Qué le voy a decir? Pues que siga trabajando. Es un animal hecho principalmente para las calles, para recortes, para encierros… Para torear es muchísimo más complicado. Hace falta una selección de más nobleza, dulzura, para poder ser toreado y estos animales están endemoniados.

Según lo que tengo entendido eran toros más pequeños y más nerviosos.

Sí, son más pequeños, tienen su morfología de cuernos para arriba, muy astifinos, muy pequeños pero muy finos, muy agresivos… Y, de temperamento, muy listos, no se les puede engañar tan fácil. Para la calle, para recortar y todo eso bien, pero para la lidia… Antes de ayer mismo fui testigo de que es muy difícil.

Esta es una frase que he oído mucho. Me la han desmentido y confirmado. A ver qué opina usted: “Para ser torero hay que tener mucho dinero”.

¿Tener dinero? Pues no.

Solo con lo que cuestan los trajes de luces, tener animales para entrenar, ir a los sitios…

Hombre, es una profesión que cuesta dinero, claro que sí, pero uno siempre busca las formas. Cuando uno empieza, pues no va a tener el traje nuevo, me tendré que buscar la forma para alquilarlo, o para que me lo deje un amigo, o para comprar uno viejo. No se puede vivir en figura sin serlo. Todo tiene su proceso. Todas las profesiones cuestan su trabajo. Yo vengo de una familia humilde donde todo ha sido a base de esfuerzo y de sacrificio. Igual hay otros que lo tienen más fácil porque desde el primer momento han estrenado su vestido de torear y su capote nuevo y a mí me lo han tenido que prestar y, poco a poco, he ido labrando mi camino. Al final, ¿quién valora más las cosas? A quien más trabajo le ha costado. Yo soy consciente de que me ha costado mucho trabajo y cada día de corrida es como si fuera mi examinación, mi momento más importante.

En su cuadrilla está Pablo Simón como banderillero y el picador José Manuel Sangüesa. ¿Prefiere una buena cuadrilla o que sus banderilleros no destaquen más que usted?

Esto es un espectáculo en el que cada cual tiene que buscar lo mejor para el público, que es el que va a verlo y el que paga la entrada. Cuanto mejores seamos todos, mejor irá todo y si tengo un buen picador será beneficioso para el toro. Si tengo un buen banderillero será bueno que la gente vaya a gusto a ver los toros por mí, por los banderilleros, por los picadores… Al final todo se hace para que el torero triunfe.

¿Su pase predilecto?

Al final lo más tradicional, como es la verónica, es lo más bello cuando se hace bien.

¿Quiere añadir algo más?

Para mí es la profesión más bonita del mundo porque en ella se viven experiencias únicas, te llena mucho. Es muy adictivo estar jugándote la vida y, al mismo tiempo, pasártelo bien, disfrutar. He dedicado cada minuto de mi vida a esta profesión desde que tenía ocho años con el sueño de hacer disfrutar al aficionado y de sentirme realizado. Si no he conseguido más cosas es porque, a lo mejor, la suerte no me ha acompañado en los momentos oportunos o porque me han faltado cualidades. Porque creo que para ser figura del toreo hay que ser privilegiado.


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Francisco Marco: "Los toros son como los melones"