Hace dos década la vida de Juan Carlos Beiro se apagó en un talud de Leiza. Los asesinos etarras sembraban una vez más el terror en tierras navarras. Los que conocieron al joven guardia civil lo describen como valiente, impetuoso y casi temerario. De ahí que su mujer, María José Rama, temiera desde un primer momento que los diese todo por su profesión, incluso la vida. Este testimonio aparece reflejado en el libro 'Relatos de Plomo' y finalmente se convirtió en una triste realidad el 24 de septiembre de 2002, cuando el asturiano fue asesinado por la banda terrorista ETA.
El matrimonio llegó a Pamplona tras el ascenso de Beiro a cabo primero. Llevaban varios meses esperando destino, con la esperanza de que saliera cerca de Gijón, donde acababan de comprar un piso y esperaban poder asentarse. Pero no pudo ser y se mudaron a la Comunidad foral. En la Comandancia de la Guardia Civil en la avenida de Galicia, Beiro prestaba servicio en el control de acceso al edificio, un puesto que no le terminaba de convencer.
Acostumbrado a patrullar, decidió esperar a que le saliese la primera oportunidad que le permitiera cambiar de trabajo. Y, poco después, salió la vacante de Leiza, que decidió pedir sin dudarlo. Beiro solo llevaba tres meses prestando servicio en esta localidad navarra cuando se sucedieron los hechos que culminaron con su muerte.
Pasaba media hora del mediodía de aquel fatídico 24 de septiembre de 2022. Un guardia civil del del destacamento de Tráfico de Vélez Málaga circulaba con su Peugeot 306 por la carretera antigua, que une Leiza con Berastegi. Y una pancarta de grandes dimensiones llamó su atención. Pudo leer "Guardia Civil" y unas palabras en euskera que no entendió.
En ese preciso instante, apareció el alguacil del pueblo y ambos decidieron llamar para dar aviso en el cuartel. Tras recibir la llamada, los agentes de Leiza se movilizaron. El sargento Miguel de los Reyes Morata ordenó al cabo Juan Carlos Beiro y a su compañero de patrulla que se trasladaran al talud en un Nissan Patrol oficial. Él los seguiría en su coche, un Renault Laguna, junto con otro guardia. Y por el camino se cruzaron con el Peugeot 306 del guardia que se sumó a la comitiva por detrás.
A su llegada, el sargento descifró rápidamente aquellas palabras en euskera. "Guardia Civil, mátalo aquí". "¡Todos para atrás!", ordenó a sus compañeros. Y estos obedecieron sin miramientos, parapetándose en los coches. El patrulla en el que viajaba Beiro era el más cercano a la pancarta y la miraba de frente. Los otros dos vehículos estaban estacionados en paralelo a la carretera.
Mientras el sargento subía por un camino a la parte superior del talud para observar la escena desde arriba, el cabo Beiro avanzó unos pasos y se situó junto a la parte delantera del Patrol. En ese momento, se accionó la bomba que le arrebató la vida. La onda expansiva le afectó de lleno y, aunque fue trasladado al Hospital Nuestra Señora de Aranzazu en San Sebastián, los sanitarios solo pudieron certificar su fallecimiento.
El sargento quedó ingresado en la UVI del mismo hospital por las múltiples heridas de metralla en la cara, el tórax, el abdomen y las extremidades, además de un traumatismo craneoencefálico, y requirió de ventilación asistida. Los otros tres guardias fueron trasladados a la Clínica San Miguel de Pamplona, donde fueron tratados de heridas de metralla y de perforación de los tímpanos.
Aquella tarde, unos pocos vecinos salieron a protestar por el atentado. Unas cuarenta personas de las 3.000 que residían entonces en la localidad. Las crónicas de la época cuentan que se acercaron al cuartel del instituto armado y fue la primera vez que en Leiza se escuchó gritar "¡Viva la Guardia Civil!".
El asesinato del cabo primero Beiro fue la respuesta de la banda terrorista ETA a unas detenciones. El 16 de septiembre fueron detenidos en Francia dos dirigentes de la banda: Juan Antonio Olarra Guridi, reclamado desde hacía años por la justicia, acusado de varios asesinatos, y Ainhoa Mujika, corresponsable de comandos de la banda. Como respuesta, la dirección de ETA ordenó tres atentados contra la Guardia Civil. Dos de ellos fueron frustrados por diversos motivos, no así el de Leiza que llegó a consumarse. Este atentado, reivindicado por ETA, sigue sin esclarecerse en la actualidad.
Desde de ese fatídico 24 de septiembre de 2022, cada año se recuerda a Beiro en la localidad gracias a un homenaje que nació fruto del empeño de su mujer. De esta forma, este año ha vuelto a producirse este acto, que ha comenzado a las 13 horas con una misa en honor a Juan Carlos Beiro.
Posteriormente, los asistentes se han trasladado hasta el lugar donde ETA asesinó al joven guardia civil hace ahora 20 años. Allí la viuda de Beiro ha dedicado unas palabras a las personas que se han reunido para recordar a su marido. "Mis amigos de Leiza nunca han olvidado a Juan Carlos, y yo nunca, nunca, pase lo que pase, olvidaré a mis amigos de Leiza". Con estas palabras ha agradecido la presencia de los vecinos de la localidad navarra.
Asimismo, ha recordado que "la investigación de este atentado sigue adelante". "Mi agradecimiento hacia quienes la llevan adelante no solo continúa sino que aumenta día a día", ha asegurado.
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